Su primera incursión en el derecho, como abogada recién titulada de la Universidad de Chile, fue trabajando como defensora de la Corporación de Asistencia Judicial (CAJ). Era 1984 y María Carolina Catepillán cambió las salas de clases por los pasillos y las rejas de la ex Penitenciaría. Llevaba varios meses en la CAJ y uno de sus alumnos le comentó que su papá era relator en la Corte de Apelaciones de Santiago. A Catepillán le pareció interesante, imaginó la cantidad de casos que puede llegar a conocer un relator. Al día siguiente, el mismo estudiante le dijo: "Mi papá te quiere ver mañana". La joven abogada no entendía muy bien a qué iba todo, pero se presentó. "¿No te interesaría postular a la carrera judicial como relatora?", le preguntó cuando se vieron.
Y así fue. Catepillán seguía como de defensora en la CAJ, pero se atrevió y mandó sus antecedentes para entrar en el concurso por un cupo como relatora del tribunal de alzada capitalino. Semanas después, la corte la empezó a llamar para reemplazos. Seguía de defensora, por lo que tuvo que pedir permiso en la CAJ, hasta que los dos trabajos se hicieron incompatibles. En ese momento, habló con el exministro de la corte de Santiago Mario Garrido Montt, quien le indicó que postulara a uno de los cupos para ser titular. Así se convirtió en relatora titular por nueve años en el tribunal de alzada de Santiago.
Entremedio, el actual ministro de la Corte Suprema, Jorge Dahm, quien relataba en el máximo tribunal, le pidió si podía hacer reemplazos en la Suprema. Había pocos funcionarios que cumplieran esa labor y ella aceptó. Así llegó a ser relatora interina y suplente en la Primera Sala.
En 1999, el pleno de la Corte Suprema la designó como jueza en el 17° Juzgado Civil de Santiago. La titular de ese tribunal había sido sancionada y los supremos le encargaron la misión de administrar justicia. Era su primer nombramiento como jueza, cargo que desempeñó hasta 2003. "Antes solo había sido relatora, un trabajo que es muy solitario, y aquí aprendí a trabajar en equipo", recuerda Catepillán.
El salto a relatora titular de la Suprema fue en 2003 y ejerció en el cargo hasta 2010, siempre en la Tercera Sala. Ahí le tocó relatar la causa de la píldora del día después. "Era la primera vez que se veía como juicio y no como recurso de protección. Fue una causa compleja, llena de pericias. Estudiando los antecedentes pude concluir que no era una abortiva", dice Catepillán. Lo mismo falló la Suprema, al rechazar el recurso contra la venta de la píldora y determinar que no estaba probado que el fármaco Postinor-2 fuera abortivo.
Sus raíces
Los orígenes de Catepillán vienen de Chiloé, específicamente del pueblo huilliche. Su bisabuelo, Anastasio Catepillán, trabajaba como "práctico", oficio que se encargaba de conducir los barcos, generalmente en aguas peligrosas o con alto flujo de embarcaciones, a los puertos. "Él siempre tuvo presente la necesidad de la educación en los niños y así lo hizo presente en su familia", recuerda la magistrada.
Su abuelo, Domingo Catepillán, fue ingeniero mecánico y tuvo tres hijos. Uno de ellos, Jorge Catepillán, su padre, también siguió la línea profesional y se tituló de ingeniero químico. La ministra, sin embargo, no nació en Chiloé, sino en Valparaíso. Y luego su familia se mudó a Santiago. "Mi ascendencia es muy importante porque es parte de mi identidad. Tengo claro que mis raíces mapuche son algo que no puedo desconocer, porque es lo que soy. Eso me entrega un sentido de responsabilidad", dice la magistrada, quien agrega que, a su parecer, "es muy necesario, para cualquier etnia, estar representada en los altos cargos del país, poder sentirse identificado, es algo que hay que visibilizar para que más personas vean que sí se puede".
La ministra llegó al tribunal de alzada de San Miguel en 2010, lugar en el cual aprovechó, gracias a una beca del INDH, para hacer un diplomado en derechos humanos. Ha postulado a la Suprema en tres ocasiones. La última vez obtuvo tres votos. En su presentación ante el pleno, Catepillán destacó la importancia de la independencia: "Ser un juez independiente e imparcial necesariamente exige alcanzar previamente una independencia que es aún más difícil de lograr: la de nuestras propias convicciones ideológicas y políticas".
Ahora va por su cuarta opción. De quedar en la quina, Catepillán estaría a un paso de convertirse en la primera ministra de la Corte Suprema con ascendencia mapuche. El periodista Pedro Cayuqueo afirma que su eventual nombramiento es comparable al hito que fue la elección, en 1967, del juez Thurgood Marshall, el primer afroamericano en la Corte Suprema de Estados Unidos. "La elección de una jueza mujer y de origen indígena para la Suprema, en momentos en que Chile vive un estallido social y un proceso constituyente, sería una gran señal de cambio y apertura del Poder Judicial", plantea Cayuqueo.