En el Cine Arte Alameda, los espectadores se estremecen con la violencia y la crueldad que retrata la película "Joker", mientras a escasos metros un grupo de manifestantes heridos son atendidos por voluntarios que trabajan en la zona cero de las protestas en el centro de Santiago.

En este centro cultural ubicado al lado de Plaza Italia, epicentro del estallido social que lleva 51 días sacudiendo al país, la frontera entre realidad y ficción se diluye hasta el punto de que los cinéfilos incondicionales esquivan barricadas y bombas lacrimógenas para poder ver los últimos estrenos.

"¿Soy yo o el mundo se está volviendo cada vez más loco?", se pregunta en el filme Arthur Fleck, interpretado por Joaquin Phoenix, en una frase que cobra un nuevo significado para el público chileno presente.

A poca distancia de la oscuridad de la sala, los primeros auxilios hacen su función en el vestíbulo del cine, abarrotado de paramédicos voluntarios y heridos que provienen de la primera línea de protestas.

Andrea Curapil lleva el registro de los atendidos y anota en su libreta una breve descripción: "Masculino, 30 años, impacto ocular por bomba lacrimógena"; "Masculino, 23 años, corte en cuero cabelludo por impacto de lacrimógena".

"Aquí han llegado manifestantes heridos por diez o más perdigones y muchos lesionados oculares", explicó la joven de 24 años, quien aseguró que del 12 al 29 de noviembre asistieron a 471 personas en el Centro Arte Alameda.

Los voluntarios preparan los puestos de primeros auxilios tan pronto como vislumbran el carro lanza-agua de Carabineros entrando a la Alameda, donde los manifestantes se reúnen habitualmente.

Minutos después, decenas de ellos entran en tropel al recibidor: algunos sufren el asfixiante efecto del gas lacrimógeno, por lo que son rociados con leche de magnesia o agua con bicarbonato, pero otros han tenido peor fortuna.

Bajo el cartel de 'Araña', la película del chileno Andrés Wood recién nominada a los premios Goya, un joven observa afligido cómo le aplican vendas sobre el gran hematoma que ha aparecido en su muslo por el impacto de una bomba lacrimógena.

"Me han disparado de frente, porque vi cómo la trayectoria de la bomba se dirigía hacia mi", describió Vicente Tiznado, de 21 años.

El centro de auxilios más seguro de la ciudad

Los voluntarios son médicos y enfermeros profesionales del Servicio de Atención Médico de Urgencias (SAMU) Metropolitano que dedican su tiempo libre a atender a lesionados en los duros enfrentamientos con Carabineros.

"Los primeros días estábamos totalmente sobrepasados, atendíamos a unas 80 personas al día y gastábamos casi diez litros de leche de magnesia", dijo el representante del SAMU en el Centro Cultural Alameda, Pablo Rojas.

Aun así, destacó que este particular puesto de primeros auxilios es "el más seguro de toda la ciudad", ya que consta de un espacio cerrado, con techo y baños, y "está a salvo de la represión policial".

Resistir en la zona cero

Las protestas que han ocupado las calles chilenas durante siete semanas, en el marco de una crisis social sin precedentes desde el retorno a la democracia en 1990, han dejado estragos visibles en edificios incendiados, comercios saqueados y fachadas llenas de pintadas.

Sin embargo, y pese a presenciar numerosas escenas violentas frente a sus puertas desde el pasado 18 de octubre, el frontis de cristal del Centro Arte Alameda está intacto y el agua sigue bajando por la cascada que reina en su espaciosa cafetería, donde se sirven refrescos y palomitas como en cualquier día normal.

La directora y fundadora de este icónico espacio, Roser Fort, admitió que los manifestantes han sido "cuidadosos" y que lo han visto como "un lugar activo y moderno".

Tras cerrar sus puertas los primeros días a causa de la masiva afluencia en las marchas, que imposibilitaron el acceso al cine, Fort y su equipo decidieron seguir con la programación: "Se acabó convirtiendo en una apuesta porque queremos que a través del cine los espectadores reflexionen y se abran debates en la sociedad".

"La cultura te ayuda a comprender la situación que estamos viviendo, te ofrece memoria y enriquecimiento personal", afirmó.

No obstante, el centro cultural, reconocido por los santiaguinos como emblema de la contracultura, ha sufrido importantes pérdidas económicas al haber visto su público reducido a un tercio, incluso tras rebajar el precio de las entradas a la mitad.

Para hacer frente a las circunstancias, ofrecen actividades "extraprogramáticas", como la proyección de películas y documentales que abordan la lucha por más justicia social.

Los pocos espectadores que logran llegar a la hora a las sesiones se sumergen en ficciones que nada tienen que envidiar a la realidad de la capital chilena.

"La situación ha sido surrealista. Estamos viviendo una película que esperamos que tenga un final agradable para todos", sentenció la directora del Centro Arte Alameda.