Marcela Guevara dice que lo presintió estando embarazada. El hijo que crecía en su vientre lo sentía como a un niño. "Tenía una tincada, el presentimiento de que sería un varón. Fue una cosa inexplicable", recuerda desde Copiapó.
Fue tanta la seguridad, que incluso le puso un nombre: Pedro. Sin embargo, las ecografías de su embarazo revelaron que iba a ser una niña, así que finalmente fue bautizada como Josefa.
La menor creció junto Marcela Guevara. "Las dos solitas", según recuerda la madre. Luego vinieron dos hermanas de otro padre. La niña vivió en varios poblados y comunidades rurales de la Región de Atacama. Allí su madre, educadora de párvulos y psicopedagoga especialista en necesidades especiales, se desempeñó como profesora.
Cuando Josefa de la Fuente entró a quinto básico, Guevara quiso volver a su natal Copiapó y allí matriculó a sus tres hijas en el Colegio Sagrado Corazón de la comuna.
Todo terminó la semana pasada, cuando el joven trans de 15 años cayó desde el piso 11 del edificio en que vivía. Se habría tratado de un suicidio, gatillado por el bullying. Aquí, la madre relata los últimos días de su hijo.
¿Cuándo comenzó la transición de Josefa a José Matías?
A partir del año 2016 de manera más marcada. Ahí su ropa empezó a cambiar, solo compraba ropa de hombre. Estaba encaminada con la intención de hacer todo, pero el tiempo no nos lo permitió.
Ella ingresó como mujer al colegio. ¿Allí no tuvo mayores problemas?
El único problema que yo visualicé en principio era que veníamos de un mundo rural, por lo que veníamos de estándares educativos más bajitos.
¿Cuándo comenzó el bullying?
A través de la carta que dejó antes de fallecer, todo indica que el año pasado ya habría recibido los primeros desaires, falta de integración, falta de tolerancia. Imagino que eso se dio progresivamente. El Mati a mí no me denunció absolutamente nada.
¿Por qué cree que su hijo no le manifestó que estaba sufriendo?
Yo creo que hubo una sensación de querer protegernos. A sus hermanas las molestaban porque el Mati era trans; a la más chiquitita le dicen Domingo y se llama Dominga. Al Mati yo lo veía como un niño feliz, pero ahora lo contrapongo con toda la revisión de su teléfono en WhatsApp, y él ya había manifestado querer matarse.
¿Qué sensaciones le dejaron esos videos?
Antes de verlos yo estaba desesperada porque no me hubiera dicho nada, entonces, cuando vi el video la vida se me coloró un poquitito. Pude encontrar un poquitito más de lógica a lo que pasó. En un audio una compañera le dijo 'tírate, anda al edificio, sube y te tirái', ella era la que lideraba el acoso.
¿Hubo otros episodios?
Sí, el Mati participaba los sábados en un baile k-pop. En noviembre llegó llorando, porque le habían dicho que bailaba feo y se habían puesto todos de acuerdo para decirle que tenía que salirse del grupo. Ahí hay un golpe, pero como era una actividad extraprogramática, no había cómo canalizarla en el colegio. También una inspectora del colegio un día me dice 'tan bonita su niñita chiquitita y tan odiosa la grande'. El día jueves, que fue el día de la muerte de Mati, yo fui al colegio temprano, porque andaba con la sensación de preocupación. Fui a hablar con la directora, pero ella no estaba y no me atendieron.
¿Qué más recuerda de ese día?
Yo tenía libre ese día, porque estaba saliendo de un reposo, así que aproveché de llevar a las niñas más chicas al doctor, porque tenían tos. Ahí él me preguntó si podía ir a una tienda de artículos orientales que le gustaban. Yo le dije que bueno, sabiendo que esa era la excusa para juntarse con su polola, porque la mamá de ella atendía un local en la misma galería.
¿Qué pasó después?
Yo llegué a la casa. Le pregunté dónde estaba y me respondió que ya venía. Pasaron unos 20 minutos y le volví a escribir: 'Todavía te espero, ¿dónde estás?, se está haciendo tarde'. Después hubo un momento de silencio total y a las 19.12 suena el teléfono, era la conserje que me dijo: 'Marcelita, pasó algo terrible con el Mati'. Recuerdo que me puse una manta, porque estaba helado, bajé en el ascensor, cuando llegué al hall todos me estaban mirando y empecé a escuchar en un distorsionado sonido 'se tiró, se tiró, se tiró'. Caminé unos 20 pasos y allí estaba en el suelo, estrellado. Ya no tenía conciencia, estaba muerto.
¿En el colegio hubo acercamientos por la personalidad de José Matías?
Yo sabía que el tema de la adolescencia iba a ser más fuerte en él, pero nunca hubo un trabajo del colegio, lo único que nos decían era que suba las notas. Yo después de lo que pasó con mi hijo quise pensar que no era así, que no era verdad que había sido tan grande la maldad con el Mati, pero tengo su teléfono y al otro día de fallecer sus compañeras en el WhatsApp del curso 2º B lo eliminaron. Él no significaba nada para la gente del colegio. Pasó lo mismo con el grupo de apoderados, todos se salieron, quedé sola.