La despedida de Carlos Cerda (74) se inició el viernes pasado, en el último pleno de la Corte Suprema al que asistió. Hubo brindis para despedir al juez que en 1965, tras egresar de Derecho de la U. Católica, ingresó al Poder Judicial como secretario del Cuarto Juzgado Civil de Santiago y que a fines de los 70, cuando ya era miembro de la Corte de Apelaciones de Santiago, fue amonestado dos veces por no obedecer las órdenes de sus superiores e insistir en investigar sobre el paradero de dirigentes del Partido Comunista. Para Cerda, la temeraria postura en esos tiempos lo había dejado fuera de la magistratura, hasta que un recurso de reposición y una carta donde pidió perdón le permitieron seguir adelante.

"No fui capaz de persuadirlos, de convencerlos (a la Corte Suprema de entonces) de que el derecho me asistía. Ese fue el sentido de mi perdón: perdón a mis superiores por lo que acabo de explicar y, lo más importante, perdón a usted chileno, por ponerme en la situación de que a raíz de esa discrepancia me deje en situación de abandonarlos como juez de la República", reflexionó el juez en una conferencia de prensa en la sala de conferencias de la Corte Suprema.

A su reflexión, Cerda agregó que durante la dictadura, al Poder Judicial le "faltó estar más del lado del pueblo para investigar los casos de DD.HH.".

Al término de la última sesión de hoy en la Cuarta Sala de la Suprema, el presidente Haroldo Brito encabezó la despedida oficial en el salón del pleno, donde valoró el trabajo de Cerda, su trayectoria, convicción e independencia, la misma que por años lo privó de un sillón en el máximo tribunal. "Post 90 se entendía que él era una persona que tenía que llegar a la Suprema, pero él se tardó demasiado y llegó solo el 2014", reconoce un cercano a los tribunales.

Las penas del ministro

En su última conferencia, Cerda fue duro: "Me voy con pena", dijo analizando políticamente la coyuntura y haciendo frente a las reiteradas críticas al Poder Judicial. "Siento pena por la falta de mayor compromiso con la justicia de Chile de parte de la institución", dijo.

"No nos ha hecho bien focalizar la violación de DD.HH. tan solo históricamente. Es cierto que lo que ocurrió en dictadura es aberrante y el Poder Judicial está haciendo contramarea, pero los DD.HH. se siguen violando de múltiples formas", se lamentó al tiempo de mencionar la situación de las cárceles, migrantes y niños, niñas y adolescentes vulnerables y la falta de herramientas de los Tribunales de Familia para ejecutar medidas de protección.

"Me voy con la pena de que en la Corte Suprema no haya una actitud de compromiso frente a la sociedad chilena para que, sin ningún temor de pensar de que se está violando la independencia de los tres poderes, asumamos al Estado como uno solo a cargo de construir el bien común de todos", dijo haciendo referencia al rol que espera de los magistrados en la construcción política del país.