A ñas 00.00 del jueves 19 el país entró en estado de Catástrofe por efecto del coronavirus. Una situación que se mantendrá por 90 días, aunque puede ser potencialmente revocada antes. En rigor, esa calidad significa que las Fuerzas Armadas –personificadas en un jefe de zona- quedaron ya en las últimas 24 horas –o cuando usted esté leyendo esta columna- al mando de cada región del país. No son –en todo caso- ellos quienes tomarán las medidas sanitarias que recaerán sobre la población ya que éstas, según han señalado desde el gobierno, serán determinadas por las autoridades de Salud y los uniformados son los encargados de ejecutarlas.

En simple, no serán ellos los responsables de decretar –por ejemplo- una cuarentena total o cierre de ciudades. E incluso el toque de queda, aunque esta medida siempre puede estar supeditada a que se mantenga el orden público.

En Santiago fue designado responsable el general de Ejército Carlos Ricotti, el mismo que iba a estar a cargo del plebiscito del 26 de abril, hoy ya reasignado para octubre próximo por la emergencia sanitaria.

En sus primeras horas, los militares se abocaron principalmente a la colaboración en aspectos de materia sanitaria, principalmente en transporte de vacunas o traslados de pacientes y sólo en menor medida en labores de orden público que siguen en manos de Carabineros.

Por eso, no se ven –hasta ahora- militares en la calle.

Sin embargo, el respaldo a que se decretara un estado de excepción y que las Fuerzas Armadas asumieran nuevas funciones no deja de contrastar con la dura controversia que sólo hasta hace una semana –cuando el coronavirus aún no reinaba en la agenda- generaba en no pocos sectores de la oposición el proyecto sobre infraestructura crítica que terminó siendo suspendido en su tramitación por la emergencia.