Con la red de salud saturada de atenciones por coronavirus y en medio de las extensas cuarentenas, la sala de espera terminó trasladándose desde el centro médico a la casa, frente al computador.

Y es que aunque la telemedicina -o más específicamente las videoconsultas- no son un concepto nuevo, esta ha tenido un desarrollo acelerado en el país durante la primera ola de la pandemia, que paralizó la red asistencial y casi todas las atenciones no relacionadas al Covid-19.

De acuerdo a los datos de la Superintendencia de Salud, entre marzo y septiembre de este año las isapres registraron un total de 168.436 prestaciones de telemedicina. La especialidad más demandada es la medicina general, e inmediatamente después, las consultas psiquiátricas. Dermatología, neurología y pediatría también han comenzado a ganar terreno bajo esta nueva modalidad de atención.

Por sexo, quienes más consultan son las mujeres. Según el mismo reporte, son ellas quienes registran el 57% de las atenciones remotas, versus los hombres, donde solo un 43% se ha atendido con un doctor por videollamada. En cuanto a la edad de quienes optan por esta modalidad, son los jóvenes entre 25 y 34 años -una generación más familiarizada con la vida online- quienes se anotan con el mayor porcentaje de atenciones durante la pandemia (27%).

El costo de atención en los recintos privados -si se toma como referencia la consulta de medicina general- fluctúa entre $ 15 mil y $ 30 mil. La prestación cuenta, en general, con una alta cobertura, a lo que se suman los convenios que han celebrado en esta área las aseguradoras de salud, con prestadores preferentes, a propósito de la crisis sanitaria.

Desde las isapres, el presidente de la asociación que las agrupa, Gonzalo Simón, comenta que “el crecimiento de estas atenciones ha sido sorprendente, alcanzando cifras récord durante los periodos de cuarentena, lo que ha sido posible porque las personas tienen un alto manejo de herramientas tecnológicas y mayor acceso a internet, lo que ha permitido democratizar su uso”.

En el sistema público, desde la implementación de Hospital Digital en 2018, se acumulan 1.216.377 prestaciones realizadas, donde solo el año 2020 ha aportado con 870.263 conexiones.

No obstante, en el sector público el fuerte de este año han sido las capacitaciones en medicina intensiva, para “reconvertir” a otros especialistas. Esto permitió, en los meses más críticos de Covid-19, absorber la demanda de pacientes en las Unidades de Cuidados Intensivos.

En cuanto a las atenciones, durante este año han crecido a propósito del plan SaludableMente y de Hospital Digital Rural, en que el paciente se traslada a su posta más cercana y puede conectarse vía remota con un especialista de cualquier área.

En ese sentido, desde el Ministerio de Salud, el subsecretario de Redes Asistenciales, Alberto Dougnac, reconoce que ha sido la misma “pandemia por Covid-19 la que ha validado la telemedicina como una metodología eficiente para resolver muchas atenciones de salud”. Así, y con miras al 2021, señala que este trabajo será “reforzado” en todo el país, con énfasis en las zonas aisladas.

Como impulsor de Hospital Digital, el exministro Emilio Santelices plantea que “la salud digital es mucho más que telemedicina, es una nueva aproximación al desafío de generar atención permitiendo mayor acceso y oportunidad”. El doctor precisa que si bien “no reemplaza las consultas presenciales, las fortalece, complementa y acelera el proceso de diagnóstico y seguimiento de los enfermos”.

Una postura similar tiene el secretario general del Colegio Médico, José Miguel Bernucci, quien comenta que “la telemedicina ha sido una gran herramienta en la pandemia, que aceleró un proceso de instalación que, de otro modo, habría llegado en años. No viene a reemplazar la medicina clínica tradicional, pero sí es un complemento”.

El médico internista, también señala el punto de vista territorial como un escenario donde las atenciones remotas pueden ser la solución a un problema. “Chile, por sus distancias geográficas, la telemedicina aparece como un aporte para dar más y mejor cobertura en zonas extremas aisladas o rurales, mejorando el acceso a la atención de especialistas, apoyado en un médico generalista o de familia. No es un reemplazo, pero seguirá creciendo”.

El dirigente, aunque asevera que esta modalidad se mantendrá tras la pandemia, asegura que son necesarias modificaciones legales que fijen responsabilidades civiles y legales respecto de estas atenciones. “Normalmente, la ley va atrasada de la realidad”, dice.

En esa línea, el Superintendente de Salud, Patricio Fernández, plantea que uno de los desafíos para los prestadores es poder cumplir con la ley de derechos y deberes del paciente. “No existen aún estándares de calidad establecidos en la atención a distancia, estamos trabajando para poder acreditarlos”, comenta.

Fernández adelanta que “quien dicta las normas es el Minsal, pero nosotros estamos proponiéndole los estándares de calidad en la atención y seguridad de los pacientes -como aspectos de privacidad- que deben tener las consultas por telemedicina”.

Una regulación enfocada en aquello, plantean, es urgente, pues un 90% de los prestadores privados ya ha adoptado las atenciones de telemedicina, asegura el presidente del Consejo Médico de Clínicas de Chile, el doctor Cristián Ugarte.

Ugarte detalla que en la red asistencial privada, “durante el peak de la pandemia, con las consultas en el 20% de lo habitual, un 30% se hizo por telemedicina, e incluso, en algunos prestadores fue el 50%. Es indiscutible que la situación de la pandemia aceleró en chile los procesos de telesalud, y dentro de esos, la consulta médica por telemedicina que ayuda en forma importante frente a ciertas condiciones de las personas”.