"Queremos anunciar que todos los obispos presentes en Roma, por escrito, hemos puesto nuestros cargos en manos del Santo Padre para que libremente decida con respecto a cada uno de nosotros". Clara y precisa, así fue la declaración de los voceros de la conferencia episcopal chilena Fernando Ramos y Juan Ignacio González pocos minutos después de las 12.30 hora de Roma en la sala Pío X, a un costado de la Vía de la Conciliazione a pasos de la Plaza San Pedro.

Una renuncia masiva de todos los prelados de un país que es inédita en la historia de la Iglesia Católica, según nos confirman expertos en asuntos vaticanos. Ahora será decisión del Papa determinar que dimisiones acepta y cuáles no, para lo cual no hay claridad sobre los plazos.

La declaración de los obispos que se extendió por menos de 20 minutos y tras la cual no aceptaron preguntas, partió con un mea culpa por lo sucedido. "Queremos pedir perdón por el dolor causado a las víctimas, al Papa y al Pueblo de Dios y al país por nuestros graves errores y omisiones", señalaron.

Además, agradecieron a las víctimas "por su perseverancia y su valentía a pesar de las enormes dificultades personales, espirituales, sociales y familiares que han debido afrontar, tantas veces en medio de la incomprensión y los ataques de la propia comunidad eclesial", dejaron, agregando: "una vez más imploramos su perdón y su ayuda para seguir avanzando en el camino de la curación y cicatrización de las heridas".

Los obispos dejaron claro luego que mientras el Papa "no tome una determinación, cada uno de los obispos miembros de la conferencia episcopal de Chile continúa en sus trabajos pastorales y en plenas funciones". En ese sentido, a varios vaticanistas sorprendió el tono de la carta a sus fieles del obispo Horacio Valenzuela, donde no se dan señales de ningún tipo sobre una eventual salida.

La Declaración