Los vecinos de la población Santa Olga, en la comuna de Lo Espejo, fueron los primeros en enterarse: "murió el Zé Pequeño", era lo que comentaban el miércoles 7 de junio pasado en la calle Armada Nacional, donde Matías I. A. B. se había criado. Con solo 14 años, el "Zé Pequeño" chileno, como lo conocían los carabineros y los pobladores de la zona, lideraba una peligrosa banda que se había hecho tristemente célebre en los noticieros de televisión a punta de robos de vehículos con la técnica del "portonazo".

Su muerte no era un dato que manejaban las instituciones involucradas en estos temas como el Ministerio Público, la policía y menos el Sename: todos supieron de su asesinato a manos de una banda rival tras el boca a boca en la población.

El guiño con la premiada película brasileña producto del apodo de Matías, tenía en común solo la miseria y el abandono del "Zé Pequeño" real del film del director Fernando Meirelles, quien se había transformado en un soldado del narcotráfico de las favelas de Brasil casi a la misma edad de la versión chilena del protagonista de la película: Matías pisó por primera vez una comisaría con tan solo ocho años por porte y consumo de drogas. La hoja de vida, a su corta edad, estaba muy lejos de las alfombras rojas y el glamour de la cinta que se hizo conocida a nivel mundial por la crudeza de sus imágenes.

La tía abuela del "Zé Pequeño"

La carrera de Matías, vinculada con una serie de delitos, comenzó en 2012 y terminó en marzo de este año con un robo por sorpresa (lanzazo). El prontuario contaba también con porte ilegal de drogas, robo con intimidación, hurto, robo en casa, receptación y tenencia ilegal de arma de fuego. Todo entre el 2013 y el 2018.

Mucho antes de eso, Matías era un niño que había sido adoptado a la fuerza por su tía abuela, luego de que su padre, Juan Antonio A., le encargara a su abuela cuidar de su hijo mientras él veía cómo buscarse la vida, alejado de la capital. En Matías se cumplió más que nunca eso de que las experiencias en la vida no se traspasan: su padre fue asesinado el 16 de junio de 2005, tras ser apuñalado con un arma blanca y falleció con tan solo 24 años en un Hospital de Curicó, a más de 250 kilómetros de su hijo.

Nadie sabe bien si Matías supo de esa pérdida y de las condiciones en las que se produjo. Mientras, el niño seguía bajo el techo de su tía abuela en Lo Espejo, donde entró al espiral de las drogas, como suelen bautizar los canales de televisión estos casos. Casi al mismo tiempo se alejó del colegio y, según los registros que hay del pequeño en el Servicio Nacional de Menores (Sename), tuvo ingresos espontáneos a este organismo por la constante vulneración de derechos que sufría.

La descripción que hay de sus 14 años está asociada al abandono escolar y al consumo de drogas: llegó hasta sexto básico y nunca residió en un hogar del Sename, pues tenía a su tía abuela como custodia. En 2015, en el organismo estatal le perdieron el rastro hasta marzo de este año.

"Desde muy pequeño sufrió varios tipos de vulneraciones por parte de la familia, pero ingresó este último año a un programa de atención ambulatoria de un programa de la Fundación Opción (organismo colaborador) y también, en abril, había hecho ingreso a un programa de medidas cautelares a propósito de unas infracciones de ley que había cometido, pero el ingreso a ese programa nunca se llevó a la práctica, porque el equipo de la fundación realizó visitas domiciliarias a una casa que no era en la que él vivía", relata Gabriela Muñoz, asesora de gabinete del Sename.

En abril de este año, Matías fue detenido por la PDI luego de que se le vinculara a una serie de "portonazos" ocurridos en la Región Metropolitana. La policía allanó tres casas en su barrio y encontró armas y municiones de grueso calibre.

El tribunal dictó que el menor debía quedar bajo medidas cautelares del Sename, quienes iniciaron un programa con una asiste social para trabajar con la tía abuela de Matías, a quien la encontraron un mes después y le ofrecieron participar del plan de reinserción.

Pero al "Zé Pequeño" nunca lo vieron. El Sename solo logró un contacto telefónico con él. "Como era una investigación abierta, el cuidado era de cautelar, y a pesar de que no se pudo concretar una entrevista presencial, él se comprometió a eso, pero finalmente nunca llegó", recuerda Muñoz.

El secuestro

Dadinho, el nombre del personaje apodado "Zé Pequeño" en Ciudad de Dios, comenzó a hacerse un nombre en la favela a punta de violencia. La escena donde le dispara a un niño de no más de 7 años es recordada siempre al hablar del film y contextualiza cómo el personaje fue fortaleciendo su imagen en el barrio.

Tras el éxito por el tráfico de drogas vino su caída. Los más chicos de la población lo atacaron a balazos y murió solo en un callejón de la favela. No se sabe si lo encontraron o no, y si alguien lloró su muerte.

Cuando los vecinos de la población Santa Olga comenzaron a hacer correr el rumor de que Matías había sido asesinado por una banda rival, partieron a buscar a su tía abuela. Fuentes que conocieron este proceso relatan que ella concurrió a Carabineros para denunciar el hecho, pero las novedades oficiales aún no confirmaban nada.

El rumor llegó hasta el Sename, institución que el viernes 8 de junio envió a dos funcionarios a la Fiscalía Sur para interponer una denuncia por sustracción de menores: los indicios apuntaban a que Matías había sido secuestrado por un grupo de desconocidos.

Ese mismo día el fiscal Pablo Salinas asumió el caso y envió una orden de investigar a la Brigada de Investigaciones Policiales Especiales (Bipe) de la PDI. Pero en menos de 24 horas a su tía abuela le confirmaron -al igual que lo que ocurrió con su padre- el sábado 9 de junio pasado que Matías estaba muerto. Su cuerpo fue encontrado en la ribera del río Maipo, a la altura de San Bernardo, y según los peritajes de la PDI, tenía cinco tiros.