Esta mañana se confirmó la muerte de Felipe Santander, que se convirtió en la primera víctima chilena por fiebre amarilla. El joven de 35 años había llegado a Brasil el pasado 29 de diciembre junto a su polola para pasar el periodo de vacaciones.
Santander había viajado hasta Isla Grande, una isla del estado de Río de Janeiro, que está rodeada de playas y de bosques, lugar donde se habría contagiado con el virus.
Así lo indicó su hermana Daniela, quien además señaló que Felipe "se oponía a vacunarse por un tema ideológico".
"Mi padre le manda un correo cuando empieza a ver en los medios que esto se estaba haciendo latente y saliendo a flote y él no accedió a la vacuna, de hecho, allá ya no habían dosis. Pero él de todas maneras no lo iba a hacer", dijo en conversación con Ahora Noticias.
Entrevistada por 24H, además, se refirió al momento en el que su hermano comenzó a manifestar los primeros síntomas. Eso ocurrió el viernes pasado, por lo cual se dirigió a un hospital de Angra dos Reis, donde lo estabilizaron y dieron de alta.
"Después de dos días empezó a sentir los mismos síntomas, recayó muy grave, a tal nivel de perder la conciencia. Se fue al mismo hospital de antes, le hicieron exámenes y ahí arrojó que tenía fiebre amarilla", agregó. En este sentido, señaló que hubo negligencia de parte del recinto de salud por haber otorgado el alta médica, pese a haber tenido los síntomas del virus: "ellos avisaron que estaban internados en isla grande", contó.
Tras el diagnóstico, Felipe Santander fue trasladado a un hospital en Río de Janeiro en estado grave, para recibir un tratamiento más adecuado. "Ahí le tomaron de nuevos exámenes y corroboraron que tenía fiebre amarilla, y nos contaron que su estado era gravísimo y que tenía tres órganos comprometidos: el hígado, páncreas y riñones", dijo.
En esa oportunidad, los médicos informaron a los familiares de Santander que su pronóstico de vida era de un 10%.