El primer caso de Covid-19 llegó a Chile el 3 de marzo de 2020. Cuarenta y cinco días después se decretó el uso obligatorio de las mascarillas en espacios públicos para evitar el contagio. Desde entonces, es raro ver a alguien sin ella. De hecho, no usarlas o hacerlo de forma incorrecta puede derivar en una multa de hasta cinco UTM, es decir, casi $ 300 mil.
Trascurridos más de dos años de pandemia, es inevitable que las personas y la comunidad científica se pregunten: ¿Hasta cuándo hay que usar el tapaboca?
El movimiento ciudadano Escuelas Abiertas, compuesto por padres y apoderados de distintos establecimientos educacionales, ya lleva adelante una campaña para modificar las restricciones en las escuelas, como el uso de las mascarillas.
“Hace mucho tiempo que el Ministerio de Salud debería haber actualizado sus protocolos sobre uso de mascarillas y cuarentenas de niños sanos. En un país donde casi el 90% de los niños cuenta con un esquema completo de dos vacunas, donde la mayoría de los países sudamericanos dejaron de exigir mascarillas a inicios de 2022, sin resultados catastróficos como se trata de decir acá en Chile infundiendo miedo”, afirma la vocera de Escuelas Abiertas, María Teresa Romero.
En el sitio web del Ministerio de Educación se lee que “dados los altos índices de vacunación en el país, no será necesario establecer aforos en el recinto educativo”. No obstante, añade, “en los recreos el uso de mascarillas es obligatorio”. Esto también corre para las clases, con lo que el cubreboca está presente durante toda la jornada escolar.
Ahora, la discusión sobre el uso de la mascarilla aborda a toda la población, no solo los escolares. Chile es uno de los países donde aún el uso del tapaboca es estricto. De acuerdo a las medidas actuales -anunciadas el 6 de abril, tres semanas después de la instalación del gobierno del Presidente Gabriel Boric- la mascarilla no siempre es obligatoria.
Según la normativa, en la fase de alto impacto sanitario el uso de la mascarilla es obligatorio en todo momento, tanto en espacios abiertos como cerrados. Sin embargo, la situación cambia en las otras dos etapas del plan Seguimos Cuidándonos Paso a Paso: en medio impacto sanitario y bajo impacto sanitario, la estrategia sanitaria exige el uso de mascarilla en todo momento en espacios cerrados, mientras que al aire libre, donde se puede mantener una distancia de al menos un metro entre las personas, está autorizado no usar la protección.
Que sí, que no
En el mundo científico las opiniones sobre mantener o no el uso de la mascarilla son diversas: las hay antagónicas y otras que apuntan a una desescalada.
La académica en Salud Pública de la Universidad Diego Portales Dennisse Brito sostiene que esta es una medida que no se debe eliminar aún, especialmente en los meses de invierno: “En nuestro país se ha mantenido el uso de la mascarilla en todos los espacios. Desde el área de la salud nosotros lo vemos como algo positivo, pues aún la pandemia no termina y los casos siguen altos, además, han aparecido otros virus respiratorios, como lo vimos este invierno”.
Desde el Colegio Médico comparten la misma opinión. Patricio Meza, presidente del gremio, afirma que “el uso de la mascarilla en nuestro país ha sido una de las medidas más exitosas del manejo de la pandemia, al igual que la vacunación. Creemos que el uso de este utensilio ha evitado que muchas personas se contagien, no solamente de Covid-19, sino que también de otros virus respiratorios”. Frente al debate de relajar la medida, el especialista advierte que aún no es el momento: “Sumando y restando, creemos que en nuestro país el uso de la mascarilla sigue jugando un rol importante”.
Otros expertos son partidarios de dejar la mascarilla, siempre y cuando la estrategia de inmunización mejore. El director del Instituto de Salud Pública de la U. Andrés Bello, Héctor Sánchez, es uno de ellos.
“En nuestro país tenemos una cantidad de personas sin vacunar muy importante, alrededor de cuatro millones están rezagados y, además, tenemos baja conciencia de riesgo. En esa perspectiva, el uso de la mascarilla aún tiene una razón de ser, al menos en los lugares cerrados o en aquellos espacios donde se junta mucha gente sin distanciamiento social. En esas condiciones debiese seguir utilizándose. En los espacios abiertos, como en las calles o en los parques, esta medida ya no tiene mucho sentido”, dice Sánchez.
Según los datos del Ministerio de Salud -actualizados al 26 de agosto-, hay 1.627.942 personas que están atrasadas con su tercera dosis y 1.887.633 con la cuarta. Apenas el 71% de la población objetivo se ha vacunado con el segundo refuerzo. Es decir, hay casi 3,5 millones de dosis rezagadas y, por consiguiente, con el Pase de Movilidad bloqueado.
Sin embargo, Sánchez advierte que la población está cansada de las restricciones sanitarias y por eso hay que trabajar para flexibilizarlas. En ese contexto, añade que “si los contagios estuvieran bajos, se podría relajar el uso de la mascarilla, porque la gente está muy cansada. Sin embargo, paralelamente hay que hacer una estrategia de comunicación muy fuerte por parte del Ministerio de Salud para crear conciencia, porque ahí estamos al debe”.
La exsubsecretaria del Minsal y directora ejecutiva del CIPS, Paula Daza, coincide que “las personas están cansadas, hay fatiga pandémica. Entonces, como país y autoridades hay que demostrar dinamismo, de que se está haciendo una evaluación y no estamos estáticos con respecto a las medidas”.
En ese contexto, Daza también afirma que hay que implementar una campaña más fuerte: “Hoy vemos una población cansada y que no está respetando las medidas. Por lo tanto, tenemos que ir mostrando que podemos dar algunos pasos hacia adelante, pero tenemos que acompañarlos con una buena comunicación de riesgo y fortalecer sobre todo la vacunación, que sabemos es el pilar fundamental. Hay que llevar las vacunas a las personas, pero hoy yo veo un sistema de salud paralizado con respecto a nuevas estrategias para acompañar esta desescalada que es tan importante”.
Sin embargo, las autoridades del Ministerio de Salud insisten en mantener el uso del cubreboca. De hecho, tanto la ministra como los subsecretarios han recalcado esta medida durante las últimas vocerías y en las medidas que apuntan a la realización del plebiscito y las Fiestas Patrias.
“Hay que ser muy claros en que la mascarilla es una de las medidas fundamentales de prevención y de protección que tenemos contra el Covid-19. En contextos de espacios cerrados, donde hay una alta probabilidad de que una persona contagiada contagie a otra, el uso de mascarilla es extremadamente importante”, expresó subsecretario de Salud Pública, Cristóbal Cuadrado, durante el balance del martes pasado.
El relajo de otras medidas
La mascarilla no es la única medida que está en duda. Durante las últimas semanas el aforo también ha sido tema de debate.
Chile es de los pocos países que aún es muy estricto respecto a la asistencia de público a eventos. En ese contexto, este jueves entraron en vigencia las nuevas medidas de aforo para la fase de medio impacto sanitario. Así, en recintos abiertos el aforo podrá llegar hasta el 85% de su capacidad normal, mientras que en lugares cerrados, hasta el 75%.
El resto de los escenarios sigue igual: en la etapa de bajo impacto sanitario se podrán realizar reuniones en espacios sin restricciones de aforo ni distancia física, pero todas las personas deberán mostrar su Pase de Movilidad; mientras que en la fase de alto impacto sanitario se permitirá realizar eventos masivos con un aforo máximo de hasta 200 personas, supeditado al uso de mascarilla y a la exigencia del pase. Eso sí, los aforos específicos quedan sujetos al metraje del lugar.
En ese contexto, el jefe del programa de Políticas, Sistemas y Gestión en Salud de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Chile, Cristián Rebolledo, sostiene que “hoy estamos en un momento en el cual hay que observarr lo que se ha hecho en otros países, mirar estudios y determinar lo que sirve, como la vacunación, mascarilla y pase de movilidad, y lo que no sirve tanto, como los aforos o el control de la temperatura”.
¿Y qué dice la Organización Mundial de la Salud (OMS)? “Las mascarillas son esenciales para reducir la transmisión y salvar vidas”, se lee en su sitio web, donde también recomiendan que los cubrebocas deben estar incluidos en una estrategia integral del tipo “¡Hágalo todo!”, la cual abarca el distanciamiento físico, evitar entornos cerrados y concurridos en los que haya contacto directo entre personas, garantizar una buena ventilación de los espacios interiores y lavarse las manos con regularidad.