Hace casi dos semanas el Consejo de Facultad de Derecho de la U. de Chile rechazó una solicitud de las alumnas movilizadas que apuntaba a que esa instancia le pidiera al profesor Carlos Carmona que renunciara, como una manera de reparar el daño a la alumna Sofía Brito, que lo denunció por acoso, y también como un gesto para bajar la toma. Tras esto, el viernes de la semana pasada se elevó una nueva propuesta que buscaba que se emitiera una declaración condenando los casos de abuso y mencionando expresamente el nombre del expresidente del Tribunal Constitucional. El consejo solo aceptó hacer la declaración, pero sin mencionar al académico, lo que puso en riesgo las avanzadas negociaciones que habían para deponer la ocupación. El profesor Juan Pablo Mañalich fue uno de los que participó en ese debate.
¿Por qué piensa que no debía estar esta mención nominativa del profesor Carmona?
Yo me referí fundamentalmente al texto propuesto e hice presente que a mi juicio, por una parte el texto propuesto, suponía que el Consejo de Facultad formulara un juicio de calificación jurídica que, en mi opinión y la de varios de los consejeros presentes, no le corresponde a un órgano como el consejo de facultad, porque eso le corresponde a un órgano que lleva adelante un proceso administrativo en la forma de un sumario -y que en este caso concluyó en la decisión que ya es conocida (sanción de tres meses de suspensión).
¿Cuál es su opinión sobre la petición de renuncia que hicieron las alumnas?
Hubo dos argumentos en la sesión que mostraban lo problemático que era que el Consejo de Facultad tomara un acuerdo de esa naturaleza. El primero era de carácter estrictamente jurídico y tenía que ver con el hecho de que si se acordaba solicitar al profesor sancionado su renuncia, y eso ocurría en el contexto de una toma, eso podía dejar abierta la puerta para una eventual judicialización del asunto después de esa renuncia, en la medida en que el propio renunciante pudiese esgrimir que ese había sido un acto que se le había impuesto bajo presión -y a la luz de otros casos relativamente similares que se han producido en los tribunales, diera lugar a, por ejemplo, a través de una acción judicial- esa renuncia pudiera ser objetada.
Como académico ¿cree que el profesor Carmona debe renunciar?
Yo creo que las renuncias son personalísimas y creo que no tiene sustento estar ofreciendo señales acerca de lo que uno mismo haría en una determinada situación. La preocupación fundamental que por lo menos ha estado de mis posiciones en este debate tiene que ver con que el Consejo de Facultad no se extralimite, eso quiere decir que no sobrepase la naturaleza y el ámbito de sus propias funciones.
¿Qué lecciones positivas y negativas rescata de esta movilización?
Algo que ha sido extraordinariamente virtuoso en todo este proceso es que la U. de Chile y en particular la Facultad de Derecho ha tenido ocasión de tomarse muy en serio -y con una inmediatez que obviamente no se había generado con anterioridad- el fenómeno del abuso sexual y del acoso laboral. Por otra parte, algo que ha sido extremadamente lamentable del conflicto actual es que a pesar de la relevancia que tiene la pregunta de cómo nos hacemos cargo de estos casos no hemos podido debatir universitariamente al respecto a consecuencia de la toma. Yo desearía -con la mejor buena fe- que efectivamente esto no termine acá y conversemos muy seriamente, sin condiciones de fuerza, respecto no solo del significado del acoso sexual y laboral sino que en general de la agenda de género.