El impacto de los ataques en la Línea 4 del Metro: un zoom a los daños
A una semana de la crisis, algunas estaciones del trazado que une Providencia y Puente Alto aún permanecen cerradas debido a la destrucción en sistemas eléctricos, ascensores y boleterías.
Da la impresión de que hubiera caído una bomba. Kilos de vidrios rotos en el piso, techos y paredes quemadas, tendidos eléctricos destruidos y mucha basura. Es el panorama que se puede apreciar en una de las estaciones de la Línea 4 que fue blanco de los ataques hace una semana: Trinidad, en La Florida, la que hoy luce cerrada, debido al impacto que sufrió su infraestructura.
Según la empresa Metro, de un total de 136 estaciones que posee la red, 118 registraron daños por incendios y destrozos, siendo la Línea 4 la más perjudicada. Este servicio, que une Providencia y Puente Alto a lo largo de 24,7 kilómetros, sufrió incendios en cinco de sus puntos de acceso. El viernes se informó que el resto del trazado funcionará de manera normal entre Tobalaba y Quilín desde hoy.
Un recorrido realizado por La Tercera en la estación Trinidad muestra el nivel de daños tras las protestas: cuatro torniquetes arrancados, la boletería destrozada y los tres ascensores con sus cajas removidas, por lo que deberán ser reemplazados. Casi la totalidad de los vidrios están quebrados, al igual que la señalética y las barandas. Uno de los hechos más graves fue el incendio en la oficina del jefe de estación, que alcanzó el tendido eléctrico de baja y mediana tensión que energiza el recinto. La empresa también informó que resultaron vandalizados los sistemas que permiten la seguridad en el tráfico de trenes. A su vez, el revestimiento exterior de la estación terminó seriamente dañado tras ser consumido por las llamas el viernes 18 de octubre.
Aunque la estatal no precisó el monto que involucran los destrozos en Trinidad, a nivel general, las pérdidas por los daños ascienden a US$ 376 millones en la red, por perjuicios en la infraestructura y 10 trenes quemados.
Ariel López, investigador del Núcleo Milenio de Movilidades y Territorio (Movyt) explica que podría haber "daño estructural de las estaciones de esa línea en el cemento y en los fierros, pues fueron sometidos al calor con los incendios. En simple, el material cede". Añade que estos espacios tienen que ser sometidos a un estudio profundo para determinar el estado en que se encuentra la estructura. Además, advierte que entre los elementos más importantes a revisar están los sensores de las vías (una especie de "maleta" o caja que se ubica sobre los rieles), que detectan la presencia de trenes y permiten el tráfico del resto de los convoyes.
Barrios afectados
Los vecinos de las estaciones que aún permanecen sin operar han recibido el impacto de la falta del metro en la última semana. El alcalde de La Florida, Rodolfo Carter, señala que debido a la ausencia del tren subterráneo han debido arrendar flotas de buses para ayudar a la movilización en los barrios: "Hemos gastado $ 25 millones para que los vecinos tengan servicio; se ha tornado casi imposible viajar en algunos sectores".
La profesora María Eugenia Palma, quien vive a pocas cuadras de la estación Trinidad, acudió junto a otros miembros de su iglesia cristiana a limpiar el entorno: "Trato de ayudar en la reconstrucción. La gente necesita el metro para algo tan básico como es ir a trabajar". Otra vecina, Marta (70 años), agrega que "tenemos que esperar horas para que pase una micro para ir al centro", y advierte que "nuestra calidad de vida fue perjudicada; nos levantamos muy temprano para lograr salir y volvemos tardísimo porque no tenemos cómo llegar".
Durante los últimos años se formaron emprendimientos en torno a la red del metro. Por ejemplo, en el caso de Trinidad, una flota de alrededor de 30 taxis ofrece acercar a los vecinos hacia villas aledañas. Enrique Jiménez, conductor de este servicio, relata que en las últimas jornadas "no hemos tenido ganancias porque nosotros vivíamos de la llegada de pasajeros. De una u otra manera, todos nos hemos visto afectados".
Hasta el fin de semana, no había un resguardo permanente de Carabineros o militares en las estaciones de la Línea 4 durante el día, por lo que manifestantes se mantenían apostados en los ingresos de las estaciones, como Elisa Correa, realizando "cacerolazos", e intentaban ingresar a los recintos con el fin subir a caminar a través de las vías, y tomarse fotografías. También aprovechaban de continuar grafiteando el lugar.
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