Según el plan original, no tenía que disparar. El 1 de abril de 1991, Ricardo Palma Salamanca estaba designado por el Frente Patriótico Manuel Rodríguez para jugar un rol de protector de Raúl Escobar Poblete, el "comandante Emilio", mientras éste disparaba al senador de la UDI Jaime Guzmán. Pero un cambio de ruta provocó que finalmente ambos interceptaran el auto del líder gremialista en un semáforo fuera del Campus Oriente de la Universidad Católica y le dispararan a quemarropa, convirtiéndose en los autores materiales del asesinato.
Pese a que tenía 21 años, para ese momento Palma Salamanca era una de las figuras importantes en la operación del FPMR. Sería, también, uno de los primeros en caer: en marzo de 1992, casi un año después del atentado, fue capturado por la Policía de Investigaciones, a los que les confesaría su participación en el crimen. Pero luego se retractó del testimonio.
Según relata Juan Cristóbal Peña en un artículo publicado en Ciper Chile, Palma Salamanca venía de una familia vinculada al Partido Comunista y, tras salir en 1986 del Colegio Latinoamericano de Integración decidió ingresar al FPMR. Allí tuvo participación en operaciones como el asesinato, en 1990, de Luis Fontaine, coronel de Carabineros vinculado al caso Degollados; el crimen de Jaime Guzmán y el secuestro de Cristián Edwards, entre 1991 y 1992.
En 1996, cuatro años después de su captura, Palma Salamanca protagonizó un sorprendente escape desde la Cárcel de Alta Seguridad: fue uno de los cuatro frentistas que se fugaron en un helicóptero, un grupo que incluía a Mauricio Hernández Norambuena -el "comandante Ramiro"-, Patricio Ortiz Montenegro y Pablo Muñoz Hoffmann.
Palma Salamanca se mantuvo prófugo desde ese momento, aunque constantemente fue dando señales de su actividad. En 1998, publicó el libro El gran rescate, editado por LOM y que abordaba la fuga en helicóptero desde la CAS, así como reflexiones de su vida en el FPMR. En la misma línea, unos años después, en 2001, publicaría Una larga cola de acero, un relato novelado sobre sus años en el Frente. Su pista era difícil de seguir hasta que el año pasado un hecho fortuito lo volvió a poner en el radar de la justicia chilena. La detención en México de Escobar Poblete, el otro autor material del homicidio de Guzmán, provocó que la policía pusiera su atención en una pareja que estaba en su red y que operaba con nombres falsos. Según información policial, eran Palma Salamanca y su pareja, Silvia Brzovic.
Aunque ambos no fueron capturados en ese país, la Cancillería fue informada en diciembre que se encontraban en Francia y habían llegado desde Cuba. En Francia habían estado detenidos por 12 días en junio por ingresar a territorio francés con "pasaportes mexicanos robados, concernientes a identidades suplantadas", pero no se dio aviso a las autoridades chilenas. Así, Palma Salamanca había seguido en libertad hasta esta semana, cuando volvió a caer preso en Francia. Allí deberá esperar el proceso de extradición, que, si resulta exitoso, lo obligará a enfrentar a la justicia chilena dos décadas después de su fuga.