Son pocos los metros cuadrados en los cuales puede caminar o realizar alguna actividad deportiva la población penal de Chile. Pero un pasatiempo que parece ir en alza en las distintas cárceles es la lectura de libros.
La Dirección de Bibliotecas y Archivos y Museos (Dibam) catastró a más de 4 mil lectores permanentes en los diferentes recintos penitenciarios de todo el país, y, con ellos, la solicitud de más de 20 mil libros durante 2017.
La iniciativa tiene ya tres años y se llama "Plan de Bibliotecas en Recintos Penitenciarios". Fue creada con el objetivo de aportar cultura a través de la instalación de uno de estos espacios en 70 cárceles del país. "Este trabajo involucra el desafío de gestionar para cada recinto una biblioteca integral, donde cada elemento es diseñado o elegido de acuerdo al espacio y realidad de esa unidad penal. Así, la colección bibliográfica, el mobiliario y las suscripciones a periódicos, por ejemplo, son únicos para cada recinto", comentó Miguel Rivera, coordinador de Bibliotecas en Recintos Penitenciarios.
Desde este año, entonces, existe un ranking de lectoría en las cárceles, donde la Región de Valparaíso se instala en el primer lugar, con 3.411 ejemplares leídos en el período, seguido por Atacama (2.954) y La Región Metropolitana (2.851)
Entre las unidades penales destacadas está la de Los Andes, donde, de 300 reos, 80 leen de manera habitual.
Jorge González (29) administra el pequeño espacio para libros, donde registra cada préstamo. Cuenta que al cumplir dos años de condena por fraude al Fisco decidió hacerse cargo de esta tarea. "Piden harta novela de amor, de acción, biografías de mujeres importantes (Gabriela Mistral), novelas (Hernán Rivera Letelier) y ahora la Historia secreta de Chile (Jorge Baradit)", relata.
Una habitué de esa biblioteca es Francis Vega (25), quien fue castigada por receptación y aparece en la lista con 19 tomos pedidos: "Yo no había leído nunca un libro hasta que llegué aquí, donde aprendo palabras nuevas todos los días. Por eso, también pedí un diccionario".
Para Juan Barrientos (45), alias el Nano, la experiencia de la lectura carcelaria comenzó en Alemania, donde estuvo preso por robo con intimidación. Hoy cumple pena por tráfico. "Ahora estoy mejor, puedo entender lo que la gente habla", comentó.
Los resultados para el director de Gendarmería de Valparaíso, Eduardo Muñoz, significan "que baja la violencia, cambia la cultura de resolver conflictos y se resuelve el bullying. Cambia la visión del mundo para los detenidos. Por eso estamos buscando cómo crear ambientes agradables para la lectura y fortalecer este proyecto", indicó.