Es la avenida más emblemática de Santiago y una de las más importantes del país. Pero en sus más de 200 años de historia, la Alameda ha protagonizado varias y radicales transformaciones.

Este historial vuelve a cobrar relevancia, después de que la Intendencia Metropolitana desestimara continuar con un proyecto de mejoramiento propuesto por la anterior administración, que buscaba, además, integrarla con la Av. Providencia. La iniciativa fue rechazada por no ser viable desde el punto de vista "técnico, económico y social".

Desde la fundación de Santiago, la Alameda tuvo siempre un rol estratégico. Era el eje fluvial de la antigua Cañada, límite urbano en los primeros años de fundación de la ciudad, explica Umberto Bonomo, director del Centro del Patrimonio UC.

Con el paso del tiempo se ha consolidado como el primer eje de transporte poniente-oriente. Y ha sufrido varias modificaciones. "Parte de un proceso de transformación urbana normal de la ciudad", acota Bonomo.

Paseo de élite

Antes del siglo XIX la zona que se conocía como la Cañada tenía un aspecto descuidado, más cercano a un basural, según los registros de la época.

Esa imagen se buscó modificar en 1818, cuando se inició su primera remodelación. Bernardo O'Higgins rediseñó el sector, el que pasaría a ser la Alameda de las Delicias, en 1821, el principal paseo del capitalino de todo el siglo XIX.

Su nombre, Alameda, fue justamente por los álamos plantados en el comienzo de la República. Era el paseo obligado de la élite.

Ya en el siglo XX por sus calles comenzaron a circular los primeros vehículos. De paseo se transformó en avenida. Ahí fue cuando se rebautizó con el nombre de Avenida del General Libertador Bernardo O'Higgins, en honor a su creador. Pese a que este es su nombre oficial, después de 100 años sigue siendo conocida como la Alameda.

En 1857 se inauguró la Estación Central de Santiago, la que dinamizó la principal artería de la ciudad y obligó a prolongar su extensión.

En 1930 se produjo otra de sus grandes transformaciones, gracias a la construcción del Parque Balmaceda (hoy calle Bustamante). Se utilizó el espacio dejado por la segunda canalización del río Mapocho, en Providencia, y su diseño fue realizado por el paisajista austríaco Óscar Prager.

Otra reingeniería se inició en 1969, cuando comenzaron las obras de la Línea 1 del Metro de Santiago. "Fue un trabajo a tajo abierto, ahí significó el cierre de la Alameda por mucho tiempo y la destrucción de los grandes árboles que había, pero significó una tremenda ganancia por el sistema de transporte y el Metro que conecta a la ciudad de oriente poniente".

La construcción de la Carretera Panamericana, en el sector de Los Héroes, provocó otra profunda transformación en los 70, que junto con las obras del Metro generaron una radical modificación de su apariencia.

La remodelación del Centro Cultural Espacio de La Moneda es otro hito. Con los nuevos estacionamientos y la construcción de la Plaza de la Ciudadanía se le da un nuevo diseño al sector. Los trabajos se iniciaron en noviembre de 2004, como parte del Proyecto Bicentenario.

Un siguiente hito fue cuando se construyeron las vías exclusiva del Transantiago. En el año 2013 se inició el corredor del transporte público en Las Rejas. En 2017, en tanto, en Santiago y Providencia se inició la construcción de 12 kilómetros exclusivos para buses.

"El proceso de transformación de una arteria tan importante y neurálgica para Santiago ha sido una constante en el tiempo. Lo importante es que lo que se construya sea mejor que lo que se perdió, ese proceso de transformación orgánica es algo necesario de cualquier ser vivo, como lo es una ciudad", sostiene Bonomo.

En opinión del experto, el proyecto que se desechó era necesario. "Esa transformación era un gran activo para la ciudad. Una ciudad que vive nuevos procesos de movilidad, hoy vivimos la ciudad y la calle de otra manera, ese proceso de transformación es parte de esa renovación para que la ciudad se mantenga viva y vigente".

Es un nuevo rostro urbano, para un nuevo sistema de vida. Esto, porque hoy se viven el espacio público y las calles de otra forma, dice el experto UC. "Está el sistema de transporte como las bicicletas y los scooter que están modificando nuestras formas de vivir la calle, pero también están las manifestaciones, las marchas, los maratones; se vive la calle de otra manera muy distinta al siglo pasado. Este proyecto recogía esta transformación y proponía cambios. Es un daño a la ciudad en el sentido de que con este proyecto se estaba promoviendo una actualización de este eje a los nuevos sistemas de vida actuales y futuros de Santiago y de Chile, y con esta postergación se pierde esta oportunidad".

Actualmente, la Alameda se extiende desde la Plaza Baquedano (Plaza Italia) hasta la Av. de Los Pajaritos, en Maipú.

Durante el último siglo, el eje Alameda-Providencia se ha modificado para mejorar la eficiencia del transporte público.

Pero no solo es un asunto de modificaciones, también se debe considerar la mirada de esos cambios desde su relevancia patrimonial, indica Bonomo. "La Alameda es un patrimonio de Santiago, pero patrimonio no significa cristalizar, no significa interrumpir, sino que significa actualizarla, darle nueva vida y transformarla en el tiempo, eso es parte de entender y trabajar con el patrimonio", resalta.