En Chile, debido a la pandemia originada por el Covid-19, se ha aprobado el uso de emergencia de seis vacunas, de las cuales cuatro ya están en uso: Sinovac, Pfizer, AstraZeneca y Cansino.

Fue así como el 24 de diciembre de 2020, llegó a Chile el primer cargamento de 10 mil vacunas contra el coronavirus, del laboratorio Pfizer y BioNTech, dando inicio a la primera parte del plan de inmunización, dirigida únicamente al personal de salud. Después, en febrero, con la llegada de las dosis de CoronaVac, de la farmacéutica china Sinovac, comenzó el programa de inoculación masivo.

Desde entonces, el Instituto de Salud Pública de Chile (ISP) ha monitoreado el proceso, a través de las notificaciones de Eventos Supuestamente Atribuibles a la Vacunación e Inmunización (Esavi).

El último informe del ISP abarca todos los datos recogidos desde el inicio del proceso de vacunación -diciembre 2020-, hasta noviembre del año pasado. En ese período, se recibieron 14.014 notificaciones Esavi. Es decir, el 0,04% de las dosis administradas en el período, 34.441228 vacunas, generó algún tipo de alerta. Dicho de otro modo, cada 100 mil dosis, se registraron 39,7 Esavi.

Del total de notificaciones, 34 han sido de carácter grave, pues se trata de reportes que asocian la vacuna con el fallecimiento de una persona.

De ellas, 14 notificaciones apuntaron a las dosis de Sinovac, 14 a AstraZeneca y otras 6, a Pfizer. Y hasta ahora, el 85% de los casos ya fue descartado por el equipo de farmacovigilancia de vacunas del ISP. Es decir, en 29 fallecimientos notificados como Esavi no existió vínculo con la dosis recibida por el paciente.

Los otros cinco casos, en tanto, siguen en investigación.

Miguel O’Ryan, infectólogo de la Universidad de Chile, destaca que “las vacunas contra el Covid-19 tienen diferentes tipos de efectos adversos, pero ninguna se ha asociado al riesgo de muerte. Todo lo contrario, la vacuna está protegiendo contra el virus y lleva a reducir la muerte en las personas inmunizadas y hace una diferencia con aquellos que no están vacunados”.

En la tasa de mortalidad, la inoculación tiene resultados positivos. De acuerdo a los registros oficiales del Minsal, la incidencia es de 1,2 en el grupo que ha recibido tres vacunas, es decir, menos de dos personas inoculadas fallecen de coronavirus por cada 100 mil vacunadas. En quienes no cuentan con el refuerzo los fallecimientos por el virus aumentan, pues la tasa se eleva a 5,4.

La integrante del Consejo Asesor Covid-19, Ximena Aguilera, también recalca la importancia de las vacunas en el control de la pandemia: “Gracias a la vacuna hemos podido vivir un brote de gran magnitud como ha sido esta ola generada por la variante ómicron, con una proporción de casos graves mucho menor. Por lo tanto, con menos estrés para el sistema de salud. Si bien las vacunas no reducen totalmente el riesgo de infección, sí reducen la probabilidad de tener casos graves y de fallecer”.

De acuerdo a los datos, la tasa de ingreso a UCI es de 6,5 cada 100 mil habitantes sin protección contra el virus. En quienes tienen su esquema completo esta cifra desciende a 2,3, y en la población con el refuerzo quienes requieren una cama crítica son 0,8 por cada 100 mil habitantes.

Otros efectos adversos

Los Esavi clasificados como serios corresponden al 5,1% del total de eventos adversos reportados, lo que equivale a una tasa de notificación de 2,02 reportes por cada 100.000 dosis administradas.

En el caso de AstraZenca, la manifestación seria más frecuente fue el tromboembolismo, con 2,39 denuncias cada 100.000 dosis administradas. De hecho, el Minsal suspendió la inoculación con esta vacuna en Chile, luego de que un joven sufriera una trombosis, a finales de junio. Sin embargo, luego de una investigación se retomó la inmunización con estas dosis, pero solo en hombres mayores de 35 años.

Mientras, el efecto serio que más se reportó con Sinovac y Pfizer fue la anafilaxia -reacción alérgica grave-, con una tasa de incidencia de 0,85 y 0,75, respectivamente, cada 100 mil dosis administradas.

En ese contexto, Jaime Rodríguez, jefe de Infectología Infantil de la Clínica Alemana y presidente del Comité Asesor en Vacunas y Estrategias de Inmunización (Cavei), recalca que, por esta razón, las vacunas están en constante vigilancia.

Las vacunas que se usan tienen un porcentaje de seguridad bastante alto, además, siempre se están monitoreando, porque puede haber personas que tengan una reacción importante, pues hay quienes pueden tener un factor individual que la haga más susceptible a tener a esa reacción”.

Luego, las manifestaciones clínicas no serias corresponden al 94,9% del total de los eventos reportados, lo que equivale a una tasa de 37,6 notificaciones Esavi por 100.000 dosis administradas.

Dentro de estos, los que más se reportaron fueron fiebre, malestar general, dolor de cabeza, náuseas y reacción en la zona de inyección.

“Esto se llama reactogenicidad y son efectos esperables. Todas las vacunas lo tienen, algunas más, otras menos, dependen de sus componentes. Pero se les exige a las vacunas que tengan baja reactogenicidad y para eso se hacen los ensayos clínicos”, detalla O’Ryan.