Los efectos del Covid-19 siguen generando consecuencias en la población. Ya no tanto en forma directa, porque los momentos más críticos de la crisis sanitaria han quedado atrás gracias a las vacunas y las medidas que en su momento implementó el Ministerio de Salud (Minsal), pero sí provocando consecuencias tanto o más graves. Un ejemplo es la salud mental.
Varios especialistas e investigaciones han dado cuenta de las consecuencias que ha provocado la pandemia en las personas. Por ejemplo, un reciente sondeo de la Fundación Aequalis, Foro de Educación Superior, advirtió que los universitarios chilenos han enfrentado un deterioro en su bienestar psicológico tras el periodo más intenso de la emergencia.
En su investigación, para la cual encuestó a 845 estudiantes, tres de cada cuatro alumnos aseguraron enfrentar complicaciones en su salud mental, mientras que dos de cada 10 declararon que mantienen un tratamiento con fármacos para contrarrestar la situación. Eso sí, los universitarios no son los únicos afectados, los expertos también advierten que este problema se ha diseminado por toda la población, sin respetar edad, sexo o condición alguna. Y en ese contexto, las licencias médicas mentales crecieron significativamente.
Así lo revelan las cifras de la Superintendencia de Seguridad Social (Suseso), que muestran que durante 2020 se otorgaron 1.730.263 permisos por alguna patología mental, tanto en beneficiarios Fonasa como en afiliados a isapres, los que crecieron un 44,5% y alcanzaron 2.500.323 en 2021.
Aunque no hay cifras de 2022, Francisca Decebal-Cuza, magíster en Educación en Ciencias de la Salud y psiquiatra de Clínica Universidad de los Andes, afirma que el panorama sigue igual: “Efectivamente, hay un aumento sostenido de las patologías mentales en el contexto de la pandemia. Pero esto no solo se nota por los pacientes que necesitan licencia, sino que las consultas de salud mental han crecido mucho. Por eso hoy está imposible encontrar horas con siquiatras o con psicólogos”.
Además, advierte que este fenómeno se va a prolongar por un tiempo, pues “hay otros factores que influyen en la salud mental, como los temas económicos. Hoy lo que está pasando con los empleos o la inflación también influye. Además, hay mayor incertidumbre por todo el contexto sociopolítico a nivel nacional”.
Gloria Gramegna, psiquiatra de Clínica Indisa, apunta que “durante la pandemia la gente se enfrentó a situaciones extremas que ponían a las personas frente a un extremo cansancio. Por ejemplo, el personal de salud se enfrentó a una carga grande de trabajo y, además, existía la constante presencia de la muerte”.
De acuerdo a los datos de Redes Asistenciales, entre enero de 2021 y marzo de 2022 se recibieron más de 180.000 licencias médicas por motivos de salud mental asociadas a los funcionarios de salud. Estos permisos totalizaron 3.323.415 días. Y la principal causa, según los datos de las autoridades, son los trastornos mentales y del comportamiento, llegando al 27%. Le siguen el Covid-19 y sus relacionados y, en tercer lugar, las enfermedades del sistema osteomuscular.
Para tratar los trastornos mentales, Alfonso González, académico de la Escuela de Medicina de la Universidad Finis Terrae, explica que los permisos son importantes: “El adecuado uso de las licencias médicas tiene que ver con un reposo para facilitar la recuperación. Igual hay patologías que requieren un tiempo de recuperación largo. Por ejemplo, si uno pesquisa un cuadro depresivo, los fármacos se van a demorar en hacer efecto. Por eso, el buen uso de las licencias médicas tiene un sentido”.
Licencias fraudulentas
No obstante, el aumento explosivo de las licencias médicas ha alertado a especialistas y expertos. De acuerdo a los datos de la Compin (Comisión de Medicina Preventiva e Invalidez) , este año se identificaron 603 profesionales considerados grandes emisores, los que representan el 1,3% de los profesionales que han emitido permisos durante este año. Algunos de ellos han otorgado hasta 134 licencias por día, es decir, una cada cuatro minutos, durante nueve horas.
Según explica Héctor Sánchez, director del Instituto de Salud Pública de la U. Andrés Bello, “por distintas razones, incluso por aspectos vinculados a la seguridad social, han recurrido a licencias médicas excesivas o fraudulentas. Hay dos tipos de licencias médicas fraudulentas que son muy difíciles de probar: una, son las que tienen relación con la salud mental, y otras son las que tienen que ver con dolores de la columna o traumatológicos”.
Con todo, Sánchez aclara que no se debe perder de vista que, probablemente, la mayor parte de estos permisos corresponde a personas que legítimamente recurrieron por estas patologías: “La pandemia ha sido una situación absolutamente extraordinaria. Uno de los efectos que ha tenido es que el encierro excesivo y estar permanentemente alejado de las actividades normales es el aumento de las enfermedades mentales, más de las que habíamos tenido históricamente. Y esa es una realidad”.
Durante las últimas semanas, este problema se ha abordado varias veces en la Comisión de Salud del Senado. De hecho, este martes estuvo presente el presidente de la Asociación de Isapres, Gonzalo Simon.
Durante esta instancia, Simon explicó que varios médicos generales emiten licencias médicas por salud mental. Afirmó que existe un grupo de 350 profesionales que ya tienen querellas y de todos los permisos que han emitido, 87% corresponde a algún trastorno mental. Se probó, además, que muchos de los doctores ni siquiera realizan una consulta previa antes de emitir el documento.
“Nosotros no estamos mirando que hay un problema en el trabajo normal de los médicos ni en la emisión de las licencias médicas. Esto tiene que ver con un pequeño grupo, pues de 18 mil médicos generales, hay un grupo de 350 que están querellados. En su caso, el 87% de las licencias que emiten son mentales. Y el resto de los médicos generales también emiten licencias médicas por estas patologías, pero solo el 17%; el resto es por otras cosas, y eso es lo que uno esperaría de los médicos generales”, detalló Simon durante la reunión con los senadores.
Según datos de la Compin, organismo encargado de fiscalizar este delito, en 2021 hubo 320 investigaciones que terminaron con algún tipo de sanción para aquellos que emitieron licencias irregulares. En lo que va del 2022 se suman otras 70.
En ese contexto, Sánchez agrega que “no solo hay que aumentar las sanciones. Hay que aumentar la capacidad real de fiscalización y hay que establecer sistemas de protocolos que permita a los fiscalizadores actuar de forma sistemática”.
Actualmente, la comisión de medicina cuenta con 27 personas que cumplen la función principal de fiscalización.