Una de las principales avenidas de La Serena -que cruza de norte a sur la ciudad- lleva por nombre Gabriela Mistral. La conmemoración a la maestra e intelectual chilena, coronada en 1945 como premio Nobel de Literatura, no solo se presenta en la Región de Coquimbo, sino que se repite en varias ciudades de otras regiones, como Copiapó, Temuco y Concepción.
Sin embargo, su porcentaje de representación es menor en comparación a calles que aluden a nombres de personajes masculinos. En rigor, por cada calle dedicada a una mujer, hay más de cinco calles con nombre de hombre. Así lo evidenció el análisis del Centro de Estudios de Ciudad y Territorio del Ministerio de Vivienda y Urbanismo (Minvu) en un nuevo estudio que lleva por título “Ciudad y género: ausencia de las mujeres en los nombres de las calles” y que será lanzado en el marco de una nueva conmemoración del Día Internacional de la Mujer.
Con el fin de discutir sobre el valor patrimonial e identidad en los espacios cotidianos, el estudio tomó en cuenta 99.344 calles de 99 comunas del país, que corresponden al área urbana de las ciudades capitales regionales y provinciales, además de sus respectivas conurbaciones.
Entre los principales resultados se desprende que sólo el 36% de las calles analizadas tiene nombre de persona. De ese total, sólo un 15% son mujeres, lo que equivale a un 5,4% del total de calles.
“Este estudio es una herramienta para reflexionar y comprender mejor nuestras ciudades, su construcción, configuración y representaciones, y así avanzar hacia una mayor equidad e inclusión. Nuestro desafío como sector es fortalecer los espacios de participación de las comunidades para que se reconozca el aporte de las mujeres en los barrios que habitan”, expresó Carlos Montes (PS), ministro de la cartera.
El Minvu ha sostenido un compromiso con la igualdad de género. El Plan Nacional de Derechos Humanos y los Compromisos Ministeriales de Género se orientan a fortalecer los proceso de transversalización de los enfoques de género y derechos humanos en las políticas, planes y programas, para así visibilizar las discriminaciones estructurales que afectan a diversos grupos, especialmente a las mujeres en el derecho a la ciudad.
Elección a cargo de los municipios
De las calles dedicadas a mujeres según nombre, un 42% corresponde a mujeres con nombre y apellido, un 30% a mujeres religiosas o santas, un 17% son nombres de pila de mujer, 5% son mujeres indígenas y el restante (5%) son mujeres que indican su profesión u oficio o que pertenecen a la mitología o antigüedad.
El centro de estudios concretó también un ranking nacional con los nombres de mujeres que mayor presencia tienen en las calles. En primer lugar destaca el nombre de Gabriela Mistral (108), seguido de Santa María (84), Fresia (71), Guacolda (68) y Santa Rosa (66). Estos seguidos de Victoria (55), Javiera Carrera (51), Tegualda (47), Paula Jaraquemada (47) y Santa Ana (44).
Pero la importancia del nombramiento de mujeres en las calles no sólo se mide por el número de estas, sino también por su extensión. En este sentido, Santa Rosa presenta 91,7 km de extensión; Gabriela Mistral, 58,9 km; Santa María, 58,4 km; Victoria, 30,1 km, y Santa Teresa, 26,5 km. A estas le siguen Fresia (26,2 km), Santa Elena (24,5 km), Isabel Riquelme (24,2 km), Javiera Carrera (23,8 km) y Santa Teresa (23,1 km).
Lake Sagaris, investigadora asociada del Centro de Desarrollo Urbano Sustentable (Cedeus) de la UC y la UdeC y doctora en planificación urbana y desarrollo comunitario de la Universidad de Toronto, recalca que esta invisibilización de la mujer en el espacio público es un “golpe duro”: “En primer lugar, la gran mayoría de los dirigentes locales son mujeres, cerca de un 90%. El hecho de que tu barrio y las calles por las que transitas, o las estaciones de Metro por las que pasas nunca tengan el nombre de una mujer, eso produce una sensación de ninguneo. Te hace sentir que no vales nada y, asimismo, se alimenta la violencia de género y nuestra exclusión a transitar por el espacio público”.
De acuerdo al Artículo 5, letra C de la Ley Orgánica Constitucional de Municipalidades (N° 18.695), son los municipios los que cuentan con las facultades para administrar los bienes nacionales y municipales de uso público, donde están incluidas las calles. En ese contexto, a ellos les corresponde -previo informe y votación del concejo comunal- asignar y modificar los nombres de tales bienes.
Las comunas con mayor proporción de calles con nombre de mujer se concentran dentro de la Región Metropolitana (RM): Alto Hospicio (13,6%), Quinta Normal (11,8%), La Cisterna (11,3%), San Miguel (11,2%) y Ovalle (10,7%). Mientras que los menores porcentajes se agrupan dentro de los territorios regionales como Chañaral (2,7%), Tocopilla (2,7%), La Ligua (2,6%), Puerto Montt (2,4%) y Talcahuano (2,3%).
“El nombramiento de calles es todavía un ejercicio misterioso, que generalmente recae en funcionarios municipales o en algún planificador urbano. Creo que en Chile esto sigue siendo un tema emergente, nosotros recién nos estamos poniendo al día frente a la territorialidad con perspectiva de género y la gran brecha entre la representación de hombres y mujeres en las calles lo demuestra”, menciona Sagaris.
Realidad a nivel regional
En cuanto a la perspectiva regional, el estudio evidenció que Tarapacá, RM, Valparaíso, Ñuble y Los Ríos son las regiones con mayor porcentaje de calles dedicadas a mujeres, con un 29%, 18% y 14%, respectivamente. Mientras que los territorios con menor porcentaje en esta materia corresponden a Magallanes (9%) y Arica y Parinacota (7%).
Frente a la relación del número de calles dedicadas a mujeres respecto de hombres, Arica y Parinacota refleja una relación de 1 a 12; Magallanes, 1 a 10 y Atacama, con 1 a 7.
Tales resultados llaman la atención considerando que en 15 de las 16 regiones analizadas el porcentaje de mujeres en la población supera en un 50% la población de hombres, sumado a la realidad que a nivel regional el 75% de las calles están dedicadas a personajes masculinos versus el 15% que sólo representa a figuras femeninas.
“La poca visibilidad de nombres de mujeres en las ciudades afecta la identidad urbana en cuanto va en detrimento de la representación de la mitad de la población. Es lo mismo que pasa en la historia: mientras sigamos hablando de la historia de los victoriosos de las guerras, de los ricos, de los hombres, tendremos un relato incompleto, pues todas aquellas experiencias de los perdedores, de los obreros anónimos, de las mujeres y de las niñas y los niños “no existe” si no está inscrita en la historia. Esta es a todas luces una historia parcial, y es una historia que replica y reproduce esos mismos gestos de segregación de todo eso que queda invisible”, recalca Amarí Peliowski, arquitecta y académica de la Facultad de Arquitectura de la U. de Chile.