Funan a profesor por “excesiva” carga de lectura: ¿Por qué los universitarios les hacen el quite a los libros?

Clase Abierta - lectura crítica

Los profesores advierten que por la pandemia y la disminución de horas lectivas de Historia y Filosofía, hoy los jóvenes leen menos y les cuesta más entender los textos. Académicos plantean la necesidad de adaptarse a las nuevas generaciones, más atraídos por lo audiovisual. Mientras que el Mineduc busca reencantar a las personas con la lectura y la escritura.


Este mes, un docente universitario de la Región de Valparaíso fue funado por sus estudiantes luego de que les exigiera una “excesiva” lectura de textos, según estimaron, para una de las evaluaciones del ramo. En reclamo, los jóvenes pegaron carteles por la escuela -de una carrera vinculada a las humanidades- en donde se burlaban del profesor.

El académico no quiso referirse al tema por seguridad. Pero no es la única fuente que ha temido referirse a los reparos del alumnado en relación a la “sobrecarga” de textos que deben leer para cumplir evaluaciones y pasar los ramos. En la Universidad Diego Portales, otro educador explica que “no es que digan que no quieren leer (los estudiantes), pero no leen. Eso me ha pasado. Cada clase tiene lecturas y no las preparan”.

Otro profesor, de una segunda casa de estudios en Valparaíso, responde que sí ha enfrentando inconvenientes al solicitar lecturas en la asignatura que imparte, pero no entrega detalles. Hablar públicamente del tema, dice, podría dañar su relación con el curso.

Un cuarto docente también pide reserva de su nombre cuando explica que los estudiantes son personas que tienen opinión, “pero no es una opinión que esté tan fundamentada. Les preguntas por qué y dicen ‘yo estoy a favor, porque es choro, bacán’. En el fondo, porque ‘hay que’ estar a favor”.

Esta cultura de la funa, comentan fuentes, es propia de esta nueva generación de estudiantes que poco lee y se informa, principalmente, por redes sociales.

Son jóvenes que “prefieren lo audiovisual, no son buenos para leer, y eso está estudiado. Hay déficit en la comprensión de lectura. En general buscan otras estrategias para adaptarse a los estudios (...), videos de YouTube donde te explican lo mismo que sale en el texto”, desglosa Camila Buzzo, profesora agregada en la Escuela de Periodismo de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso (PUCV).

La docente imparte la cátedra de Comunicación Digital a alumnos de primer año, quienes, señala, consumen hartas redes sociales: Reddit, un blog colaborativo “muy de nicho”, dice; Instagram, TikTok.

Buzzo, magíster en Comunicación y Educación, está en desacuerdo con las funas: “Eso hace que perdamos la conversación como sociedad”. Y plantea que este reclamo por sobrecarga de lecturas -que personalmente no le ha tocado- está presente en los grupos que ingresaron en 2021 o 2022, quienes “en el colegio tuvieron todo online. Y las tareas, los trabajos, eran bastante acotados, por el contexto (...) Es en la transición del colegio a la universidad donde se exige leer más, cuando empieza la discusión en cuanto a cuánta carga tienen”.

Pero la académica María Soledad Vargas, que imparte los ramos Escritura Periodística 2 y 3 en la misma escuela, advierte que el fenómeno se presenta desde hace al menos cinco años.

“Los estudiantes entran, por lo menos a la carrera de Periodismo, con las habilidades de comprensión de lectura bastante disminuidas. Desconozco cuáles son los niveles de exigencia en los últimos años de enseñanza media. Han disminuido las horas de Historia de Chile, de Filosofía, entonces todo eso es un obstáculo para que los estudiantes desarrollen sus habilidades de lectura”.

Carmen Menares, docente universitaria de Arqueología, Historia del Arte y Pedagogía, plantea que “hay temas también más de la cultura neoliberal que pone énfasis en los saberes o conocimientos útiles, funcionales. La lectura se considera inútil y se ha eliminado de las escuelas públicas y técnicas como todas las humanidades. Los chicos tienen muy incorporado el tema de elegir aquello que les sirva de algo, lo que se incrementa en universidades que piden que no se les dé más de tres textos de 15 páginas para una materia. Ya no leen libros, menos completos”.

Al respecto, la filósofa estadounidense Martha C. Nussbaum ya había señalado en el artículo Sin fines de lucro. Por qué la democracia necesita de las humanidades (2011), que “los programas relacionados con las artes y las humanidades están sufriendo recortes en todo el mundo, para dar lugar al desarrollo de la técnica”, porque -desde el punto de “la educación para el crecimiento económico”- estas “no derivan en el progreso económico de la persona ni de la nación”.

Pero para Pablo Aravena, director del Instituto de Historia y Ciencias Sociales de la Universidad de Valparaíso (UV), “los problemas de lectura y escritura de nuestra juventud hoy trascienden con mucho ‘la mala educación’ o la ‘flojera’, pues me parece que desde al menos tres décadas hemos entrado en una crisis del mundo letrado: el plano escrito, con su lógica secuencial y la demora propia de la comprensión, ha sucumbido ante la velocidad de los medios”.

El doctor en Estudios Latinoamericanos recuerda “que la escritura misma alguna vez fue una tecnología nueva: Platón, en el Fedro, argumenta en contra de la escritura, porque matará a la memoria. Me parece que hoy vivimos un momento similar, pero la que muere es la escritura a manos de las nuevas tecnologías de la comunicación”.

Leen otras cosas

No obstante, aunque Vargas observa un déficit en la comprensión de lectura, sí considera que “los estudiantes están leyendo otras cosas, cosas que a ellos los motivan. Me he percatado de que tienen gustos muy disímiles y hábitos culturales muy de nicho. Mucho mundo coreano, manga, cómics, videojuegos. Pero, claro, su manera de aprender hoy en día es a través de lo audiovisual. Un lenguaje más ágil, dinámico, que tiene música, sonidos, imágenes, animación”.

Eso sí, destaca la doctora en Periodismo y Ciencias de la Comunicación, “los estudiantes, y los seres humanos en general, tienen capacidades de atención mucho más breves que en el pasado. En sala no permanecen más de media hora concentrados en algo (...) En general, las personas, no solo los estudiantes, estamos súper pendientes de los dispositivos móviles (...) Están mucho más distraídos. Pero también son capaces de estar en varias cosas a la vez”.

Para Ruth Arce, directora de Pedagogía en Educación Media en la Universidad Diego Portales, las complejidades que enfrentan los estudiantes al leer se relacionan con lo mismo planteado por Vargas, y “tienen dos derivadas: una, que tiene que ver con el desarrollo de la comprensión lectora, y la incapacidad de concentrarte en lo que lees”.

La experta proyecta posibles consecuencias en áreas como “el desarrollo de habilidades cognitivas, porque la lectura, la escritura, favorecen el desarrollo cognitivo, amplían el lenguaje, el vocabulario, el pensamiento crítico (...) y ahí hay una tarea del sistema escolar completo (...) Leer es una competencia de mucha relevancia en el siglo XXI y favorece el desarrollo de pensamientos de nivel superior”.

Consultado el Ministerio de Educación (Mineduc) respecto de posibles modificaciones al plan de estudios a nivel escolar para fortalecer la comprensión lectora, señaló que “en el marco de la Política de Reactivación Educativa Integral ‘Seamos Comunidad’ estamos implementando la Estrategia Nacional de Fortalecimiento de Lectura, Escritura y Comunicación, que busca acortar las brechas educativas que dejó la pandemia y reencantar a las personas con la lectura y la escritura a través de diferentes acciones de profundización en las áreas que requieren mayor apoyo”.

Como parte de la estrategia, agregó la cartera, “se han desarrollado orientaciones y material pedagógico para docentes, y talleres y conferencias para el desarrollo de la lectura y la escritura en espacios educativos”.

Viviana Castillo, coordinadora de la Unidad de Currículum y Evaluación, complementó que “en el marco de la actualización de la priorización curricular (...), la Unidad de Currículum y Evaluación tiene planificado publicar a inicios de 2023 orientaciones para el desarrollo de competencias en lectoescritura a partir de la priorización curricular. También fortaleceremos las bibliotecas escolares y la formación de encargados de biblioteca, quienes son clave en su rol de mediadores para el acercamiento de los estudiantes a la lectura y la habilitación de espacios para ello.

“Un gran desafío que viene”

Mahia Saracostti, profesora de la Escuela de Trabajo Social de la UV, comenta que hoy “estamos enfrentados a múltiples formas de conocimiento, yo diría que las posibilidades de aprendizaje ya no están centradas solamente en el aula y solamente en el texto escrito (...) Tenemos otras fuentes de información disponibles, y yo creo que hay que promoverlas todas”.

“Sin duda, están cambiando (las formas de aprendizaje). Y ahí tenemos que aprender a ser muy abiertos a la diversificación de fuentes de información”, agrega la académica.

Para Buzzo, el desafío va por “cómo hacemos estimulantes nuestras clases (...) Buscar formatos que sean más amigables (...) Ver qué esperan los estudiantes. Entender que es un problema macro, que no es un tema que pueda resolver solo la universidad o el colegio, están incluidos los papás y toda la sociedad”.

“Podemos tomar ciertas estrategias, incluir ciertos elementos, que vengan en otros formatos” -agrega la profesora- y “aprovechar los formatos digitales. No nos quedemos solo con el texto (...), tratemos de utilizar múltiples formatos, pero también entendiendo que es un proceso gradual, o sea, hay profesores que no saben usar las tecnologías, por lo tanto no es llegar y esperar que todos nos adaptemos a todo. Va a ser gradual”.

Finalmente, la docente Vargas plantea que “hoy día los estudiantes están aprehendiendo el mundo con otros sentidos. Creo que en la universidad todavía no estamos en sintonía. Ahora, es verdad que también no podemos estar todo el tiempo adaptándonos a ellos, pero algo vamos a tener que hacer, cuando tenemos dos horas de clases, con estudiantes que tienen 20 minutos de concentración (…) Entonces, a lo mejor no tenemos la respuesta hoy día, pero hay que cambiar (…) Tenemos que observar cómo hay que rediseñar las didácticas para estas personas. Un gran desafío se nos viene”.

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