La Junta Nacional de Auxilio Escolar y Becas (Junaeb) dará a conocer este jueves las cifras del Mapa Nutricional 2023, herramienta anual cuyo propósito es “dimensionar y alertar sobre la situación nutricional de estudiantes” correspondientes a prekínder, kínder, 1° básico, 5° básico y 1° medio del sistema educacional financiado por el Estado. Entre sus principales resultados, está un aumento de un 1,8% los estudiantes con un estado nutricional normal, pero también que los índices de malnutrición por exceso siguen siendo alarmantes.
La herramienta estadística posibilita dimensionar y alertar distintas situaciones nutricionales: desnutrición, riesgo de desnutrición (hasta el 2022 denominado “bajo peso”), peso normal, sobrepeso, obesidad, obesidad severa y retraso en talla. Los datos permiten construir una tendencia a lo largo de los años, considerando además variables como sexo, región, nacionalidad, etnia, calificación socioeconómica, entre otras.
Con una participación de 5.659 establecimientos educacionales (76,9% a nivel nacional) y 524.274 mediciones válidas, los resultados de la encuesta, a los que tuvo acceso La Tercera, visibilizan mejores cifras, con un aumento de estudiantes con estado nutricional normal pasando del 41,4% al 43,2%. El resto de los datos indican que el 26,7% de los escolares tiene sobrepeso; un 4,7%, riesgo de desnutrición; un 17,6%, obesidad; un 6%, obesidad severa, y un 1,5%, desnutrición. En la sumatoria, la tasa de malnutrición por exceso es del 50% a nivel país, una cifra que se viene reiterando en las últimas mediciones.
Y aunque en general los resultados 2023 son mejores que los del mapa 2022 y las tendencias se acercan al periodo previo a la pandemia, lo cierto es que hay dos cifras peores que en 2017: el porcentaje de alumnos con peso normal en aquel entonces era más alto (44,6%) y el de estudiantes con obesidad severa más bajo (16,2%).
Para los resultados de 2023 los estudiantes con algún tipo de malnutrición por exceso disminuyen en un 3% y la baja se da en todos los niveles, pero al comparar con años anteriores, los resultados son similares a 2019, con una mayoría de estudiantes con malnutrición por exceso.
Camila Rubio, directora nacional de Junaeb, señala que “los resultados de este estudio sin duda nos plantean desafíos que debemos abordar desde distintos flancos”.
Y mientras la obesidad y obesidad severa, en su conjunto, disminuyeron en un 2,4%, la severa es mayor en kínder y primero básico, sobrepasando en ambos el 8,5% de prevalencia.
Al observar en detalle cada uno de los cinco niveles escolares analizados, en todos también disminuyó la malnutrición por exceso, siendo la mayor caída en los estudiantes de primero y quinto básico, con un 4,3%. A pesar de lo anterior, este último curso sigue siendo el que tiene niveles más preocupantes de malnutrición por exceso, con una prevalencia de un 61,5% de los alumnos. En otras palabras, tres de cada cinco presentan sobrepeso, obesidad u obesidad severa.
Christine Kreindl, nutricionista de la Universidad Autónoma, explica al respecto que “en la etapa escolar, la velocidad de crecimiento es más lenta a diferencia de los adolescentes, por lo tanto aumenta el riesgo de obesidad. Al mismo tiempo el alto consumo de alimentos azucarados, ultraprocesados y los bajos niveles de ejercicios físico impactan directamente sobre el aumento de riesgo”.
En esa línea, comparado con 2022, los alumnos extranjeros -un 7,9% de todos los evaluados- aumentan la malnutrición por déficit del 10% al 10,7%, aun cuando tienen un mayor porcentaje de estado nutricional normal (54,8%), versus los chilenos, donde el peso normal llega al 42,8%.
La Junaeb también destaca el aumento en un 0,4% de estudiantes con bajo peso y de un 0,6% con retraso en talla respecto de los resultados del año anterior.
Y si se observa el estado nutricional por sexo, los hombres están en peor situación que las mujeres: cuatro de cada diez de los que cursan primero básico con algún tipo de obesidad presentan obesidad severa, y tres de cada diez, de quinto básico, tienen obesidad.
Respecto de las consecuencias de esta condición, Kreindl asegura que existe “mayor riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares, diabetes tipo II y además se eleva el riesgo de padecer ansiedad u otras patologías de salud mental, junto con una baja autoestima”. Por otra parte, la especialista recuerda que de acuerdo a resultados obtenidos en estudios realizados en nuestro país, la malnutrición por exceso se relaciona con peor rendimiento académico.
En la otra vereda, en todos los cursos analizados en el presente Mapa Nutricional se observa la prevalencia de mujeres con peso normal o sobrepeso.
Grupos socioeconómicos y territorios
Otro de los datos relevantes del estudio es que los estudiantes de escuelas y liceos de áreas rurales, de nacionalidad chilena, pertenecientes a pueblos originarios y de mayor vulnerabilidad socioeconómica tienen una mayor prevalencia de malnutrición por exceso, que se da con mayor fuerza en el sur del país, mientras que la malnutrición por déficit se da en el norte.
El área geográfica sin duda es un factor dentro de la nutrición del estudiantado. Desde años anteriores ya se observaba un fenómeno en que las zonas del extremo sur tienen los índices más alarmantes. Según los recientes resultados, las tres regiones con mayor malnutrición corresponden a Aysén (56,03%), Magallanes (55,84%) y Los Lagos (55,49%). Acorde a la especialista Kreindl, las cifras elevadas en estas zonas se deben a varios factores, entre ellos, el menor acceso a frutas y verduras frescas, y que las bajas temperaturas condicionan la realización de ejercicio físico al aire libre.
En un zoom a la Región Metropolitana, donde el 45,6% de sus alumnos tiene malnutrición por exceso, las tres comunas de la provincia de Santiago donde ese fenómeno tiene mayor prevalencia son Lo Espejo (52,9%), La Pintana (52,3%) y Renca (51,3%), mientras que María Pinto (63,5%), Tiltil (63,5%) y Alhué (56,6%) lideran en el resto de las comunas de las provincias metropolitanas.
Además, Junaeb también hace una diferenciación entre establecimientos urbanos y rurales. Y si en los primeros el peso normal es del 44,1% del alumnado, el riesgo de desnutrición llega al 4,8%, el sobrepeso al 26,6%, la obesidad severa al 5,8%, la obesidad al 17,1% y la desnutrición al 1,5%. Mientras que en los recintos rurales los porcentajes respectivos son 40,1% (peso normal), 3,6% (desnutrición), 27,4% (sobrepeso), 7,9% (obesidad severa), 19,9% (obesidad) y 1,2% (desnutrición).
Desde otra perspectiva, los estudiantes pertenecientes a la clasificación socioeconómica (CSE) más baja (tramo 0% al 40% del Registro Social de Hogares, RSH), son más vulnerables a malnutrición por exceso (51,6%), que los del tramo 81% al 100% del RSH, que llegan al 48,1%. El peso normal es inversamente proporcional y en el grupo más favorecido el porcentaje es del 45,4%, en el otro extremo es del 42,6%. En otras palabras, el estudio dice que la población más vulnerable tiene un 17,7% más de riesgo de tener obesidad u obesidad severa.
Para hacerles frente a las cifras nutricionales que deben ser revertidas, Junaeb tiene iniciativas contenidas en el plan “Demos la vuelta a la manzana”. Lanzado en 2021, tiene como propósito la creación de estrategias para fortalecer los hábitos saludables entre los estudiantes y trabaja conjuntamente con los ministerios de Educación, Salud, Desarrollo Social y Familia, Deporte, y Trabajo, entre otras instituciones y autoridades.