A las 7 de la mañana de ayer aterrizó en el aeropuerto de Fiumicino, en Roma, el vuelo AZ 689 de Alitalia. A bordo venían los obispos Cristián Caro y Gonzalo Duarte, y el cardenal Francisco Javier Errázuriz. Horas más tarde llegarían los obispos auxiliares de Santiago Galo Fernández y Cristián Roncagliolo, completando así el grupo de 31 prelados de la Conferencia Episcopal chilena -más tres obispos eméritos- que a partir de mañana mantendrán en Roma una serie de encuentros con el Papa. Los mismos que vaticanistas y expertos en temas de Iglesia no dudan en calificar de inéditos e históricos. Ello, pese que hasta ahora la información oficial sobre cómo se desarrollarán las reuniones es escasa y los propios obispos que no lo tienen claro.
"Yo no soy profeta, no sabemos cómo van a ser (los encuentros), este Papa acostumbra a hacer cosas imprevistas (...); vengo con el corazón abierto, con mucha fe, creo que en él habla Jesucristo para nuestro tiempo y por eso va a ser de mucho provecho", comentó el cardenal Errázuriz, cuya presencia en la reunión estaba descartada hasta hace solo tres días, pero que finalmente se embarcó a Roma tras haber recibido un llamado en el que se lo "invitaba" a asistir por expresa petición de Francisco. Sobre este punto, el cardenal reiteró que "muchas veces, personas que son de la quinta edad no cambian de opinión, pero me pareció que el Papa deseaba que viniera".
Fuentes cercanas a la Iglesia chilena aseguran que el Pontífice quiere que todos los obispos -con excepción de los que enfrentan graves problemas de salud- estuvieran presentes en los encuentros. Un hecho que varios vaticanistas consultados por La Tercera consideran como una señal clara de que la situación es compleja. "Se viene duro", dice la periodista argentina y biógrafa de Francisco, Elisabetta Piqué.
Una señal que reforzó esa percepción fue el comunicado difundido este sábado por la sala de prensa del Vaticano, en el cual se señaló que en la cita se buscarán discernir "las responsabilidades de todos y cada uno" frente a lo que calificó de "heridas devastadoras". Y agregó que se estudiarán "cambios adecuados y duraderos", para evitar la repetición de estos "actos siempre reprobables".
Un comunicado "duro y claro", comentó el vaticanista del diario español ABC, Juan Vicente Boo, que respondería, según fuentes conocedoras del tema, a la molestia del Papa tras conocer los alcances del informe de 2.300 páginas elaborado por el arzobispo de Malta, Charles Scicluna, tras su paso por Santiago, en febrero pasado, y que va "más allá del tema del obispo Barros".
En la indagación del arzobispo Scicluna y el sacerdote Jordi Bertomeu se recabaron los testimonios de 64 personas, pese a que inicialmente se preveía que no se entrevistaría a más de 25. En ese trabajo se incluyó, por ejemplo, la situación de la Congregación de los Hermanos Maristas. Elementos que habrían dado cuenta de una falla más estructural en la forma de abordar la situación a distintos niveles. Por ello, según reconocen fuentes cercanas a la Iglesia chilena, ha tomado fuerza en los últimos días la idea de que entre las posibles medidas que podría tomar el Papa está la decisión de designar un visitador apostólico para Chile. Sin embargo, como no es posible que éste intervenga a toda la Iglesia chilena, lo haría solo en las diócesis más afectadas.
Entre algunos obispos chilenos, sin embargo, aún hay cierto desconcierto frente a la convocatoria del Papa. "Esto que llame a todos los obispos es muy raro", comentó el propio cardenal Errázuriz, antes de agregar que con ello se da la idea "de que la Iglesia chilena está muy mal". Sin embargo, existe seguridad de que la cita será beneficiosa y permitirá "restaurar la confianza en la Iglesia", como indicó el comunicado del sábado.
Eso espera, por ejemplo, Voces Católicas. "Esta cita marcará un antes y un después, no solo para la Iglesia chilena, sino para la de todo el mundo, porque para el Papa marca un ejemplo de la conversión pastoral que él busca para la Iglesia", dijo Sergio Carrasco, director de comunicaciones del movimiento en Chile.
Las reuniones se concentrarán finalmente entre el martes y el jueves. En ellas participarían, además del Papa, el cardenal Marc Ouellet, prefecto de la Congregación para los Obispos; el arzobispo de Malta, Charles Scicluna, y el sacerdote Jordi Bertomeu.
Serán reuniones individuales y grupales con los obispos. Estas últimas se llevarán a cabo, como señaló la Santa Sede, en la "auletta" del Aula Paulo VI, una pequeña sala adosada al auditorio construido para las audiencias papales.
Trascendió que en la Casa Santa Marta, donde hace pocas semanas alojaron tres víctimas de Karadima (Juan Carlos Cruz, José Andrés Murillo y James Hamilton) estarán solamente los obispos que presenten algún problema médico reciente. El resto de los jefes de diócesis se quedará en la Casa del Clero, a unos 200 metros de distancia.
El sigilo con que se ha manejado la forma en que se llevarán a cabo las reuniones se debe a que ha sido el propio Papa quien ha manejado personalmente el proceso y estaría trabajando en un documento que les leerá a los prelados, cuyo contenido se mantiene en secreto.