A Giselle Pérez (30 años) le cuesta describir lo que siente cuando conduce una micro. “Es una sensación tan especial, como de liberación… Te diría que me siento empoderada, esa es la palabra que lo resume”, asegura. Día a día recorre la capital de centro a oriente: Santiago Centro, Providencia, La Reina y Peñalolén son sus paraderos.
Lo curioso es que jamás le llamaron la atención los autos. De hecho, sentía pánico cuando manejaba el suyo. Pero un día -agobiada por los extensos horarios que debía cumplir en su trabajo como vendedora de artículos de oficina, los cuales no le permitían pasar el tiempo suficiente junto a su pequeña hija- su hermano mayor le presentó la idea que cambió su vida. “Él ya era conductor de micro y me recomendó que hiciera el curso para obtener la licencia clase 3. Así fue como entré”, recuerda. De aquella experiencia han pasado cuatro años, pero solo el inicio de la dilatada carrera que espera conseguir frente al volante.
El transporte público es un rubro que durante años ha sido marcado por el género masculino. Solo el 5,7% de los conductores del sistema RED son mujeres. Además, hay una crisis de oferta de conductores importante en el sector, lo que obligó a que el rubro esté reinventándose para conseguir los choferes necesarios para mantener todas las operaciones.
“El transporte público -y el transporte en general- está viviendo una escasez muy grande de conductores. Desde el estallido social, y sobre todo en la pandemia, muchos renunciaron”, cuenta Roxana Torres (33), otra conductora que conduce una micro oruga desde el centro al oriente de Santiago. Roxana también es madre, su hija tiene 10 años. Llegó a este empleo tras un largo peregrinar entre distintos talleres de oficios. Trabajaba como secretaria, luego como trabajadora independiente, pero la necesidad de estar más tiempo con su familia la tenía en búsqueda de algo distinto.
Con esa idea comenzó a realizar el curso para conductores profesionales. Al principio, quiso terminarlo solo por cumplir. “Desde el primer día sentí que no me gustaba, pero sabía que debía terminarlo. Me cargaba, pero cuando comencé a preparar mi examen técnico y comenzamos a subirnos a las micros, cambió toda mi perspectiva”, recuerda Torres.
Ambas pertenecen a la compañía Voy Santiago, la nueva operadora de la red de transporte público metropolitano. Aunque esta red recién opera desde octubre del año pasado, del total de sus conductores (1.280), el 10% son mujeres, pero la cifra está aumentando. La idea, cuenta la gerenta de personas, Angelain Merino, es aumentar durante este año a un 30% del total de mujeres conduciendo la flota.
Por eso es que junto al Ministerio de Transportes están impulsando el programa Yo Pude, que entregará 200 becas de capacitación para la licencia profesional A3 a las futuras conductoras de la empresa, apoyados en el el plan de “recuperación económica inclusiva”. “El único requisito, pues es exigencia legal, es tener una licencia Clase B de mínimo dos años de antigüedad”, recalca Merino.
Buen sueldo, pocas horas
Desde el estallido social, la ruta de las micros se transformó en un azar. Quemas de buses, asaltos y amenazas a los conductores han sido parte del escenario que muchos choferes del transporte público han debido enfrentar. Tanto Giselle como Roxana entienden los riesgos a los que se enfrentan, aunque reconocen que ninguna se ha visto ante una situación de este tipo.
“Es un temor, sí, pero la verdad es que nunca me he visto enfrentada a una situación de ese tipo. Una vez me quitaron los extintores, fue la única situación que he vivido de este tipo”, confiesa Giselle.
Por el contrario, ambas aseguran que el recibimiento que han tenido por parte de los pasajeros las ha marcado positivamente. “La gente te ve mujer y tiene otra disposición. Una también trata de ser atenta, empática, entonces los pasajeros también son más simpáticos con una. Muchos ya nos conocen y nos agradecen por el trabajo que hacemos, que de verdad lo tratamos de hacer con el mayor profesionalismo y respeto para la gente”, dice Roxana.
Este factor es el que convenció a Voy Santiago de ampliar su red de conductoras. La directora de Transporte Público Metropolitano, Paola Tapia, destaca los resultados de un estudio realizado en 2018 por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) que abordaba los beneficios de tener más mujeres en este rubro. “Las conductoras causan menos accidentes de tránsito y son valoradas por su trato cordial y amistoso con los pasajeros”, resalta Tapia.
Para las conductoras, lo que más les convenció en seguir con este trabajo es el horario laboral y el salario. Según cuenta Angelain Merino, las mujeres en su empresa trabajan turnos de seis horas diarias, lo que les permite poder compatibilizar el trabajo con otras labores. Sin embargo, pese a ser un turno menor, los sueldos pueden bordear el millón de pesos. “Muchas hacen horas extras y con eso pueden llegar a ganar ese monto”, dice Merino.
Así lo confirman las conductoras. “Ningún otro trabajo me dio tantas opciones. Siento que gano bien y que no por eso descuido a mi hija. Por eso me proyecto muchos años aquí, porque creo que con este empleo podré pagar los estudios de ella cuando vaya a la universidad”, dice Giselle.
Paola Tapia alienta a las mujeres a postularse: “Las mujeres merecemos espacios dignos de trabajo, donde nos podamos encontrar y empoderar. Por ello, la apuesta de Voy Santiago es muy importante. Las 200 becas gratuitas están esperando por más mujeres que se animen y digan yo soy capaz”.