A las 8:00 horas de este domingo, Felipe Rojas Lobos (25) regresó a la bodega en Conchalí donde fue encontrada Fernanda Maciel Correa: la mujer de 21 años, y con siete meses de embarazo, que desapareció el 10 de febrero de 2018 y cuyos restos aparecieron en ese lugar, el 24 de junio del año pasado.
Rojas, el único formalizado por la muerte de Maciel, y a quien se le atribuyen los delitos de homicidio, aborto e inhumación ilegal, llegó acompañado de la persecutora Patricia Varas, de la Fiscalía Metropolitana Centro Norte y de la Brigada de Ubicación de Personas de la PDI. El proceso duró tres horas. Durante el desarrollo de la pericia el imputado, según Pedro Díaz, abogado de la familia Maciel Correa, confesó el crimen.
“Él comenzó relatando cómo ambos quedaron de acuerdo para juntarse en la bodega. Luego dijo que se sentaron, conversaron y fumaron un pito de marihuana”.
Según Díaz, a continuación Rojas contó que cuando terminaron de fumar y Maciel se quiso ir, él la agarró del cuello provocando su desmayo. Tras eso, Rojas dijo que la arrastró hacia el interior de la bodega.
“Confesó que la acostó entre sacos, le subió el vestido y le desgarró la ropa interior, para luego proceder a violarla. Mientras lo hacía, Rojas dijo que Fernanda estaba inconsciente”, agrega el abogado querellante.
El imputado también sostuvo que, cuando terminó, le amarró los brazos a su víctima y la introdujo en un saco que envolvió con telas. Su cuerpo fue enterrado en ese lugar, según la confesión, usando cloro, insecticida y cal. Al día siguiente, Rojas regresó con cemento para tapar la fosa que había cavado.
Todo eso, explica Díaz, eran cosas que sabían. Desde el lunes tenían un preinforme realizado por peritos de la familia, que concluía algo macabro. Que Fernanda Maciel, como dice ahora Díaz, “fue enterrada viva”.
La molestia de la familia
Ese mismo lunes 14 de diciembre, la madre y la hermana de Fernanda Maciel se enteraron de las circunstancias del crimen. Desde entonces, dice su abogado, “que están con una rabia descontroladísima”.
Por lo mismo, no se sorprendieron demasiado con la confesión.
“Ya teníamos esos antecedente por un informe de nuestro equipo legal, donde se nos adelantó gran parte de lo que él confeso”, dice Valentina Maciel (28), hermana mayor de la víctima.
Una vez que la reconstitución de escena concluyó, Pedro Díaz reunió a la familia Maciel Correa y les contó los detalles de la declaración. Aunque el relato sólo venía a confirmar lo que ya sabían, escucharlo no fue fácil: “nos provocó pena, rabia e impotencia”, admite la hermana.
Luego de eso, Valentina Maciel hizo una vocería. “Lo único que pido ahora es justicia. Que en este país de una vez se haga justicia y que las mujeres dejemos de ser víctimas de violación, de maltrato”, comentó frente a los medios presentes.
Horas más tarde, en su casa y en conversación con La Tercera, la familia criticó el trabajo de la fiscalía y las policías.
“La verdad es que ha sido deficiente, negligente e irresponsable. En momentos parecía que era una improvisación”, indicó.
Maciel comenta que la PDI entregó un informe en abril de 2018, “con una línea investigativa justamente relacionada con lo que hoy conocemos. A pesar de eso, la fiscal Patricia Varas insistió en darle las pericias al Servicio de Encargo y Búsqueda de Personas de Carabineros. A la PDI sólo les dejaron periciar el antejardín de la bodega”.
El Ministerio Público tiene plazo para investigar hasta la primera semana de febrero. Sin embargo, el abogado querellante cree que esta confesión podría adelantar ese cierre. Tampoco se descarta aún la colaboración de terceros, como cómplices o encubridores.
Ni la PDI ni la Fiscalía Centro Norte quisieron hacer comentarios.