En un viaje a Moscú, el presidente del Consejo para la Transparencia, Marcelo Drago, comenzó a escuchar la referencia con más frecuencia. Sus cercanos empezaron a compararlo con Iván Drago, el implacable antagonista soviético de Sylvester Stallone en la película Rocky IV. "La gente me lo comentaba", dice en su oficina de calle Morandé con vista a la plaza Montt Varas, el ex Congreso y el Palacio de Tribunales. La misma que dejará en el fin de su período, que terminará hoy a las 23.59.

¿Hubo algo de esa figura de boxeador a lo largo de su gestión?

Quizás un poco. Yo no eludo las peleas, los temas complicados hay que enfrentarlos, sobre todo cuando son complicados. Si estás solo para las cosas fáciles, mejor búscate otra pega, porque las instituciones funcionan y son un aporte para el país en la medida en que afrontan los problemas grandes.

¿Cuáles han sido esos problemas grandes?

La situación con Carabineros y con las Fuerzas Armadas han sido, tal vez, lo más complejo de mi gestión. En este tema hay dos situaciones en las que pueden estar los países: una donde hay un círculo virtuoso, donde la corrupción son hechos aislados que se reprochan, denuncian y rechazan; y otro extremo, en el cual hay un círculo vicioso, cuando la corrupción está instalada en la instituciones y donde la gente, lejos de denunciar, tiene miedo y puede estar disponible para participar de ella. Yo pienso que hay una línea que separa esas dos cosas y es importante que nunca la lleguemos a cruzar para el lado vicioso.

¿Cómo se combaten estas instituciones corrompidas?

Hoy en día, por ejemplo, en las FF.AA. se requiere una cirugía mayor. Lo que hemos planteado es la necesidad de impulsar un gran acuerdo nacional por la transparencia y la probidad. Una de las medidas, por ejemplo, son mecanismos externos de control, donde civiles y militares puedan estar involucrados y disponibles a denunciar la corrupción. Creo que el conjunto de medidas que hemos visto están bien intencionadas, pero no son suficientes. La reforma a los gastos reservados son insuficientes. Creo que más bien representan un cierto nivel de gatopardismo, donde todo cambia para que todo siga igual. Si esa reforma hubiese estado vigente cuando sucedió lo del general (R) Fuente- Alba, creo que hubiera podido suceder igual. Por lo tanto, necesitamos reformas más contundentes.

¿Cuál es su visión de lo que está pasando en Rancagua con el Poder Judicial y la fiscalía?

Para mí, la reacción del Poder Judicial inicialmente ha sido contundente. Sin embargo, la ciudadanía, con justa razón, está preocupada y esperamos que el término de toda esta situación sea con medidas muy drásticas, donde se dé una señal para el país. El Ministerio Público es una institución relativamente nueva y creo que ha sido un tremendo avance, pero también puede estar sujeta a nuevas miradas y reformas, justamente pensando que ya han transcurrido casi 20 años desde su instalación, porque todas las instituciones tenemos que estar disponibles a ser reformadas cuando enfrentamos situaciones de esta naturaleza.

¿Qué correcciones? ¿Que ya no sean juez y parte en estos casos?

Sí, cuando están estas situaciones de fiscales investigando a fiscales, quizás sea bueno buscar un mecanismo distinto, perfectamente se puede aplicar jueces de alzada u otro mecanismo. No es bueno que alguien tenga que estar en esta situación, de juez y parte de sí mismo. Esto no se había dado en el Ministerio Público. Ahora que está pasando, no está de más que se revise esa situación.

¿Cree que hay una crisis institucional en Chile?

Enfrentamos una situación de crisis en algunas instituciones nacionales, eso tenemos que tomarlo muy en serio. Nuestras cifras indican un nivel de desconfianza ciudadana frente a las instituciones del Estado en casi un 80% y, también, cerca del 18 % de los funcionarios públicos han dicho presenciar o han escuchado que se han realizado pagos u otros hechos de corrupción, para obtener beneficios del Estado irregularmente. Esas cifras son altas y hay que enfrentarlas.

Ustedes trabajaron con la Conferencia Episcopal. ¿Qué pasa con la Iglesia Católica?

Eso fue un convenio puntual por la visita del Papa Francisco, por los mecanismos de rendición de cuentas sobre las donaciones que estaban recibiendo. Esas rendiciones se hicieron y se cerró el ciclo. La Iglesia ha pasado un período de crisis muy grande y si bien, inicialmente, costó mucho que reaccionara, creo que hubo un giro. El Papa tuvo también una evolución, desde lo que pasó en su visita a lo que vino meses después, donde recibió la renuncia de todos los obispos y dialogó directamente con las víctimas de abusos.

Otro tema que usted abordó a lo largo de su gestión fue la protección de datos privados . ¿Hay alguna deuda al respecto?

Yo creo que no podemos llegar a la próxima elección presidencial y parlamentaria sin una nueva ley de protección de datos y sin una herramienta para evitar que situaciones como la de las elecciones de Estados Unidos , donde se usaron 50 millones de datos personales de Facebook , para dirigir con precisión militar la desinformación. Hoy estamos indefensos en esa materia. Si eso sucede en Chile, no podríamos hacer nada. Así podríamos poner en riesgo nuestro sistema electoral y democracia.