Una jornada de alegatos finales es la que se vivió hoy en el Tribunal de Vesoul, Francia, en el marco del caso que investiga el crimen de la joven japonesa Narumi Kurosaki, y donde el chileno Nicolás Humberto Zepeda Contreras (33) es el único acusado.
Ayer Zepeda fue largamente interrogado por el fiscal Etienne Manteaux y por los abogados de la familia de Kurosaki y de la expareja de la joven. “Realmente es hora de decirlo todo, señor Zepeda”, dijo el fiscal, quien buscó que el acusado reconociera que fue Narumi quien puso fin a la relación y que este actuó bajo el “honor del hombre herido”.
El chileno, de 33 años y que en una primera instancia fue condenado a 28 años de cárcel, se mantuvo firme en su postura y negó ser el autor del crimen. Esto, pese a que durante este juicio de apelación ha caído en contradicciones y ha reconocido dos “mentiras” respecto a su primera declaración.
Al inicio de la jornada de este miércoles, en la antesala de lo que será el veredicto que se conocería el jueves, Sylvie Galley, abogada de la familia, cuestionó la “frialdad” de Zepeda y afirmó que “no hay absolutamente ninguna posibilidad de que el cuerpo” de Narumi sea descubierto. En ese sentido, planteó ideas sobre qué pasó con el cuerpo de la joven. “¿Depositó su cuerpo en el bosque? ¿Lo sacó de la maleta? ¿Escondido bajo un montón de leña y quemado? Él tenía los medios”.
Para la abogada, la teoría más probable es que Zepeda sacó el cadáver en una maleta. “Siempre me pregunté si, cuando puso el cuerpo de Narumi en esa maleta, estaba realmente seguro de que ella estaba realmente muerta”.
“¿Cometió el crimen perfecto?” No, gracias a Dios, hoy no estaríamos aquí. Sí, cometió errores. Uno de sus errores fundamentales fue escribirle a Madame Kurosaki”. Dicho mensaje fue enviado tras la desaparición de Narumi y, de acuerdo a la investigación, Zepeda se habría hecho pasar por la joven para evitar sospechas.
Las dos teorías del fiscal
“Lo llamativo en este caso es que mientras más se investigaba, más pruebas se encontraban contra Nicolás Zepeda. En este caso, todo, recalco, todo, lleva a la participación de Nicolás Zepeda en el caso”, comenzó diciendo el fiscal Manteaux.
Así las cosas, el fiscal reflexionó sobre cómo Zepeda, un estudiante universitario, sin antecedentes policiales y de una familia acomodada en Chile, termina cometiendo un crimen como este. “¿Por qué un joven sin pasado criminal, de familia adinerada, ciudadano del mundo que visita varios países cada año, podría decidir matar a su novia? Debemos remitirnos a los análisis del psicólogo. Posesión del otro, dominación del otro. Quiere imponer a Narumi su visión de la mujer, que debe ser agradable con el macho dominante”.
“Solo él sabe dónde está el cadáver. Ella es suya para la eternidad”, afirmó el persecutor, quien apunta a que el chileno habría dado muerte a su expareja mediante el estrangulamiento.
Yendo al fondo del caso, el fiscal entregó dos teorías sobre qué habría hecho Zepeda con el cadáver de Narumi. Una de ellas, la misma que ya había sido planteada en el primer juicio, es que arrojó sus restos al río Doubs, un cauce que comienza en Francia y desemboca en Suiza, y cuyo curso más importante es Besanzón. En dicho río, de acuerdo al fiscal francés, no hay represa en 150 kilómetros aguas abajo de la presa de Crissey.
“Un cuerpo sumergido se hunde primero, después de varios días sale a flote y luego se hunde de nuevo definitivamente. Pero también se puede mantener en el fondo del agua mediante ramas. Es más, los investigadores no comenzaron a buscar hasta el 29 de diciembre y el cuerpo de Narumi podría haber estado a decenas de kilómetros de distancia. Cada año en Francia, la mayoría de las veces tras un suicidio, un centenar de personas desaparecen sin que sus cuerpos sean encontrados”, comentó el persecutor.
La otra hipótesis es que llevó el cuerpo hasta un bosque en la ciudad de Dole, lo roció con líquido inflamable y le prendió fuego. “Es compatible con los restos de tierra y pasto encontrados en el vehículo”. Según estableció el persecutor, una vez en Francia, el chileno sí realizó un viaje a esa localidad, que está ubicada a unos 56 kilómetros de Besanzón.
“No puedo ser categórico, solo Nicolás Zepeda sabe la respuesta a esta pregunta”, cerró. Con esos argumentos, el fiscal pidió cadena perpetua para Zepeda por homicidio con premeditación. Vale decir deberá pasar 30 años tras las rejas antes de poder solicitar un beneficio carcelario.
Defensa no descarta teoría de la desaparición voluntaria
Finalmente, fue el turno de los abogados de Zepeda. Sylvain Cormier pidió que se respetará la presunción de inocencia, reconociendo las dificultades de ello.
“Voy a ser directo con ustedes. Lo que les estamos pidiendo es una misión casi imposible. Les pedimos que juzguen respetando la presunción de inocencia. Somos incapaces de respetar esta presunción de inocencia en nuestro día a día. Hay que ser humilde, eso es lo más difícil. A los medios no les gusta nada. Incluso inventaron exactamente lo contrario, la presunción de culpabilidad. Hay presuntos asesinos, presuntos terroristas”. dijo.
Luego, el profesional hizo referencia a las contradicciones en las que ha caído su representado. “Sí, un acusado puede mentir, puede equivocarse. Necesitaremos tener el rigor de analizar las pruebas”.
La defensa argumentó en una posible desaparición voluntaria de la joven. “Narumi tiene dos amigos corriendo tras de ella. ¿Es imposible desaparecer y decirse a uno mismo: ‘Estoy harto de esto’?”. Bajo ese argumento, mencionó un caso de ese país donde una joven, que fue declarada asesinada y con un culpable detrás, reapareció 30 años después. “Este caso es tan sorprendente que no es algo que deba descartarse. No condenamos sin pruebas”.
Mientras su abogado lo defendía, según L’Est Républicain, Zepeda rompió en llanto. Cormier refutó la teoría presentada por la fiscalía que dice relación con que Zepeda habría quemado el cuerpo. Dijo que no se encontraron rastros de fuego en la supuesta zona donde el chileno se deshizo del cuerpo.
Por otro lado, cuestionó los relatos de los testigos que manifestaron escuchar gritos durante la noche entre el 4 y 5 de diciembre en la habitación de Narumi, en la residencia estudiantil de Besanzón. “Ningún testigo identifica la habitación 106 como la fuente de los gritos. ¿Hemos comprobado? ¿Hemos llevado a cabo evaluaciones sólidas?”.
Finalmente, Cormier cuestionó la investigación de la fiscalía. “Simplemente, cuando examino las pruebas aportadas por la Fiscalía, veo que es incapaz de decir cuándo y dónde habrían ocurrido los hechos”. ¿Dónde pasó? Si hubiera habido algo en la habitación 106, sería un lugar devastado. Es terriblemente difícil hacer desaparecer el cuerpo humano. No creo en la magia. Atrapan a los asesinos que limpian la escena del crimen, siempre queda una huella. No se puede masacrar a alguien en una sala de la universidad sin dejar la más mínima huella, es imposible”.