Cuando comenzó a emanar olor a gas en las inmediaciones del Sanatorio Alemán de Concepción, un transeúnte grabó un video para registrar la gran cantidad de gente que salía del centro médico.

Todo anecdótico, hasta el segundo 15: un estruendoso sonido, "como un bombazo", según cuentan los testigos. Luego, la tragedia.

La emergencia, donde fallecieron tres personas y 46 resultaron heridas, transformó los estacionamientos del sanatorio en una masiva sala de urgencia. Camillas con pacientes heridos, enfermeras y doctores practicando medidas de auxilio, además de padres y madres buscando a sus seres queridos entre la polvareda.

Uno de los familiares que llegó hasta el lugar fue justamente Víctor Villegas, padre de una de las víctimas fatales, Alexandra Villegas (26), supervisora de piso de la cafetería Starbucks. El hombre contó que "me enteré por las noticias que había pasado esto, por eso me acerqué a ver, porque no teníamos noticias de ella. No sabíamos dónde estaba".

Consultado por si la empresa se había comunicado con él o si conocía las causas de la explosión, manifestó que "saber qué fue lo que pasó, las causas, ya no me importa, solo siento y pienso en estos momentos que perdí a mi hija". El hombre agregó que su hija tenía "una niñita".

Adán Concha, auxiliar de enfermería del Sanatorio, relató que algunos médicos tuvieron que seguir atendiendo, porque había pacientes que estaban siendo sometidos a cirugía. "Yo estaba operando y en el pabellón siguieron, había que terminar la intervención. Al salir vi como estaba todo afuera, era terrible", dijo.

Patricio Jara, oftalmólogo, resumió el momento como "un caos, esto era un caos. Con los colegas comentábamos que incluso habría sido más trágico si esto ocurría un día de la semana, por la cantidad de pacientes".

Alejandra Careaga, residente de un edificio ubicado al frente del sanatorio, se quedó con una sola imagen en su cabeza: "Salió mucha gente pidiendo ayuda, totalmente ensangrentada, seguramente con vidrios".