La actual vida de Karadima, el cura que desató la crisis en la Iglesia chilena
El lunes, en el Vaticano, parte la reunión del Papa con los obispos chilenos. El tema central será el expárroco de El Bosque, quien reside en el Hogar de Ancianos San José. Pariente del religioso da fe del peso que ha significado el episodio para la familia: "Hice un juramento con Dios de que no iba a hablar nunca con nadie sobre esto", dice.
Ya están casi todos en el Vaticano. Y la razón del viaje de los obispos de la Conferencia Episcopal para reunirse con el Papa Francisco, tiene nombre y apellido: Fernando Karadima (88).
Se trata, de acuerdo con vaticanistas y expertos eclesiásticos, de una de las peores, posiblemente la peor, crisis de la Iglesia chilena en su historia. Y su génesis, el expárroco de El Bosque, acusado y condenado canónicamente a una vida de penitencia y oración por abusos sexuales en contra de menores, pasa hoy sus días en el Hogar San José, de las Hermanitas de los Ancianos Desamparados, en la comuna de Lo Barnechea.
Distintos hemisferios y un tema común. Mientras los obispos parten y llegan a Roma desde Pudahuel, producto del informe que elaboró el arzobispo Charles Scicluna sobre eventuales encubrimientos del prelado de Osorno, Juan Barros, en el Caso Karadima, al otro lado de Santiago, en Lo Barnechea, la rutina del exguía espiritual de decenas de jóvenes que crecieron al alero de la parroquia de El Bosque comienza temprano, a las 08.30 horas.
"Desayuna yogurt, algo de fruta y té de bolsa con endulzante", dice su médico desde hace más de 30 años, Santiago Soto. Jamás con azúcar, por su diagnóstico de diabetes. Luego, reza el rosario y se prepara para realizar misa, que no puede ser pública por su condena. Según Soto, nadie dentro del hogar escucha las liturgias que oficia.
A eso de las 13.30 horas almuerza el menú diario de la residencia y, al menos teóricamente, vuelve a rezar hasta tres veces al día.
La vida diaria de Karadima termina tarde. Quienes conocen su rutina cuentan que concluye la jornada escuchando la lectura del rosario de la Radio María a la medianoche, donde hay programas como Chile quiere Vivir y Testigos de la Luz. En cuanto a ejercicio, camina en un pasillo de unos 30 metros de largo.
Se supone que Karadima debe informar de todos sus movimientos fuera del hogar al Arzobispado, pero normalmente no lo hace y se le ha visto caminando por el barrio y en distintos lugares de Santiago.
Soto dice también que el clérigo no es visitado por amigos ni familiares, excepto por "un padre de nombre Nibaldo, que lo va a ver una o dos veces al mes. Le sirve de consejero espiritual y consuelo".
Agrega que una persona está al cuidado del sacerdote, y cuyo pago es reembolsado por Karadima, con recursos propios, al Hogar San José, aunque el pago de la estadía misma corresponde al arzobispado.
Estadía
El valor de la estadía en dicha residencia no es fijo, sino que depende de la pensión que recibe el adulto mayor. Además, este debe ser autovalente, no padecer demencia senil, alzhéimer o parkinson.
Las consultas para saber de Karadima fueron rechazadas por la madre superiora Irene, de las Religiosas de la Congregación de Santa Teresa Jornet. Lo mismo ocurrió con su círculo cercano y familiares, a excepción de su hermano menor, Sergio, quien se limitó a decir a La Tercera que "hice un juramento con Dios de que no iba a hablar nunca con nadie sobre esto".
La actual residencia donde Fernando Karadima cumple sentencia por abusos sexuales a menores está cerca de tres recintos educacionales: Lincoln International Academy, el Colegio Pedro de Valdivia de Las Condes y el Colegio Southern Cross. También hay edificios corporativos, gimnasios, restaurantes y un centro comercial de productos deportivos.
Un feudo
Según quienes conocieron la primera investigación penal que se desarrolló, la parroquia de "El Bosque era el feudo de Karadima, donde lo sexual era un subproducto". Su poder era tal, que incluso se metía en los tratamientos médicos de las personas, según recuerda una fuente ligada a esa investigación. Así, no era extraño que incluso opinara sobre los medicamentos que tomaban algunos feligreses o que incluso se los llegara a cambiar.
Trascendió que actualmente el expárroco toma medicamentos para la diabetes, hipertensión y depresión. "El cerebro piensa que el cuerpo está enfermo, por hechos que no comprende, y que hacen que una persona comience a sentir angustia", justifica un cercano, agregando que "padece depresión diagnosticada por su siquiatra".
A pesar de que fue condenado canónicamente y que la justicia civil determinó que los hechos ilícitos existieron, pero estaban prescritos, Karadima siempre ha reafirmado su inocencia y que jamás tuvo contacto sexual con menores de edad.
Sin embargo, el obispo de Ancud, Juan María Agurto, no duda de la culpabilidad de Karadima. "La Iglesia lo ha comprobado y también la justicia. Por supuesto que es culpable".
Mientras, Agurto y todos los obispos de Chile, entre ellos cuatro vinculados a Karadima, están a la espera del pronunciamiento del Papa sobre su futuro y el de la Conferencia Episcopal criolla.
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