Francisco Muñoz (26) vivió prácticamente toda su vida en el campamento Nasur, en la comuna de Peñalolén. Su familia fue una de las 1.700 que llegaron a vivir en ese terreno, emplazado en Av. José Arrieta y que la noche del 4 de julio de 1999 se convirtió en una de las tomas más grandes del país.
Hace dos años, Muñoz se fue del lugar y vive de allegado con su pareja, María José Flores (24), y sus dos hijos -Daniela (11) y Ulises (2)- en la casa de su papá. Ella también estuvo en el campamento durante seis años. Y ahora, casi dos décadas después del inicio de la toma, la pareja mira el lugar con sentimientos encontrados: "Tenemos nostalgia, porque para nosotros los vecinos eran como una familia; y felicidad, porque casi todos han encontrado una solución de vivienda", dice él.
Esa es la realidad de la histórica toma Nasur, más conocida como la "Toma de Peñalolén": según información del Ministerio de Vivienda y Urbanismo (Minvu), sólo 24 familias quedan en el lugar y están prontas a salir definitivamente de ahí. "Espero que durante este primer semestre podamos terminar definitivamente con el campamento y sus carencias", confirmó la alcaldesa de Peñalolén, Carolina Leitao.
El proceso de erradicación de la toma comenzó hace casi 15 años. En 2005, cuando el campamento ya había crecido y contaba con alrededor de dos mil familias y nueve mil habitantes, el municipio daba las primeras soluciones habitacionales. Después, en 2011, cuando el asentamiento fue incorporado al catastro nacional de campamentos, se contabilizaron 246 familias.
"Ha habido diversos proyectos que les hemos ido ofreciendo a las familias", contó Leitao, para resolver este drama habitacional. "Se ha logrado dar solución habitacional en forma paulatina. El cierre de la histórica toma es un hito muy importante", dijo el ministro de Vivienda, Cristián Monckeberg.
Historia y futuro
"Estaban los comités y las ollas comunes. Incluso para construir las primeras mediaguas y los alcantarillados se apoyaban entre vecinos", relata Francisco, recordando sus años en el sitio. Su mamá, Darinka Morales, fue una de las fundadora del jardín infantil de la toma.
Pero hoy el lugar luce distinto. Las 24 hectáreas que en la década de los 90 pertenecían al empresario Miguel Nasur, luego de un proceso de expropiación pasaron a manos del Servicio de Vivienda y Urbanismo (Serviu) Metropolitano y fueron entregadas en comodato al municipio de Peñalolén. ¿La finalidad? "Constituir un área verde", dice un oficio del Serviu, enviado en septiembre de 2011 al alcalde de ese entonces, Claudio Orrego.
Una cancha de fútbol, una laguna, un Ecoparque de más de cuatro hectáreas y el recinto deportivo que fue utilizado para los juegos suramericanos son parte de las construcciones que se han ido levantando en el lugar. Próximamente, también se habilitará una pérgola, y cuando se vayan las últimas 24 familias, se construirá una plaza vecinal.
Fue justo en ese espacio donde Francisco y María José vivieron sus últimos días en el campamento. Ahora solo pasan por allí para tomar la micro. Mirando las pocas mediaguas que aún quedan, se llenan de recuerdos. "Quedamos todos repartidos. No fue una solución única, sino que fueron varios proyectos, se perdió el contacto con mis vecinos de siempre", dice María José.