Una vez conocida la carta del Papa Francisco a los obispos chilenos, a quienes citó a una inédita reunión en Roma, varios vaticanistas recordaron lo acontecido en 2010, cuando el entonces Papa Benedicto XVI convocó al vértice de la conferencia episcopal de Irlanda para abordar el escándalo de los abusos a menores en ese país.
"La carta del Papa Francisco (...) sigue la estela de la enviada por Benedicto XVI a los obispos de Irlanda del 19 de marzo de 2010, tras la crisis provocada en aquel país por el descubrimiento de numerosos casos de abusos del clero. Como aquella, también la carta de Francisco a la Iglesia chilena es una misiva dolorida y apremiante", escribió el vaticanista español y director del portal Religión Digital, José Manuel Vidal.
El 15 y 16 de febrero de 2010, Benedicto XVI convocó a los representantes de la Conferencia Episcopal Irlandesa para estudiar las medidas a adoptar tras conocerse el informe elaborado por la Comisión Murphy, en noviembre de 2009, que reveló los abusos cometidos durante 30 años sobre unos 400 niños irlandeses por 46 sacerdotes de la arquidiócesis de Dublín, hechos que el Pontífice calificó como "crímenes atroces". Tras la cita con los obispos, en marzo de 2010, Benedicto XVI admitió la responsabilidad de toda la Iglesia en los abusos sexuales cometidos por curas y religiosos en Irlanda, expresando su "vergüenza" en una carta dirigida a los fieles de ese país.
Al mes siguiente, el Papa aceptó la dimisión del obispo irlandés de Kildare y Leighlin, James Moriarty, por el escándalo de abusos sexuales. Hasta ese momento seis obispos u obispos auxiliares irlandeses implicados en las investigaciones habían presentado su dimisión.
Para Sergio Rubin, periodista del diario argentino Clarín y autor de El Jesuita, la primera biografía de Jorge Mario Bergoglio antes de que fuera Papa, "lo ocurrido en la Iglesia Católica en Irlanda fue particularmente bochornoso por la cantidad de casos de abuso en quizá el país proporcionalmente con más católicos y más practicante en su momento". Pero a diferencia de Chile, explica Rubin a La Tercera, "en Irlanda las investigaciones no partieron de la Iglesia, sino de la justicia". "En el caso de Chile, se llega a la carta del Papa Francisco luego de una investigación ordenada por el propio Pontífice", comenta. "Ahora bien, la convocatoria a los obispos de Irlanda por parte de Benedicto XVI y de Chile por parte de Francisco tiene el mismo tenor: los numerosos casos de abuso y su mal gestionamiento", concluye.