Para nadie es novedad que en los últimos años se ha registrado un aumento significativo en la cantidad de extranjeros que ha llegado al país. Según los últimos resultados de la Encuesta de Caracterización Socioeconómica Nacional (Casen), en Chile viven 1.736.691 inmigrantes, alcanzando una proporción del 8,7% respecto de la población total. Tal es el aumento que hoy por hoy uno de cada cinco de los menores nacidos en el sistema público chileno tiene una madre inmigrante.
Y es que, según cifras del Departamento de Estadísticas e Información de Salud (DEIS) si en 2017 de los 138.689 partos que se registraron en la red pública de salud, 8.761 pertenecieron a madres extranjeras, es decir el 6,32%, ahora, de los nacimientos durante los primeros meses de 2024, 10.289 de 51.863 eran de mujeres inmigrantes, lo que configura un 19,84% del total, es decir uno de cada cinco partos.
Eso sí, las cifras no son iguales en todas las regiones. En el norte, donde el fenómeno migratorio tiene más preponderancia, la proporción es, al mismo tiempo, mayor. En el último año, Antofagasta es la localidad donde hubo más partos de inmigrantes: 1.144 (53,73%) de 2.129. Luego le sigue Tarapacá con 875 (53,58%) de 1.633.
Con eso a la vista, la subdirectora (s) de matronería del Hospital de Antofagasta, Andrea Rivera, cuenta que “por años la maternidad de nuestro establecimiento ha tenido un alto porcentaje de nacimiento madres extranjeras, las cuales se caracterizaban por ser de nacionalidades bolivianas y peruanas. Actualmente se han incluido pacientes con nacionalidades como colombianas, venezolanas, argentinas y paraguayas, entre otras. El 57,7% de los partos de 2023 corresponde a madres extranjeras, siendo las bolivianas y las colombianas quienes encabezan el listado”.
Respecto al perfil de las madres, Rivera explica que “hay muchas mamás que tienen sus hijos cuando están en tránsito por nuestra ciudad. En esos casos, por lo general, no cuentan con los controles prenatales. Esto tiene que ver mucho en qué etapa del proceso migratorio estamos al momento del parto”.
En la otra vereda, las zonas ubicadas más al sur de Chile, como es el caso de La Araucanía, tiene las cifras más bajas: de los 3.497 partos que se registraron en los establecimientos públicos de la región, 49 eran madres que venían de otros países, es decir, apenas un 1,40%. Después viene Ñuble, donde el 2% de los partos eran de pacientes inmigrantes: 27 de 1.350.
Carmen Burgos, directora del Instituto de Investigación en Ciencias Sociales y Humanidades de la U. de Atacama, afirma que la diferencia entre la tasa de natalidad entre las mujeres locales e inmigrantes puede tener varias explicaciones: “Existen factores, por ejemplo las condiciones económicas o laborales, que influyen en las decisiones sobre la natalidad. Las mujeres migrantes pueden tener una estructura familiar diferente o estar en una etapa de la vida en la que se sienten más estables para tener hijos, mientras que las mujeres chilenas pueden estar enfrentando mayores desafíos económicos, laborales, que pueden influir en esta decisión”.
En ese contexto, agrega que “la posición frente a la maternidad puede estar variando entre las comunidades migrantes y las locales. Por ejemplo, las mujeres migrantes pueden tener diferentes perspectivas sobre la familia y su rol como en la maternidad, debido a sus tradiciones, en comparación con cómo se enfrenta la maternidad en Chile”.
Problemas de natalidad
De acuerdo a los datos del Fondo de Población de las Naciones Unidas (FPNU), en 1950 cada mujer tenía en promedio cinco hijos. En la actualidad, esa cifra descendió a menos de la mitad y registra 2,3, un problema que se vive, en general, en casi todo el mundo.
Chile no está ajeno a este fenómeno: el número de nacimientos en el país baja a 1,5 cada mujer, lo que en comparación con otros países de la región lo pone al final de la fila, porque el promedio de hijos por mujer es el menor de América Latina, detrás de Argentina, con 1,6, y Brasil, con 1,9. Mientras que en otros países, como Bolivia y Paraguay, este indicador asciende a 2,4 y 2,5, respectivamente.
En ese contexto, hay quienes han planteado que la migración podría revertir esta situación, pero Rodrigo Larraín, sociólogo y académico de la U. Central, lo descarta: “No alcanzamos a reponer la población, nos estamos achicando y eso significa que vamos a envejecer y no tendremos la población que cumpla las tareas. Hay quienes creen que esto se podría solucionar con la migración, pero con los años ellos adquirirán las costumbres chilenas y también bajarán sus tasas”, cierra.