En la Región Metropolitana, la comuna de Alhué es la que posee el mayor porcentaje de personas que se declaran católicas (74%). Le siguen María Pinto (68%) y Melipilla (67%). En el extremo opuesto se encuentran La Pintana y Cerro Navia, con un 45% y 48%, respectivamente, de católicos, según datos del Censo 2012, analizados por la consultora Chileporcientos.
Óscar Urtubia, geógrafo y analista de datos territoriales de esta firma, explica que esas dos comunas con bajo porcentaje de católicos, a su vez, coinciden con las que tienen un mayor nivel de evangélicos o protestantes, del orden de un 20% en cada caso (ver infografía).
Para Mauro Basaure, investigador del Centro de Estudios de Conflicto y Cohesión Social (Coes), esto se da porque la población evangélica crece fundamentalmente en los sectores más bajos.
Eduardo Valenzuela, decano de la Facultad de Ciencias Sociales de la U. Católica, dice que este fenómeno en las comunas al sur de Santiago se explica porque aquí se asentaron los trabajadores pobres que llegaron durante el proceso migratorio interno de mediados del siglo pasado. "Esos migrantes encontraron refugio en las pequeñas iglesias evangélicas que los amparaban y eran muy eficaces en liberarlos del alcoholismo", explica.
Por el contrario, comunas como Alhué o Melipilla tienen mayor porcentaje de católicos por ser zonas tradicionales de campo, con parroquias y una mayor organización de esta Iglesia. A estos municipios se suma Vitacura, que con un 66% aparece como la cuarta comuna con más población que se declara católica, lo que para Valenzuela muestra que la élite chilena sigue profesando mayoritariamente esta fe.
Según este académico, el mundo evangélico se puede dividir en dos grandes ramas, la metodista y la pentecostal. La primera es más rigurosa y más burguesa; mientras el pentecostalismo muestra una religiosidad más bien carismática, que apela al poder curativo del Espíritu Santo. "Por eso es una religión de pobres, porque los pobres sufren más y lo pasan peor en la vida", explica. Estas características y el origen popular hacen que el pentecostalismo no ingrese con fuerza a la élite. "Es una religiosidad muy popular, que apela mucho al sentimiento, a la emoción; es una religiosidad poco ilustrada y la élite prefiere un estilo más centrado en la palabra", dice Valenzuela.
Impacto migrante
Urtubia explica que los datos más recientes sobre religiosidad datan de 2012, razón por la que todavía no se refleja el impacto del proceso migratorio actual. "Por ejemplo, las personas que vienen de Haití son muy cristianas y no tan católicas".
Así lo confirma el Instituto Católico Chileno de Migración (Incami). Este organismo, que presta ayuda a la población migrante, estima que el 70% de quienes llegan a sus oficinas son católicos y el resto, de otras religiones. Por ejemplo, los venezolanos, peruanos y colombianos profesan esta fe, pero los haitianos en su mayoría son evangélicos, explica Delio Cubides, secretario ejecutivo del Incami.
Makendy Saintil es haitiano y pastor de una iglesia evangélica en Quilicura. Según su impresión, la mitad de los haitianos son creyentes y de ese porcentaje el 40% pertenece a una iglesia cristiana y el 10% es católico.
Saintil, quien es miembro de la Unidad de Pastores Haitianos de Quilicura, dice que no es fácil ser pastor en Chile, porque los haitianos no vienen en calidad de misioneros, sino que su foco está en trabajar y a eso dedican la mayor parte de su tiempo.
"El 95% de los pastores haitianos está ocupado en una empresa o fábrica", dice. Pese a ello, han organizado cerca de 15 iglesias solamente en esa comuna.
Valenzuela explica que los migrantes son muy activos en el tema de la fe y las iglesias, porque estas son lugares de protección y amparo, por lo que se podría esperar una revitalización de las iglesias los próximos años.