La Oficina Nacional de Emergencias (Onemi), en conjunto a otros organismos, lanzará próximamente un libro que da cuenta del trabajo realizado en materia de habitabilidad transitoria durante las distintas emergencias que ha debido enfrentar el país.

En dicho documento se hace un análisis del uso masivo de mediaguas y cómo éstas han ido evolucionando durante los últimos años, tanto calidad como en su materialidad.

"La media agua original era de madera verde, traída directamente desde el aserradero, con sistema de teclados y sellos que eran bastante deficientes en términos de capacidad técnica y acústica. Lo que se transformó ahora son paneles estructuradas que tienen aislación incorporada, paneles que se pueden transportar de forma más sencilla, que viene todo a dentro de un kit, que se deja en un terreno y se va armando con todas las cosas que están ahí, viene con herramientas y manual de armado", contó el subdirector de Onemi, Víctor Orellana.

Agregó que "el tamaño de las medias aguas eran de aproximadamente 18 metros cuadrados, y eso para efectos de ciertos grupos familiares que son más grandes significaba mucha dificultad en el espacio; entonces, el 2015 se amplió a 24 metros cuadrados". El subdirector de Onemi sostuvo, además que "estas viviendas tienen una durabilidad de entre tres a cinco años (...) Una casa de esas al segundo día ya está armada".

Felipe Arteaga, director de la Fundación Vivienda, sostuvo que "el 2010 fue el último gran evento en que se utilizó la mediagua tradicional, de pino, para las emergencias. Hasta ese minuto, en todas las emergencias desde la década de los 40' se había utilizado la misma vivienda, con modificaciones muy menores".

También contó que uno de los cambios más relevantes en esta materia, dice relación "no solo la materialidad, sino que también con una pre-fabricación mayor asociado a placas o planchas de madera y otros materiales".

Añadió que "Si bien, Chile ha sido históricamente un país que ha tenido un buen estándar y una alta preocupación por las familias que sufren alguna catástrofe, estábamos al debe con el cambio de estándar, o sea seguir con una vivienda de emergencia con la que enfrentábamos las tragedias hace 60 años en un país donde hoy hemos multiplicado varias veces el ingreso per cápita no tenía ningún sentido".

Otro aspecto que analiza el libro es el uso y utilidad de los albergues. Para ello, los expertos proponen realizar un catastro de estos recintos. Además, se proponen diversas ideas para la generación de este tipo de centros.

"Lo que hemos estado viendo con el Instituto Nacional del Deporte es cómo alguna infraestructura deportiva, gimnasio, polideportivo, cuando se diseñan se piense que podría ser utilizada en algún momento como albergue", indicó Orellana.

Agregó que también se podían utilizar las multicanchas de barrios como albergues, ya que "son espacios abiertos, que la gente reconoce como seguros, que pueden habilitarse con carpas, o algún tipo de instalación liviana".