Marta Morales (56) es madre soltera de seis hijos. Hace 11 años llegó a vivir al campamento Los Faldeos de Vista Hermosa, en Puente Alto, debido a la escasez de dinero que le impedía arrendar un hogar para ella y su familia. Fue así que, por decisión propia, hoy forma parte de las 150 familias que viven en un terreno tomado al suroriente de Santiago, bajo casas construidas con restos de madera, pisos de placa metálica y nylon como aislante.
Estas características han convertido al campamento en una “zona de riesgo” que mantiene a la comunidad en alerta durante todo el año: “Nosotros vivimos al lado de un canal. Hace un tiempo la Sociedad del Canal de Maipo lo tapó con tierra como medida de seguridad. Si bien esto evitó que el agua pase por ahí, ahora tenemos un barranco que puede derrumbarse en cualquier momento por los temblores o la lluvia”, sostiene la jefa de hogar.
Marta y su familia forman parte de los 81 mil hogares a lo largo de Chile que viven en asentamientos irregulares producto de la crisis habitacional que aqueja a Chile desde hace más de 30 años. Pero no solo eso, sino que su realidad se enmarca dentro del 80% de los campamentos -desde el norte del país hasta la Región Metropolitana (RM)- que se encuentran expuestos a distintos tipos de amenaza tales como remoción de masa, sismos, incendios forestales y sequía.
Solo en la RM existen 138 campamentos con 19.444 familias. De estos, 90 se encuentran expuestos a amenazas de inundación, principalmente en las comunas de Lampa, Colina, Maipú, Puente Alto y San José de Maipo.
A nivel nacional, los principales siniestros que acechan a las comunidades instaladas ilegalmente son los derrumbes o deslizamientos (67%), incendios (54%) e inundación o desbordes (28%).
Así lo deja en evidencia TECHO-Chile, que junto al Centro de Investigación para la Gestión Integrada del Riesgo de Desastres (Cigiden) realizó el estudio “Exposición a amenazas y vulnerabilidad: La continua emergencia en los campamentos en Chile, Parte 1″, que además revela que más de 55 mil menores de 14 años viven en este tipo de asentamientos y que más de la mitad de las familias en la RM son migrantes (56,8%). En este último capítulo, otras zonas con altas cifras corresponden a Antofagasta (66,6%), Arica (43,5%) y Tarapacá (39,4%).
Para Javiera Moncada, coordinadora de Investigaciones Territoriales del Centro de Estudios de TECHO-Chile, los riesgos no solo se explican por el sector social en donde residen las personas, sino que el fenómeno también posee un componente económico que aumenta la vulnerabilidad de las comunidades.
“El riesgo actualmente se entiende como una construcción social compuesta de varios elementos. Por un lado está la amenaza que puede ser natural o humana (inundaciones, cambio climático, etc.) y por otro lado, la vulnerabilidad y la exposición. Con vulnerabilidad nos referimos a las comunidades y a cuán vulnerables son frente a una amenaza. Aquí es donde entra el factor socioeconómico porque determina, por ejemplo, la posibilidad de acceder a mejores construcciones, a servicios básicos, a redes de apoyo, lo que se asocia a una capacidad de resiliencia mayor o menor ante el desastre”, explica.
Incendios: Ñuble y Valparaíso
De acuerdo al estudio, cada región posee una identidad propia que la hace más propensa a ciertas amenazas. En este sentido, en la macrozona norte y centro-norte del país, un 88,4% de los campamentos y 59.639 familias que habitan en este tipo de asentamientos se encuentran propensos a remociones de masa, inundaciones, sismos, incendios forestales y sequía. Incluso, de los 579 campamentos mencionados, 337 (58%) se encuentran expuestos a más de una amenaza.
Un ejemplo de esto se evidencia en Región de Valparaíso, donde 23.832 familias habitan en asentamientos irregulares expuestos a diversos fenómenos naturales. Uno de estos son los incendios forestales.
Así lo relata Luisa Muñoz (44 años), comerciante y que hace 22 años forma parte del campamento Nueva Sinaí, ubicado en la comuna de Valparaíso. En 2012, su comunidad se vio afectada por el incendio que consumió más de 100 viviendas de la toma, las que de a poco han sido reconstruidas gracias a la gestión que ha desarrollado el comité de vivienda del campamento junto a la municipalidad.
Pese a los avances que ha tenido el campamento frente a la recuperación de viviendas, Muñoz explica que para ellos los incendios son “un peligro del día a día. Todos los años, sobre todo en época de verano, tenemos que luchar para que la gente haga sus cortafuegos y así proteger nuestra toma. Es un trabajo en conjunto por educar a nuestra comunidad a que debemos cuidarnos entre nosotros, porque nadie más lo hará”, sostiene.
Según cifras del informe de TECHO, los campamentos de Valparaíso ocupan el segundo lugar en cuanto a amenaza de incendios forestales (35%). El primer lugar lo ocupa la región de Ñuble (54%) y el tercero, Biobío (20%).
Ignacio Valenzuela, director de construcciones y emergencia de TECHO-Chile, recalca que “si pensamos el riesgo como una ecuación, que se da tanto por la amenaza, la exposición y la vulnerabilidad, sabemos que la amenaza es un factor que no podemos alterar, pero sí podemos generar políticas públicas en los otros dos aspectos: la vulnerabilidad y exposición”.