Un tema que preocupa cada vez más a los actores del sector salud, incluyendo a autoridades, gremios y académicos, es la situación de las isapres. Desde hace unos meses que las alertas son cada vez mayores respecto al complejo panorama financiero que atraviesa la industria. Incluso, en más de una ocasión han advertido de una posible quiebra, posibilidad que ya muchos ven cerca, aunque desde la Superintendencia de Salud sostienen que dejar caer el sistema sería una locura.

Y en ese contexto, el exministro de Salud, Jaime Mañalich, explica que la caída del aseguramiento privado afectaría a todo el sistema sanitario: “Nombrar esto como crisis de las isapres no refleja la amplitud de la crisis, porque tanto el sistema público como privado prestador sobrevive gracias al financiamiento que le entrega el aseguramiento privado isapres”.

Respecto a las soluciones, el exjefe de la cartera sanitaria del gobierno de Sebastián Piñera asegura que está en manos del Presidente Gabriel Boric y no del Ministerio de Salud, como se señala. En ese contexto, propone que “lo correcto sería decir que van legislar una reforma de salud en ciertos términos y fechas y mientras tanto, van estructurar a través de la superintendencia algunas medidas que permitan mantener cierto equilibrio en la atención de las personas”.

A su juicio, ¿cuál es la situación actual de las isapres? ¿Cómo ve el panorama?

Yo creo que hablar del tema como crisis de las isapres no muestra la realidad completa del sistema de salud chileno y de la crisis que ya estamos viviendo. Nosotros tenemos un sistema mixto, público-privado. En ese contexto, hoy nosotros tenemos un sistema asegurador muy divorciado, pues no hay relación entre Fonasa e isapres, pero el sistema de salud prestador, es decir, el que hace las atenciones es extraordinariamente integrado. De hecho, para la pandemia a nosotros nos bastó un solo decreto para integrar todo el sistema de salud en uno solo, comandado desde el ministerio y derivamos a los pacientes que necesitaban una unidad de tratamiento intensivo a un hospital de la Mutual de Seguridad, a una clínica privada o a un hospital.

Nombrar esto como crisis de las isapres no refleja la amplitud de la crisis, porque tanto el sistema público como privado prestador, sobrevive gracias al financiamiento que le entrega el aseguramiento privado isapres. De hecho, hay clínicas privadas, cuyo 50% de sus egresos son Fonasa, como la Clínica Dávila, pero la verdad es que el financiamiento de esa clínica proviene de los seguros isapres que pagan mucho más por cada atención de salud. En ese sentido, yo creo que la crisis es muy grave y además se está mirando en forma miope, porque una caída del sistema isapre es como una caída dominó y un desfinanciamiento también de las 8 mil camas del sector privado que viven gracias a las isapres. También significa una caída dramática en la renta de los médicos, lo que va a condicionar una parte del gremio muy potente. También se produce un efecto evidente en los seguros complementarios de salud. En Chile hay siete millones de personas que tienen un seguro complementario de salud y actúan como seguros de segundo piso, es decir, cubren lo que la aseguradora privada no ha cubierto.

¿Qué tan factible es la caída de una isapre?

Es inminente porque ya varias aseguradoras privadas han señalado que no pueden cumplir sus contratos. Por ejemplo, Cruz Blanca no pudo ajustar sus precios al alza del IPC y ya está señalando a sus prestadores y afiliados que van a cubrir menos de la cuenta, por lo tanto el seguro complementario o las clínicas van a tener que pagar esa diferencia, y eso ya se está produciendo, porque la demora en financiar las cuentas de los pacientes de isapres en las clínicas está demorando enormemente, más de seis meses, y la deuda que tienen las isapres con el sistema privado de salud se acerca a una cifra que nunca había existido, del orden de 700 mil millones de pesos, es decir, 800 millones de dólares. Por otra parte, esto es un espejo simétrico con el alza de costos en el sector público, porque a final de cuentas lo que estamos hablando es que las isapres no pueden reflejar en sus precios el alza real de costos por los dictámenes de la Superintendencia de Salud y de la Corte Suprema. Esto también ocurre en el sector público, con la diferencia que aquí esta falta de cumplimiento de contrato con el afiliado se refleja en listas de espera, que siguen atrasadas y aumentando. Es decir, el 10% de la población ya está sufriendo lo que significa el impacto a este sistema. Y va a llegar el momento en que una isapre va a decirle a la Superintendencia que no puede cumplir los indicadores que se le exigen y ahí la Superintendencia tiene que intervenir.

¿Cómo afectaría la caída de una o más isapres en los afiliados?

Hay afiliados que tienen poco gasto, que son en general los hombres jóvenes. Creo que para ellos no sería complejo encontrar acogida en otra (isapre) que siga operando en el mercado. Ahora, las personas que tienen una enfermedad crónica, preexistencias o que están en tratamiento por un cáncer o por lo que fuera, no tienen posibilidad de migrar a otra isapre y, por lo tanto, tienen que ir a Fonasa, donde no está ni el financiamiento ni la estructura para darles la atención que ellos reciben hoy.

¿Y otro fondo en Fonasa es viable?

Está la propuesta de crear este Fondo E, una idea del economista David Debrott y que tomó el diputado Tomás Lagomarsino, pero esta es una ley de iniciativa exclusiva del Ejecutivo, porque genera gasto fiscal y es sobre un tema de seguridad social (...) recibir a las personas que tenían preexistencias que estaban en las isapres es una utopía. Además señala que las personas que hoy están cotizando en una isapre, tanto su 7% como el extra que pagan de forma voluntaria, debería ser traspasado a Fonasa y eso es ilegal e inconstitucional.

¿Cómo afectaría al resto del sistema?

Como ya está ocurriendo, hay clínicas que han parado completamente sus planes de inversión, hay otras que quieren venderse, que están cerrando camas porque no pueden soportar esta caída de su financiamiento, y que varios operadores de la plaza estiman como seguro. La gente ya está pagando esta crisis porque está muriendo en listas de espera, y porque está gastando más de su bolsillo para comprar medicamentos que hasta ahora estaban asegurados por la isapre. Y lo que es muy relevante, una parte muy significativa de los honorarios de los funcionarios de salud se pagan a través del sistema isapre, entonces se va a producir una caída de las rentas profesionales muy complejas.

El ministerio está a la espera de la decisión de la Superintendencia de Salud. ¿Cómo ve el trabajo que han hecho las autoridades?

Desde el punto de vista formal, el superintendente de Salud (Víctor Torres) depende del Presidente de la República y se relaciona con el Presidente a través del Ministerio de Salud. La actual ministra de Salud y la anterior, no han dicho que no se van a meter en el problema, al contrario, han presidido y propuesto mesas de trabajo con las isapres. Pero yo no creo que el Ministerio de Salud haya hecho el análisis político, que en realidad corresponde al Segundo Piso de La Moneda y a la Presidencia, de la catástrofe social y sanitaria que puede venir. Esto depende del Presidente.

¿Qué se debería hacer?

En mi opinión, lo correcto sería decir que van a legislar una reforma de salud en ciertos términos y fechas y mientras tanto, van a estructurar a través de la Superintendencia algunas medidas que permitan mantener cierto equilibrio en la atención de las personas.

La caída provocaría un efecto dominó, ¿o no?

La disposición de aceptar cosas terribles depende del ánimo de la ciudadanía. A pesar de todos los llamados de atención, estamos aceptando alrededor de 30 muertos diarios por Covid-19 y no tenemos la menor idea de los contagios que tenemos al día. Y los mismos que reclamaban por esto en nuestro gobierno, hoy no dan información confiable. Y si tú preguntas si esto sería una crisis tremenda, depende de cuántos muertos esté dispuesta la ciudadanía a aceptar de una falencia administrativa.

El superintendente de Salud dice que no van a dejar caer a las isapres porque sería una locura y que (él) no está loco. Yo creo que es una explicación extraordinariamente superflua, por no decir indolente respecto a lo que estamos viviendo. Porque, insisto, las compañías despidieron a sus fuerzas de ventas, no están conquistando cotizantes jóvenes y todas las isapres, salvo una, pertenecen a consorcios internacionales que pueden tener fines de lucro o no. La isapre Cruz Blanca pertenece a un consorcio que se construye en España y en Reino Unido, con cotizaciones de trabajadores, y que ven con preocupación como una parte de los fondos de sus trabajadores tiene que ir a Chile para subsidiar un sistema que no tiene futuro y por Cruz Blanca, al igual que otras isapres, activan los mecanismos de arbitraje internacional.

¿Cree que las isapres son conscientes de lo que podría provocar la caída?

Yo creo que son parcialmente conscientes, pero evidentemente hay un alma radical y revolucionaria en el gobierno. De hecho, esas dos almas son cada vez más evidentes. Y una de esas, representada por lo que queda de Revolución Democrática y el Partido Comunista, cree que una caída rápida del sistema isapre, a pesar de toda la crisis sanitaria y política que provoque, es algo que se debe hacer para saltar a un sistema único.