A minutos de finalizar una audiencia, la jueza de garantía y presidenta de la Asociación de Magistradas (Machi), Francisca Zapata, abordó los resultados obtenidos en el estudio "El nombramiento de ministros a la Corte Suprema: caracterización de una práctica (1990-2019)", donde el Centro de Estudios Públicos (CEP) dio cuenta de la poca presencia femenina en los nombramientos de este cargo. De hecho, en la actualidad el 70% de los integrantes del máximo tribunal son hombres.
¿Por qué cree que existe esta prevalencia de los hombres en la Corte Suprema?
Hay más hombres que mujeres en la Corte Suprema porque en la organización de la judicatura, especialmente en el sistema de nombramientos, hay barreras normativas y culturales que impiden o retrasan el avance de las mujeres hacia las más altas posiciones, en especial la Corte Suprema.
¿Cree que es un sistema machista?
El sistema de nombramientos se asienta, está desprocedimentalizado, lo que da lugar a la instalación de prácticas informales, opacas, que perjudican especialmente a las mujeres, como el "besamanos".
¿Cómo se han posicionado las mujeres en los últimos años?
En ausencia de reglas que garanticen que el mérito prevalezca, quienes eligen a los y las ministras, si quieren ser algo 'objetivos', se guían por la antigüedad, único parámetro que, ciertamente, no es discrecional. Sin embargo, la antigüedad no dice nada sobre las capacidades del candidato y, lo que es peor, otorga un contundente privilegio a los varones. En efecto, la injusticia de distribuir posiciones valiosas basándose en la antigüedad del candidato o candidata, en un sistema al que la mitad de la población pudo acceder tardíamente por razones de discriminación histórica, puede verse con claridad en el cargo de la presidencia de la Corte Suprema. Ese cargo nunca ha sido ejercido por una mujer, en casi 200 años de existencia.
¿Qué opina usted respecto a que se eligen más hombres que mujeres, al momento de nombrar ministros de la Corte Suprema?
A mi juicio, es un deber ético, de todo ciudadano de bien, aportar a superar el injusto desbalance que hay en las altas cortes y que refleja que se ha "preterido" a las mujeres y, con ello, sus talentos. Hoy, quienes participan de los procesos de selección deben saber que es impresentable mantener esta situación. Por ello, deben votar por mujeres y así contribuirán a reparar una injusticia histórica, por una parte, y de esta forma fortalecer la institucionalidad judicial con mayor legitimidad democrática.