“Creo que no hay otro oficial en la institución con tantas horas de vuelo como yo”, dice el general de Aviación (R) Jorge Iturriaga Moreira, de 84 años, casado, con tres hijos y cinco nietos. Y apunta a sus más de 7 mil horas a lo largo de 40 años en la institución, desde 1954, de las cuales cerca de 1.500 fueron a bordo de un C-130 Hércules.
Aquel es un dato esencial. No solo por la notoriedad que alcanzó este modelo tras el accidente del 9 de diciembre pasado, en el que fallecieron 38 personas en el Mar de Drake por razones que aún se investigan. También porque Iturriaga estuvo destinado muchos años al Grupo de Aviación N° 10, del cual llegó a ser comandante, y al Departamento Antártico. Y en ese marco, el 22 de marzo de 1980, hace 40 años y a bordo de un C-130, fue quien lideró el primer aterrizaje en la Antártica.
“Mi primer contacto con la Antártica fue en 1966, cuando el jefe del Comando de Combate, el general Julio De la Fuente, tenía la idea de que había que buscar un lugar y construir una pista de aterrizaje. Como no teníamos conocimiento de la geografía, él dispuso un vuelo fotogramétrico; yo fui en un avión DC-3 a explorar y determinar dónde se podía hacer”, recuerda.
También rememora que años después, en 1979, el fallecido comandante en jefe Fernando Matthei ordenó que se construyera la pista, como parte de la conmemoración de los 50 año de la Fach. “Debía quedar lista el verano de 1980, por lo que a quienes las estaban construyendo les propuse que si la terminaban a tiempo, los traería de regreso en un C-130, evitando que tuvieran que volver en barco al continente. Y lo hicieron”.
¿Cómo fueron los preparativos?
Con el visto bueno del general Matthei me fui a Punta Arenas un par de días antes. Los meteorólogos vieron que ese día iba a estar muy malo y que el 22 empezaba otro frente. Pero ellos mismos me decían que entre estos dos frentes siempre había una o dos horas donde dejaba de llover y de nevar. Con ese pronóstico volé el 22 de marzo. Y aunque los meteorólogos estaban preocupados, se dio el tiempo justo para entrar.
¿Iba más gente?
Como se corrió la voz de esta misión a la Antártica, se sumaron los paracaidistas de los Boinas Azules liderados por el comandante Antonucci. El clima estaba bueno. Cuando llegué hice un sobrevuelo para calcular la altura que ellos necesitaban para lanzarse y ahí hicieron el primer salto de paracaidistas en la Antártica.
¿Cuánto duró?
El vuelo entre Punta Arenas y la Antártica duró dos horas y treinta minutos. Porque el avión es rápido, vuela a 500 kilómetros por hora y el trayecto son poco más de 1.000 kilómetros. Estaba muy seguro y confiado en la misión, tenía bastante experiencia en la nave y ya había aterrizado en pistas mucho más complicadas. Yo estaba tranquilo. Era la materialización de un sueño largamente anhelado por la institución.
¿Tuvo alguna preocupación durante el vuelo?
Como era una pista de tierra la que se había construido, el principal temor era el peso del avión al momento del aterrizaje, ya que es una aeronave pesada, de cerca de 60 toneladas. Con el aterrizaje dejamos una huella en la tierra de unos 10 a 20 centímetros. Mi preocupación era que no tuviésemos problemas en el despegue, porque una cosa es entrar y quedarse ahí, y otra cosa es tener que volver a salir de la Antártica (...) Era muy riesgoso el primer despegue en la Antártica, ya que habíamos dejado una huella en la pista. Sin embargo, el avión es extraordinario y se comportó a las mil maravillas.
¿Tuvo un buen despegue?
A la mañana siguiente despegué a eso de las 9.00 sin ningún tipo de inconveniente. Hicimos una parada en Punta Arenas, donde nos esperaba el general Nelson Sepúlveda, comandante de la brigada de allá, quien estaba muy emocionado por la proeza. A las 18 horas del lunes 23 de marzo estábamos aterrizando en el aeropuerto Los Cerrillos, en Santiago, sin novedad, previo sobrevuelo por la Base Aérea El Bosque mientras se realizaba por primera vez la Fida, hoy conocida como Fidae.
¿Es una ruta muy compleja?
Desde Puerto Montt al sur es un territorio único, ningún país de Sudamérica tiene el clima de Puerto Montt. Respecto de la ruta, no es una ruta extraña o desconocida para nosotros. El avión está capacitado para operar en diferentes condiciones y las tripulaciones de la Fuerza Aérea también. Volé muchas veces al sur y al norte en el Hércules; a Estados Unidos, Panamá, Centroamérica, yo volé hasta China en el C-130, es un avión absolutamente confiable.
En el reciente accidente, ¿qué cree que puede haber ocurrido?
La verdad que es algo muy difícil. Yo pienso que es un misterio absoluto y todas las teorías que uno tenga son tesis nomás. Algunos dicen que hubo una explosión, otros dicen que cayó un aerolito. En la Fuerza Aérea hay grupos de expertos en accidentes, ellos están recabando antecedentes y también se solicitaron peritajes en el extranjero. Yo tengo menos antecedentes que cualquiera de los que están recolectando esa información.
¿Es el avión más confiable para hacer esa ruta?
Es el más preparado, porque no tiene problemas con volar en mal tiempo. He estado en condiciones peores que esas. Una vez me falló un motor en el Cabo de Hornos y llegué con uno menos hasta Tierra del Fuego.