Un total de 294.176 personas están inscritas para rendir la Prueba de Selección Universitaria (PSU) este lunes y martes, test clave para ingresar a las 41 instituciones de educación superior que exigen puntaje de corte en su acceso.
Esta es la 15° versión del examen, que a partir de 2003 reemplazó a la Prueba de Aptitud Académica. Pero también sería la penúltima versión del mismo, pues según la Ley de Educación Superior, que está en régimen desde este año, en 2020 el sistema cambiará por uno distinto y más universal, que servirá para el proceso de admisión de 2021.
La ley establece que el nuevo sistema funcionará con una plataforma electrónica única, administrada por la futura Subsecretaría de Educación Superior, y que contemplará "procesos e instrumentos de acceso de aplicación general para las instituciones adscritas". Además, cada plantel podrá tener instrumentos de admisión propios, aprobados por el Ministerio de Educación (Mineduc).
El sistema contemplará dos subsistemas, uno para universidades y otro para institutos profesionales y centros de formación técnica, dirigidos por dos comités que tendrán a representantes de cada sector, y se considerarán programas especiales de acceso para "fomentar la equidad en el ingreso de estudiantes".
Pero aparte de eso, no existen más detalles. Actualmente, el Demre de la U. de Chile, organismo que administra la PSU, está trabajando en mejoras para esa prueba, pero no está claro tampoco que ese examen sea el utilizado a futuro, y de acuerdo a fuentes del sector, todavía no comienza el diseño del modelo que reemplazará a la actual prueba.
El jefe de la División de Educación Superior y quien sería el futuro subsecretario del ramo, Juan Eduardo Vargas, está a cargo de implementar el sistema y hace unos días, en un foro de Aequalis, afirmó que tienen "prisa por formar los comités (de los dos subsistemas). Nuestra idea es conformarlos a más tardar el primer trimestre del próximo año".
Además, confirmó que han tenido conversaciones con la U. de Chile, "que a través del Demre maneja la plataforma (de la PSU), con la idea de que eventualmente pueda ser traspasada al ministerio".
El sector técnico
Pero los expertos tiene dudas sobre cómo funcionará el modelo. El director ejecutivo de Acción Educar, Daniel Rodríguez, cree que las mayores interrogantes están en el modelo de acceso que tendrá el mundo técnico profesional, porque "hay consciencia de que la PSU es discriminatoria y negativa para ese sector, que no selecciona bien, pero no hay claridad de cómo tiene que ser el instrumento".
Tampoco hay certeza de cómo será la prueba de acceso. "Puede ser como la PSU o totalmente diferente, aunque debiéramos partir con un instrumento no muy diferente. Pero podría terminar en un Bachillerato o en evaluaciones similares", plantea Rodríguez.
El investigador de Política Educativa de Educación 2020, Ariel Ramos, coincide en que hay que tener atención con el sector técnico y afirma que el modelo debiera contemplar el reconocimiento de aprendizajes previos de los jóvenes.
"Por ejemplo, alguien que salió de la enseñanza media con una especialidad en conocimientos metalúrgicos y quiere estudiar en el mismo ámbito en la educación superior, prácticamente tiene que partir de cero. Debiese partir de un piso distinto respecto a un estudiante que no sabe nada", explica.
Y el director de la Fundación Nodo XXI, Víctor Orellana, apunta que el problema no está en el sistema de acceso, sino que "en que los cupos deseables son muy pocos, porque el sistema masivo lucrativo, que es el que se expandió, es un sistema al que van los estudiantes porque están obligados. Entonces, seleccione como se seleccione, se cometerán injusticias".
Agrega que "el mundo avanza hacia formas universales de acceso, que no se pueden hacer de un día para otro, pero debemos prepararnos para elevar la calidad y capacidad de nuestra educación. Hay que hacer un sistema de acceso con el horizonte en el acceso universal".
Respecto al sector técnico, Vargas afirmó en el foro que existen dos visiones del modelo de acceso, "una que dice que sí se puede hacer alguna suerte de selección, y otra que es mayoritaria dentro, en que se entienden a sí mismos como inclusivos, donde la selección no tiene mayor cabida".
"Ni siquiera es necesario que dé una visión de cuál de las dos visiones comparto. Solo puedo decir que los entiendo, pero que la ley establece que tiene que haber un sistema de acceso", señala.