El caso del sacerdote Tito Rivera, quien enfrenta una denuncia por eventual violación en la Catedral, ha provocado diversas reacciones, tanto dentro como fuera de la Iglesia Católica chilena. Una de ellas es que un grupo de cerca de 70 sacerdotes de la diócesis de Santiago suscribió una carta, que desde las 20 horas de ayer comenzaron a difundir entre los fieles, en misas y otros encuentros religiosos.

La misiva, que en rigor es una reflexión sobre toda la crisis de la Iglesia criolla, nació del chat que mantienen los sacerdotes de la capital, y que justamente fue creado por el Arzobispado de Santiago. En el documento los presbíteros dicen que sienten dolor y vergüenza por "los delitos y las situaciones de escándalo que seguimos conociendo de parte de miembros de nuestro clero", y aseguran que esperan que "todos los delitos sean sancionados oportunamente por la justicia civil, como corresponde, y que se apliquen las sanciones canónicas más rigurosas".

El texto, además, indica que "este tiempo de purificación" debe servir para que la Iglesia sea "menos poderosa a los ojos del mundo, pero a los ojos de Dios más cercana y misericordiosa".

Respecto de los casos de abuso, la carta plantea que "nos avergüenza que hermanos sacerdotes, en quienes nosotros también habíamos puesto nuestra confianza, hayan cometido distintas formas de delitos. Nos duele por las víctimas y nos decepciona ver cómo degradan el sacramento del orden sacerdotal y también banalizan otros sacramentos, como la confesión y el matrimonio".

Por último, los sacerdotes plantean que trabajarán en "la prevención de abusos en nuestras comunidades" y que quieren "colaborar con la justicia civil, ayudando a que se logre transparencia y se apliquen las sanciones correspondientes (...) Buscaremos estar más cerca entre nosotros, los sacerdotes, atentos a las señales que indiquen cualquier atisbo de abuso, de manera de poder prevenirlos y ayudarnos".

Sin embargo, no todos los sacerdotes de Santiago, donde hay cerca de 253 diocesanos, suscribieron el texto. Algunos, quienes fueron contactados por La Tercera, se abstuvieron por considerar que no mencionaba la responsabilidad de los obispos.

Desde el departamento de comunicaciones de la Iglesia de Santiago se informó que el obispado estaba en conocimiento del documento, que se participó en su redacción y que se hizo sugerencias a su contenido. El arzobispo Ricardo Ezzati manifestó que "apoyo la carta de los presbíteros que la suscriben. Me parece honesta y, sobre todo, coherente con la vocación, misión del ser sacerdotal".

El sacerdote Osvaldo Fernández es uno de los religiosos que suscribió el documento, y comentó que "se han sumado religiosos de otras diócesis. Queremos ayudar a la reflexión en nuestras comunidades. Eso es lo que nos mueve".

Carlos Irarrázaval, párroco de El Bosque, también adhirió a la misiva: "Es imposible quedarse callado. Queremos decir un téngase presente al pueblo fiel, decir que aquí hay curas felices de ser curas, que nadie nos ha obligado a ser curas".