"Destrozos irreparables en monumentos nacionales: Demuelen Basílica del Salvador", decía uno de los titulares de La Tercera del 5 de marzo de 1985, para informar los daños producto del terremoto 7,8° que azotó al país. El encabezado buscaba anticiparse a lo que parecía ser el futuro del templo ubicado entre Almirante Barroso y Huérfanos. Seis días después, una evaluación devolvería las esperanzas.
De estilo neogótico y edificada en honor a las víctimas del incendio de la Iglesia de la Compañía en 1863 -que mató a dos mil personas-, la Basílica del Salvador ha tenido una historia de constante resistencia. Los embates de los terremotos del '85 y luego de 2010 han sido el calvario del edificio, que inició su construcción con el arquitecto alemán Teodoro Burchard en el último tercio del Siglo XIX y fue continuada en la primera parte del Siglo XX por el chileno Josué Smith Solar. A los golpes de la naturaleza se suma una serie de trabajos de reconstrucción que nunca encontraron término.
Los ladrillos del edificio tienen adheridos momentos históricos. Por ejemplo, fue el lugar donde los soldados que participaron de la Guerra del Pacífico se encomendaban para la batalla.
Con todo, su recuperación ha sido trabajo en distintos gobiernos. Ahora, el plan de "reparación parcial" del Ministerio de Obras Públicas -iniciado el 16 de agosto de 2017 y concluido a comienzos de este mes- buscó darle la estabilización suficiente para resistir futuros sismos durante 50 años, a la espera de la restauración definitiva.
Un equipo de La Tercera pudo recorrer el inmueble, observando el estado actual de la iglesia, donde se pueden ver las estructuras añadidas que dan firmeza, así como también los efectos de los daños y el paso del tiempo. Es en el cielo donde se aprecian algunos maderos más frágiles.
La estabilización se basa en la incorporación de una estructura metálica, sostenida por fundaciones soportadas por 40 micropilotes de 24 metros de profundidad. Asimismo, armazones de acero se encuentran circundando la iglesia en el exterior.
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Foto: Reinaldo Ubilla.[/caption]
Un rompecabezas
En paralelo, se realizó un arduo trabajo de recuperación de trozos que fueron cayendo. Se catalogaron y se guardaron en numerosas cajas de madera que están al interior del templo. "Lo que estábamos tocando tenía un valor incalculable para nosotros", dice Sandra Aliaga, quien lideró el equipo a cargo de esas tareas.
Como armando un delicado rompecabezas, algunas de las piezas podrán volver a su lugar. Otras quedarán, explican, en un lugar para ser exhibidas por su valor histórico.
La labor concluida "es muy importante, porque protege al edificio de futuros sismos respecto de daños mayores", dice Dino Bozzi, arquitecto a cargo de los trabajos.
Las obras tuvieron un costo de $ 1.667 millones, aportados por el MOP y el gobierno regional. También hubo inversión en los proyectos iniciales por parte de la Fundación Basílica del Salvador, que impulsó la restauración.
"Estamos súper contentos que se haya terminado la primera etapa de estabilización temporal. Era fundamental para asegurar la continuidad de la basílica y no todo el tiempo en riesgo de caerse", dice Bernardita Soto, directora de la fundación, quien cuenta que este mes encargarán los proyectos para la segunda parte, que tardarían seis meses. "Esto va a requerir de mucho esfuerzo público y privado, pero creemos que se va a poder abrir", cierra.
Dino Bozzi cree que en 5 o 6 años más podría hacerse la primera misa al interior, pero "que el proceso completo de restauración del edificio va a ser bastante más que eso". La basílica seguirá cerrada para público; solo podrán realizarse visitas ocasionales, dice Bozzi, para eventos determinados.
El ministro de Obras Públicas, Juan Andrés Fontaine, quien fue bautizado en esta iglesia en 1954 -año en que nació-, manifestó su satisfacción por "estar concluyendo estos necesarios trabajos de estabilización estructural, que reflejan el relevante trabajo que efectúa el MOP en el cuidado del patrimonio, con más de 70 templos religiosos restaurados durante esta década".
El alcalde de Santiago, Felipe Alessandri, consultado respecto de si cree que el Estado debe hacer un mayor esfuerzo económico para la segunda etapa de los trabajos, sostuvo: "Sin duda, y sobre todo porque este tipo de obras significan precedentes para replicar en innumerables edificios de Chile".
La luz comienza a llenar los rincones de la golpeada basílica, que haciendo una apología de la fortaleza, se vuelve a poner de pie.