Esteban Gumucio, Enrique Alvear y Francisco Valdés Subercaseaux son los nombres que más fuerte suenan en Chile para llegar un día, más pronto que tarde, a ser considerados Santos. Y con ello, venerados en todo el mundo. Hasta hoy, en el país solo existen dos: Juana Fernández Solar (más conocida como Teresa de Los Andes) y el jesuita Alberto Hurtado.
De momento, Gumucio y Alvear han sido declarados Siervos de Dios, el primer paso en el camino a la santidad. Esto significa que ambos cumplieron con los requisitos de haber reunido a una asociación de personas -antes liderada usualmente por sacerdotes, hoy también por laicos-. una biografía, un libro de firmas que refleje un clamor popular por este personaje y el reconocimiento del obispo de la diócesis donde falleció el candidato.
Julio Pozo, vocero de la Fundación Voces Católicas, afirma que "muchas de estas personas mueren con lo que se llama coloquialmente olor a santidad, con una fama grande de su legado. Estos personajes empiezan a estar más vivos después de muertos".
En el caso de Gumucio, el sacerdote Sergio Silva está terminando de escribir un documento llamado "Positio", en el que se recopilan aspectos de su vida, principales cualidades y escritos. Para la situación de Alvear, desde el Vaticano solicitaron precisar e investigar con más detalle aspectos históricos respecto de su vida y obra.
Los "Venerables"
Un segundo paso es ser nombrado Venerable. Allí el tema pasa a ser revisado por la Congregación para las Causas de los Santos, en el Vaticano. Valdés Subercaseaux se encuentra en esta fase y, según explican desde la congregación de los Hermanos Capuchinos, se está a la espera de la comprobación de un milagro para iniciar su proceso de beatificación.
Pero no es fácil verificar la existencia del mismo. Por ejemplo, en el caso de Andrés García Acosta. el vicepostulador de la causa, Juan Rovegno, señala que están con los fieles en una campaña de oración para que interceda por la sanación de un enfermo. La mejoría, explica, debe ser instantánea y duradera en el tiempo.
"Cuando alguien presenta un caso, solo debe haberse encomendado a él y se tiene que presentar una ficha clínica, exámenes, recetas e informe médico de que ha ocurrido algo inexplicable", cuenta.
Esta es la etapa donde se investiga la vida de estas personas. Y también puede ocurrir que se encuentren antecedentes que culminen con el proceso. Fue, por ejemplo, el caso de Germán Doig en Perú. El Sodalicio comenzó un proceso de beatificación de quien fuese su vicario general y, en el transcurso de las pesquisas, se descubrió que había cometido abusos contra menores y adultos.
Luego de ser proclamado beato, lo que permite que a una persona se le pueda rendir culto en el mismo país, para llegar a ser Santo se debe comprobar un nuevo milagro. Por ejemplo, en el caso de Alberto Hurtado cuando era beato, en 2000 un presunto milagro atribuido a él fue rechazado, y en 2003 sí fue aceptado por la Santa Sede una recuperación de carácter cerebral, lo que finalizó en su canonización de 2005.
Dificultades
Quienes han participado en estos procesos reconocen que el seguimiento del asunto es muy complejo. No solo por la lentitud y burocracia de los trámites, sino porque también implica un factor económico e importantes recursos humanos para ello.
La mayoría de los casos en que se registran avances, se debe a que hay una congregación detrás muy pendiente de seguir el paso a paso del tema y con personas dedicadas al proceso. En Chile tampoco hay una estructura centralizada que le haga seguimiento a estos casos.
También ocurre que los postuladores de los casos fallecen durante el proceso y este se estanca por un tiempo, como ocurrió con el caso de José María Caro. En el país, el jesuita Jaime Correa era un experto reconocido en el área y falleció en junio de este año.