El 10 de octubre de 1980, Isabel Grandón, de entonces 25 años, daba a luz a su tercer hijo en el Hospital Barros Luco de Santiago. Se trató de un parto por cesárea y de acuerdo a la madre, con resultado exitoso. "Yo vi nacer a mi guagua. Estaba consciente. Vi cuando el doctor sacó la guagüita. Estaba coloradita y llorando. Le pregunté qué fue y me dice 'niñita y sanita'. En ese momento me tiran una sábana en la cara y hasta ahí llego yo", relató la mujer, hoy de 61 años.

Sin embargo, María Magdalena -como Isabel pretendía llamar a su bebé- nunca estuvo en sus brazos. Tras consultar reiteradas veces por ella, le indicaron que había pasado a una incubadora al haber nacido bajo peso. En la sala de Neonatología la vería por última vez.

"Mi hija estaba en el rincón, en la ventana. La estuve viendo harto rato. Ella estaba con un suerito en la mano derecha y respirando normal. No era una guagua desnutrida ni tan chiquitita tampoco. Era como cualquier guagüita", indica la mujer.

Al día siguiente, cuando intentó verla de nuevo, le informaron que la menor había fallecido. El hospital envió el cuerpo a la morgue y se la entregaron a la cuñada de Isabel en un cajón cerrado, a quien se le obligó a ir directamente al cementerio a sepultar los restos. "En el informe de parto se individualiza al médico que me asistió y se indica que mi parto fue de siete meses, lo cual no es así.

Mi hija nació de nueve meses. Nuevamente están mintiendo. Yo sé que me la robaron", insiste Isabel.

Tras 38 años de aquel entonces, el testimonio de Isabel se suma a otros 16 hechos ocurridos entre 1973 y 1990. Todos vinculados a eventuales adopciones irregulares de menores.

Luego de recibir diversas denuncias voluntarias, el Instituto Nacional de Derechos Humanos (INDH) presentará acciones legales. Se trata de cuatro querellas criminales por desaparición forzosa de niños en contra de quien o quienes resulten responsables. La primera acción se realizará hoy, y a ella se sumarán otras tres idénticas que se preparan para la próxima semana, además de 10 denuncias. Estas últimas con una figura distinta, luego de que los menores pudieran reencontrarse con sus familias, lo que elimina la figura de posible desaparición.

En opinión de Rodrigo Bustos, jefe de la Unidad Jurídica del INDH, pese a que los casos son diferentes entre sí, poseen un componente que los relaciona, la participación de algún ente estatal de la época. "Los hechos ocurren en contextos disímiles, en distintos centros hospitalarios, aunque con intervenciones en cada uno de ellos de agentes del Estado. En algunos casos personal de salud, funcionarios del Sename, del Registro Civil e incluso del Poder Judicial", indicó Bustos.

Estos casos se suman a la red de tráfico de menores que investiga el ministro en visita de la Corte de Apelaciones de Santiago Mario Carroza, quien indaga más de 500 adopciones irregulares por extranjeros durante los mismos años. Incluso, durante la mañana de hoy miembros del organismo de DD.HH. se reunirán con el magistrado para entregarle los antecedentes.

"No supe nada más de ella"

Jova Jara hoy tiene 56 años. En 1978, cuando restaban meses para ser mayor de edad, dio a luz a Gloria, como llamó a su hija nacida en el Hospital Base de Valdivia. "Yo era una chica campesina menor de edad. Una doctora me dijo que había una asistente social que me podía ayudar con mi bebé. Le hice caso y la profesional me ofrece que busque trabajo y ella ponía a mi guagua en una guardería, que podría verla todos los domingos".

Esperando se cumpla la promesa, Jova trabajó de lunes a sábado como asesora del hogar puertas adentro. Insiste que nunca falló un domingo en visitar a la niña.

Sin embargo, a los seis meses, cuando pretendió retirar a su hija, se le impidió. Incluso, señala, en el Juzgado de Menores de Valdivia la obligaron a firmar unos papeles, a lo cual accedió "por la desesperación que tenía de tener a mi guagua". "Me dijeron que eran para asumir que había recibido ayuda de una asistente social", sostuvo.

A partir de allí asegura que nunca más pudo ver a la bebé. "No me entregaron a mi guagua y no supe nada más de ella. Yo lloraba y le dije a un hombre del juzgado y me contestó que estaba diciendo incoherencias. Me tomó del hombro, me sacó y me tiró a los vehículos. Me arrepiento tanto no haber hecho más cuando salí de allí", relató. Agregó, emocionada, que "no pierdo la fe en encontrar a mi niña".