Este jueves, el Consejo de Rectores (Cruch) volverá a reunirse en una sesión que estará marcada por los cambios que se aplicarán a la PSU y que darán forma al nuevo sistema de admisión que será creado en el marco de la Ley de Educación Superior.

La discusión se basará en un informe de propuestas elaborado por una comisión de expertas a petición del Cruch, a cuyo texto tuvo acceso La Tercera. En él se exponen cinco puntos que centrarán la discusión: el uso que se le dará a la PSU, la división de la prueba de Matemática, los cambios al test de Lenguaje, la división del examen de Ciencias y la modificación del cálculo del puntaje.

El documento explica que es esencial que "se definan los usos que se le debería dar a la información obtenida de un instrumento o medición". Y sería este el punto que concentraría la discusión, pues según su uso, se puede concebir la PSU como una herramienta para medir lo aprendido en enseñanza media o para identificar qué cualidades deben tener los estudiantes que entren a la educación superior.

El vicepresidente del Cruch, Aldo Valle, entrega otro ejemplo sobre los límites que debe tener la PSU. "Un sistema de admisión no puede servir para determinar los instrumentos de financiamiento ni los aportes a las instituciones. Así funcionó cuando existía el Aporte Fiscal Indirecto (que entregaba recursos a las universidades según la cantidad de puntajes nacionales que captasen)", explica.

El segundo punto del debate será la división de la prueba de Matemática. El informe dice que "es urgente" hacer esa separación, entre un test de conocimientos básicos y otro de conocimientos avanzados, lo que "puede ser altamente beneficioso en términos de selección", pero deja abierta la discusión sobre si el examen avanzado será opcional u obligatorio.

Si la prueba avanzada es opcional o se exige solo para las carreras que más incorporen matemática, podría existir la desventaja que los colegios de menos recursos se limiten a pasar los contenidos de la prueba de conocimientos básicos. Con ello, "los estudiantes de los establecimientos tendrían menos oportunidades de aprendizaje", indica.

Y si el test es obligatorio, "los estudiantes tendrían la oportunidad de mostrar sus conocimientos y los establecimientos de educación media tendrían que enseñar contenido avanzado de matemática", pero esa prueba necesitaría más recursos para su implementación, al tiempo que sería irrelevante para instituciones donde no se exija matemática. "La decisión entre ambas alternativas no es evidente y requiere de un cuidadoso análisis", agrega el texto.

Sobre Lenguaje, el documento plantea la necesidad de medir la escritura, como se hace hoy en algunas pruebas Simce, debido al "extenso uso" de esta habilidad "en la sociedad del conocimiento". Y ello se puede realizar midiendo dimensiones separadas (ortografía, vocabulario, cohesión, estructura) o evaluando si el texto completo logra comunicar una idea. Por ahora, agregan las expertas, "es recomendable eliminar las secciones de conectores y plan de redacción", por no medir competencias y "generar incentivos incorrectos para la educación media".

Sobre el examen de Ciencias, que se subdivide en pruebas de Biología, Física y Química, en el comité no hay acuerdo sobre si se deberían considerar los puntajes de las tres como si fuera una prueba multidimensional o si deberían separarse.

"No hay suficiente evidencia para realmente interpretar y nombrar las dimensiones que la versión actual de la prueba de Ciencias puede estar midiendo", se explica.

El último punto en debate es cómo asignar el puntaje a las respuestas de la prueba: el Demre de la U. de Chile sugiere cambiar el modelo, que se basa en la transformación de respuestas correctas a un puntaje, pero el comité recomienda realizar más estudios al tema.