Baja presencia en la fuerza laboral; trabajos de menor remuneración; menores sueldos que los hombres en igualdad de cargos; grandes lagunas previsionales por su dedicación a la maternidad y el cuidado de niños o adultos mayores; y mayor expectativa de vida; son algunos de los factores que hoy influyen en las bajas pensiones de las mujeres y la disparidad que existen en sus montos de jubilación respecto de los hombres.
Este tema es hoy en día una preocupación y materia de discusión, especialmente en el contexto de la reforma al sistema de pensiones en curso en nuestro país.
Los estudios que avalan esta situación son variados y aquí exponemos algunos más relevantes que nos dan luces de los detalles que causan esta realidad.
Tal como informa la Iniciativa de Paridad de Género (IPG) - alianza público-privada que tiene como propósito reducir las brechas de género y aumentar la participación económica y el progreso de las mujeres en el mercado laboral en nuestro país -, Chile es un país con un nivel de educación relativamente alto entre sus mujeres, pero con un nivel de participación laboral y empoderamiento económico relativamente bajo.
Según el Índice Global de Brecha de Género (2017) del Foro Económico Mundial, en el subindice Participación y Oportunidades Económicas, Chile está situado en el lugar 117 de 144 países. Su peor indicador se refiere a la "Igualdad salarial por similares trabajos", donde ocupa el lugar 127.
De acuerdo a cifras OCDE, la participación laboral femenina en nuestro país se sitúa en la octava ubicación más baja respecto de las 34 naciones miembros y tiene una de las peores cifras en materia de brecha salarial y acceso de mujeres a altos cargos.
A lo anterior, se suma que el 88% de los empleos femeninos creados el 2016 fueron por cuenta propia y solo el 12% fue asalariado (Estadísticas Género y Empleo. INE 2017).
La principal causa que se esboza como barrera de entrada al mercado laboral de las mujeres es el trabajo no remunerado que asumen ellas, que contempla el cuidado de niños, enfermos, ancianos, el trabajo doméstico y la falta de garantías para el acceso a la educación.
Esta realidad se sostiene con datos como el otorgado por un estudio del CEP (año 2017) donde un 61% de los encuestados estuvo de acuerdo o muy de acuerdo con la afirmación "considerando todo lo bueno y todo lo malo, la vida familiar se resiente cuando la mujer trabaja tiempo completo". En la misma medición, un 77% de los padres considera que la madre es la principal responsable de los hijos.
La Encuesta Bicentenario también da cuenta de la realidad cultural que fomenta la disparidad de género en Chile: un 53% de las personas considera que la familia se descuida si la mujer trabaja a tiempo completo. Esta percepción es levemente mayor entre las mujeres (55%), que entre los hombres (51%).
Con todo, de acuerdo a cifras de la Asociación de AFP, el resultado de la realidad previsional de las mujeres deja un gran trabajo en la búsqueda de iniciativas que permitan que las mujeres tengan mejores pensiones al momento de jubilar.
Actualmente, el ingreso promedio imponible de los chilenos es de $793.064, pero mientras las mujeres promediaron $737.279, la cifra en los hombres alcanzan los $833.819. Es decir, una brecha de $96.540.
Si se revisan las cifras a diciembre del 2017, sólo un 9% de las mujeres se jubilaron habiendo cotizado por 30 años o más. Estos son parte de los datos duros a considerar de cara a la reforma previsional.