"Bueno, ¿y qué les ha parecido?". Ayer en la mañana, el Presidente Sebastián Piñera preguntó, de manera general, las impresiones de los ministros y parlamentarios que presenciaron junto a él los alegatos de Chile en La Haya.
Varios de ellos, manteniendo un estilo protocolar, comentaron positivamente las intervenciones de los abogados extranjeros que defienden a nuestro país. Y a la salida, el Mandatario y el resto de los asistentes entregaron declaraciones reafirmando ese diagnóstico. Pero hubo una frase que graficó los temores instalados en sectores de nuestro país sobre la decisión que debe tomar la corte. "Crucemos los dedos que nadie se ponga creativo. Creo que no hay espacio para fallos creativos. Estoy convencido de eso. Espero no equivocarme", dijo el senador José Miguel Insulza (PS), ex agente de Chile ante La Haya. Sus declaraciones se suman a las que emitió el ex Presidente Eduardo Frei a mediados de marzo. "No estamos dispuestos a aceptar, como en otras oportunidades, fallos con mucha creatividad, con mucha imaginación, pero que no respeten lo que son los acuerdos y los tratados", dijo Frei esa vez, escoltado por el Presidente Piñera y los ex jefes de Estado Michelle Bachelet y Ricardo Lagos, lo que varios vieron una señal y que va en línea con las advertencias que Chile ha hecho ante la corte (ver nota principal).
¿A qué se refieren con un fallo creativo? Las opciones más obvias son que la corte rechace completamente la demanda o que obligue a Chile a negociar un acceso con soberanía al océano Pacífico.
Sin embargo, entre esas alternativas existen diversas fórmulas que -según dicen en el equipo chileno- podría elegir el tribunal. Así, explican que una alternativa es que La Haya determine que se debe retomar el diálogo y la agenda entre ambos países, sin exclusiones, es decir, incluyendo el tema marítimo que fue parte de la agenda de 13 puntos, pero que se dejó fuera desde que Bolivia demandó a Chile.
Además, si la corte obliga a ambos países a negociar, se abren dos posibles alternativas: que se recalque que no se puede predeterminar un resultado ni forzar que se conceda territorio o que sí sea con un resultado predeterminado, es decir, que debe concluir en un acceso soberano al mar. Esta última opción, en todo caso, es la vista como la menos probable de todas, aunque no es descartada de plano, pese a que La Haya señaló en su fallo de la objeción preliminar de 2015 que no podía predeterminar un resultado.
A lo anterior añaden otra vía: que el tribunal establezca -sin obligar a negociar- que Chile debe continuar buscando fórmulas para otorgarle a Bolivia un acceso al mar, lo que sería tomado como un triunfo por el gobierno de Evo Morales.
La posible obligación de Chile -si así lo determina La Haya- podría ser, según explican, de "conducta", no necesariamente algo legal basado en el derecho internacional, como ha exigido nuestro país que debe actuar la corte. Así, esa obligación de conducta podría estar basada en una o más de las fuentes planteadas por Bolivia.
Al respecto, en el equipo mencionan, por ejemplo, el punto número 3 del segundo artículo de la Carta de Naciones Unidas, en el que se establece que "los miembros de la organización arreglarán sus controversias internacionales por medios pacíficos, de tal manera que no se pongan en peligro ni la paz ni la seguridad internacionales ni la justicia". Ese fue uno de los postulados de Bolivia en los alegatos. Y en Chile algunos creen que la corte también podría terminar ajustándose, en ese sentido, al criterio de la ONU.
Además, el hecho de que se incluya un acceso con soberanía o no deberá ser descartado o aceptado por la corte, ya que es uno de los elementos centrales de la demanda.