"Chile tiene una larga tradición histórica de filantropía", dice Magdalena Aninat, directora del Centro de Filantropía e Inversiones Sociales (Cefis) de la U. Adolfo Ibáñez. Relata que cuando el Estado no se había articulado, en el siglo XIX, hombres y mujeres de la elite política, empresarial e intelectual crearon redes de apoyo y dieron vida a instituciones que entregaron educación, salud y protección a la infancia. "Los filántropos de hoy muestran el mismo interés, pero agregando un know how de eficiencia en los recursos para lograr el mayor impacto posible, en desafíos que son más complejos", agrega la investigadora del Cefis, organismo que colaboró con la U. de Harvard en el desarrollo del Informe Global de Filantropía, que se publicó la semana pasada.
"Es el primer mapeo a nivel internacional que mide el sector de la filantropía institucional", agrega Aninat sobre el reporte coordinado por el Harvard Kennedy School, donde se analizó la situación de 38 países, además de Hong Kong.
El informe revela que existen 260.358 fundaciones activas, donde EE.UU. lidera la lista con 86.203 y le sigue Alemania con 20.700. En Chile figuran solo 120 fundaciones con un gasto filantrópico de US$ 100 millones, cifra que está entre las más bajas del mundo, ocupando el puesto 18 entre 24 países que reportaron este ítem.
Aninat precisa que dicho monto corresponde al año 2015. "A pesar de lo significativa que es esta contribución, en términos comparados, el aporte de la filantropía institucional al PIB es sustantivamente menor respecto del gasto social del sector en otros países respecto de los cuales se cuenta con información como nos muestra este estudio", explica.
Al margen del tamaño del país, la investigadora advierte que se necesitan cambios urgentes en este "ecosistema": construir un ambiente de confianza hacia el buen uso y la receptividad social de las donaciones, fomentar una mayor colaboración entre los actores, y modernizar el marco legal hacia uno que regule con claridad las donaciones y sus incentivos, y facilite los trámites para que todos los actores sociales puedan participar activamente del sistema.
"Es fundamental y urgente modernizar el sistema de donaciones para fomentar la filantropía en Chile", advierte.
Cambio cultural
Ignacio Irarrázaval, director del Centro de Políticas Públicas UC, señala que el gasto filantrópico chileno aparece bajo en comparación con otros países, porque el patrimonio de las fundaciones es pequeño.
Para el investigador es prioritario resolver el problema del sistema de donaciones y hacerlo más amigable. "En Chile no es un problema dedicarse a la filantropía, pero claramente no hay demasiados incentivos", dice.
Sin embargo, aclara que este no es el único obstáculo para la filantropía. También existe un aspecto cultural que no contribuye a masificar esta corriente. "A diferencia de los países anglosajones, en que la cultura de la donación filantrópica está muy asentada y reconocida abiertamente, en Chile hay prácticamente un complejo en mostrarse como una persona de alto patrimonio y a, su vez, aparecer como una persona generosa en diversas causas", afirma.
Perfil de las fundaciones
Aninat señala que las 120 organizaciones contabilizadas en el reporte de Harvard corresponden a fundaciones legalmente constituidas, con un gobierno y administración propios, activas, y con al menos el 50% de sus recursos provenientes de una fuente estable para destinarlos a inversión social.
"En Chile, 44% de estas fundaciones tienen menos de diez años, lo que da señales de crecimiento creciente de este sector", señala.
El 29% de estas organizaciones son independientes (incluso internacionales), el 26% posee un origen empresarial, y el 45% familiar. Asimismo, el 58% opera sus propios programas filantrópicos; el 18% son donantes, y el 24% realiza donaciones y opera sus propios programas sociales.
El reporte concluye que la mayoría de las organizaciones en el mundo (35%) tienen como prioridad ayudar en educación, una preocupación que también está instalada en Chile.
El abogado Sebastián Guerrero, quien ha estudiado este tema, plantea que se debe avanzar en una buena legislación sobre donaciones para facilitar la labor de la filantropía. "Hoy existen más de 90 normas diferentes que regulan donaciones, lo que hace muy ineficiente el sistema", afirma (ver nota secundaria).
Desde la Fundación San Carlos de Maipo, una de las tres organizaciones que apoyaron con fondos para el desarrollo del informe, junto a fundaciones Reinaldo Solari y Chile + Hoy, coinciden con la existencia de problemas para fomentar los proyectos.
"Es importante avanzar en simplificar los sistemas de donaciones, avanzar hacia un régimen único y simple, aumentar los ámbitos sobre los cuales opere el sistema. Por ejemplo, incorporar medio ambiente y salud, evitando que sean gastos rechazados", advierte Marcelo Sánchez, gerente general de la Fundación San Carlos de Maipo.
Las trabas para el despegue de mayores aportes en el país
"Para ser filántropo (en Chile), la primera traba es tributaria", dice el abogado Sebastián Guerrero, uno de los autores del libro Filantropía y donaciones en Chile".
"En el país se castiga la donación. Por una parte, por regla general se exige un trámite judicial llamado "Insinuación de donaciones", pese a que hay donaciones que eximen del trámite como las donaciones para fines culturales o sociales. Por otro lado, se debe pagar un impuesto a las donaciones, salvo que exista alguna exención a este impuesto".
Así, si una persona quiere disponer parte de este patrimonio para este fin no puede hacerlo libremente. "Adicionalmente, si la filantropía quiere hacerse desde una sociedad personal del donante, salvo que exista algún beneficio tributario especial, por regla general constituirá un gasto rechazado que deberá tributar con un 40%. Es decir, la donación le cuesta un 40% más", dice el socio del estudio Guerrero, Valle, Garcés.
Para resolver este problema, el abogado plantea que se debe avanzar en una legislación de donaciones, ya que hoy existen más de 90 normas diferentes que regulan este tema, lo que a su juicio hace ineficiente el sistema. A esto se suma que "las normas que regulan u otorgan limitados beneficios a las donaciones, por lo general son destinadas a financiar proyectos específicos y no a instituciones que se dedican permanente a obras sociales. Creo que más que otorgar beneficios tributarios, basta con no castigar la donación con un impuesto. Eso ayudaría mucho. Hoy existe un proyecto durmiendo en el Congreso que regula el buen uso de las donaciones. Si bien es un buen proyecto, creo que no es suficiente. Necesitamos un cambio cultural importante", dice.