Darío Niccodemi estuvo 68 días hospitalizado en la ex Posta Central. De ese tiempo, un mes permaneció en la UCI, en ventilación mecánica invasiva. Y aunque superó el virus, las secuelas se han hecho sentir: 20 kilos menos, pérdida aguda de tono muscular y un edema pulmonar en tratamiento. “Lo más complicado es la movilidad”, dice.

De ser un hombre activo, ciclista, a sus 57 años pasó al nivel cinco de la “Escala del Estado Funcional Post Covid-19”, propuesta por la literatura médica inglesa: o sea, ahora es un paciente con severas limitaciones funcionales.

“¿Puedes vivir solo sin tener que ser asistido?”, reza la pregunta clave para determinar dicho parámetro. Y la respuesta de Darío fue un “no”. Así que volvió a vivir con Edith, su exesposa, quien asegura que “son tantos los sentimientos que se viven en ese instante, cuando el pronóstico era malo, que no lo pensamos dos veces”. Edith relata que ahora su expareja evoluciona bien, de a poco, con buen ánimo, y que sigue en tratamiento kinesiológico.

Carolina Rivera, jefa del servicio de Medicina Física y Rehabilitación de la ex Posta Central, especialista en esta área, pone datos sobre la mesa: de los 2.259 pacientes que han pasado por el hospital, 850 estuvieron en ventilación mecánica. Lo más frecuente, cuenta, es el compromiso motor: falta de fuerza muscular y de funcionalidad. Son hitos motores básico, como girar en cama, sentarse, pararse y caminar más de dos pasos.

La misma intubación, los fármacos sedantes y los 12 a 16 días que promedia una hospitalización en la UCI, generan un fuerte deterioro de otras funciones, multisistémicas y en diferentes niveles.

“La ventilación mecánica tiene consecuencias en los pacientes, sobre todo en los que requieren ventilación por períodos prolongados; sin embargo, su uso es justificado toda vez que esta terapia les permite sobrellevar la enfermedad”, explica el subsecretario de Redes Asistenciales, Arturo Zúñiga.

Entre las secuelas que describen los centros tratantes son recurrentes la pérdida del tono muscular, dificultad para sostenerse en pie o caminar, trastornos temporales de la deglución y disfonía tras la extubación (los que deben resolverse antes del alta médica), así como secuelas psicológicas y daños en órganos vitales, como corazón y pulmones.

“Las cifras reportan que de los sobrevivientes, cerca del 30% tendrá algún compromiso o secuela”, detalla Rivera, quien también es presidenta de la Sociedad Chilena de Medicina Física. El más frecuente es el “cansancio constante”, que describen los pacientes luego del Covid-19, y que “puede afectar a un 70% en las alteraciones cuantitativas respecto de la tolerancia al esfuerzo”.

La especialista añade que en la escala de Borg (que mide tolerancia a la fatiga, del uno al diez), de un grupo de 87 pacientes en seguimiento, 52 han descrito un número sobre el 4 para cuantificar su cansancio, y que en algunos casos, los más críticos, esa falta de capacidad física llega hasta el 8. “Subir las escaleras y hablar al mismo tiempo genera un problema de esfuerzo. Incluso en pacientes que no han sido hospitalizados y que no han tenido un deterioro importante, cualquier movimiento mínimo, que antes era bien tolerado, puede verse este problema”, detalla.

Consultar al especialista

El jefe de la Unidad de Paciente Crítico del Hospital Clínico UC, Sebastián Bravo, sostiene que la mitad de los pacientes UCI presentará algún tipo de secuelas. Aunque dependiendo de la gravedad del cuadro, el número también podría elevarse: “De los que estuvieron muy graves en la UCI, cerca de un 70% presentará secuelas”, indica.

Bravo apunta que de la UCI han egresado 140 pacientes y que la mitad ha requerido interconsultas a fisiatría, terapia ocupacional o kinesiología. Plantea que es clave que la rehabilitación, al menos de la movilidad, parta cuando el paciente está aún intubado, con el fin de reducir el daño posterior.

El cardiólogo de la Clínica Santa María, Pablo Pedreros, también advierte que es fundamental la consulta de pacientes que hayan sobrevivido a la UCI, aunque no hayan cursado un cuadro complejo: “Pos Covid-19, en el primer mes, el paciente queda con una tendencia a una mayor coagulación. Se ha visto que quedan taquicárdicos y con el pulso rápido por el desajuste correspondiente al virus”.

Más preocupante es la miocarditis, inflamación viral del miocardio, donde se ha reportado que cerca de un 30% de los pacientes la presenta durante la enfermedad o luego de ella. Incluso, explica Pedreros, en algunos estudios llega al 70% de los pacientes, en niveles de leve a agudo.

En cuanto a los pulmones, el órgano de mayor afectación, el médico broncopulmonar de Clínica Vespucio, Ricardo Bravo, aclara que hasta un 100% de los pacientes tiene alguna consecuencia: desde disminución de la capacidad respiratoria hasta la fibrosis típica y asociada a la infección.