Una pala, un hacha, dos rastrillos y una bomba de espalda. Estos fueron los elementos que utilizaron los 105 hombres que integraron las Brigadas de Refuerzos de Incendios Forestales del Ejército (Brifes) en Cochrane, Región de Aysén, el pasado 20 de febrero. Vestidos con guantes, cascos y chaquetas de color amarillo, estuvieron en la primera línea de la emergencia para ayudar a controlar y extinguir las llamas que consumieron casi 16 mil hectáreas en la zona.
Pero la tragedia no solo ocurrió en territorio austral. El 5 de febrero se decretó estado de excepción constitucional por catástrofe en las regiones del Biobío -excepto en las comunas de Concepción y Talcahuano-, La Araucanía -menos en Temuco-, y en Los Ríos, solo para las localidades de Mariquina y Panguipulli. Todo eso producto de los incendios forestales. Hasta hoy, las medidas siguen vigentes. En el norte, además, hubo emergencias por inundaciones a raíz del invierno altiplánico.
Producto de los desastres naturales, las FF.AA. tuvieron que sumarse a los recursos desplegados por la Onemi, Conaf y otras instituciones del Sistema de Protección Civil.
Según informó el Estado Mayor Conjunto de la Defensa (Emco) a La Tercera, desde enero a la fecha, 10.795 uniformados han sido desplegados en las zonas de catástrofe. La mayoría correspondió a miembros del Ejército, con 9.914 efectivos, seguidos por la Armada, con 689, y la Fuerza Aérea, con 192.
El Ejército empleó hasta 27 Brifes en un día -cada una formada por 19 personas- para combatir los incendios forestales, junto a 553 vehículos (camiones y camionetas) y 66 máquinas especializadas de ingenieros, entre otros.
El avión P-295 de la Armada fue usado como aeronave guía del T-Tanquer, traído desde EE.UU., y también se dispuso de una nave de exploración P-111 y varios medios acuáticos.
En la Fach las tareas se centraron en el traslado de personal y ayuda humanitaria, con aviones como el C-130 Hércules y el KC-135, y los helicópteros modelo MH-60 y UH-1H, entre otros.
Escenarios complejos
Para el jefe del Emco, el vicealmirante Rodrigo Álvarez, el mayor desafío en esta ocasión "fue la simultaneidad de los eventos en zonas preferentemente alejadas, que exigió coordinaciones y operaciones de carácter conjunto en todos los escenarios". Ante esto, se debió coordinar y conducir las operaciones de apoyo de las tres ramas de las FF.AA. "con dificultades y necesidades muy distintas en cada una de ellas", explicó Álvarez.
En el Ministerio de Defensa el balance es positivo. Aseguran que esta labor se incorporó "explícitamente" en las misiones institucionales, lo que implica un "entrenamiento y preparación permanente" para cumplir estos objetivos.
Juan Francisco Galli, subsecretario para las FF.AA., afirmó que "tratamos de que las adquisiciones que se realizan tengan un doble rol. Helicópteros, aviones, buques y vehículos terrestres han permitido no solo contribuir a apagar incendios, sino dar apoyo y ser parte de la respuesta coordinada del Estado".
Daniel Agusto, alcalde de Calama, valoró el despliegue de los uniformados y destacó que también se involucraron "en ayudar a la reconstrucción de muchos lugares destruidos".
El edil de Cochrane, Patricio Ulloa, relató que las instituciones de la Defensa "destinaron muchas brigadas para el combate del incendio. Este fue de tal magnitud, que las brigadas terrestres del Ejército ayudaron a contener el fuego".