En los próximos cuatro años, el nuevo director del Fondo Nacional de Salud, Marcelo Mosso, tiene la misión de fortalecer y modernizar la entidad. De sacar a Fonasa del rol de "caja" que actualmente tiene, para convertirlo en un verdadero seguro para sus casi 14 millones de beneficiarios, garantizándoles el acceso y la oportunidad de que hoy adolece el sistema público. Y no se trata solo de mejorar la calidad del servicio: la entidad debe aumentar su competitividad, para evitar la migración masiva de afiliados que se estima ocurrirá una vez en marcha la reforma a las isapres que comprometió el gobierno. En ese contexto, los plazos apremian.
¿Cuál será la principal labor de su gestión?
Es necesario que Fonasa transforme su rol de caja pagadora a un seguro público de salud solidario. Queremos que las personas estén en Fonasa como mejor opción, porque sienten que es su mejor opción, y no porque no les queda otra. Es necesario hacer una transformación para que Fonasa actúe como asegurador, tomando un rol activo en garantizar el acceso a las soluciones de salud que sus asegurados requieren.
¿Cómo puede lograrse eso?
Lo he explicado de esta forma: si ocurre un evento cubierto en un seguro, los asegurados recurren a la aseguradora y esta les dice dónde dirigirse para reparar el daño. Quien repara el daño cubierto es una entidad que tiene precios convenidos con la aseguradora y por lo tanto se les deriva allí. Visto así, un Fonasa que actúa con una lógica de seguros puede derivar, por ejemplo, a un paciente que está en lista de espera -priorizada por criterios sanitarios- a un lugar donde hay capacidad resolutiva y es costo-eficiente; o decidir que un paciente, que no es urgencia sanitaria, pueda obtener una prestación porque, por ejemplo, hay condiciones sociales.
¿Y hoy cómo opera Fonasa?
Hoy es una caja pagadora. Recibimos un presupuesto determinado por los servicios de salud, que nos dicen lo que van a gastar el próximo año. Nosotros valorizamos cuánto podría ser el gasto, pero no tenemos muchas posibilidades de hacer más. No podemos ir y comprarles a los hospitales los servicios de acuerdo a una cierta gestión, no podemos dar acceso a los afiliados a que tengan las prestaciones en tiempo y oportunidad como haría un seguro normal o como hacen los seguros privados. Por eso el rol de Fonasa debe cambiar. Si bien lo llamamos "seguro de salud", este no ejerce como asegurador.
¿Cuáles son las dificultades para hacer eso?
La Ley de Fonasa dice que su rol es financiar a los servicios de salud, y quien vela porque exista acceso y oportunidad en las atenciones es el Ministerio de Salud. Fonasa no tiene ninguna potestad sobre la resolución de los casos de sus afiliados. Y las prestaciones que entrega el prestador público es a través de los servicios de salud, que tienen problema de gestión y financiamiento y una serie de cosas más, porque es bastante complejo el modelo de salud público. Estamos trabajando con la mesa de acuerdos en salud y si logramos todo lo que queremos hacer -que los servicios sean más eficientes, que Fonasa actúe con un rol más activo y con servicios competitivos-, la gente sentirá que está bien atendida y no se va a querer ir de Fonasa, nos va a elegir.
¿Qué cambios requiere Fonasa?
Fonasa debe empezar a tener un rol más activo; empezar a comprar de otra forma, más eficiente, al sector público, como soluciones paquetizadas. Hay que poner metas de desempeño, mejorar en el control y tipo de compra y en algún minuto se tiene que reflejar una compra equivalente y justa de pagar lo que cuesta la prestación en los hospitales, porque los diagnósticos dicen que están subarancelados. En su encuesta, la Superintendencia de Salud pregunta a los afiliados qué evalúan mal de Fonasa y ellos dicen las listas de espera, la falta de especialistas, la calidad del servicio. Es decir, reflejan en Fonasa los problemas del sistema y sobre el cual solo se actúa como fondo de pagos.
¿Cómo piensan hacerlo?
Lo primero es tener información, un tema transversal en salud. Fonasa, por ejemplo, tiene un presupuesto para pagar atención primaria, que es un per cápita; sin embargo, su rol se restringe a acreditar la población de cada centro de APS y luego paga. No tiene idea de cuántos asegurados asistieron al centro, qué prestaciones les dieron, cuántas derivaciones tuvieron. Eso se repite en la mayor parte de los servicios de salud, entonces no es posible gestionar adecuadamente o tomar decisiones acertadas.
¿Alcanzan a hacer esos cambios en cuatro años?
Creo que sí. Avanzar en financiamiento y compra, en la gestión de los servicios de salud, que es la parte de modernización de Fonasa, sí. Recién cuando tengamos un rol de asegurador público y los servicios de salud preparados podremos ir a otra etapa, en la cual empiece a encontrarse con el mundo privado en un solo mercado. Ahí habrá que discutir si lo mejor será tener un solo seguro público o multiseguros, donde convivan públicos y privados, pero eso tomará más tiempo.
¿En qué momento se encontrarían las isapres con Fonasa, en términos competitivos?
En un horizonte que no puede ser menos de ocho años. Ahí tendremos que ir viendo el impacto gradual y las cosas que tiene que hacer Fonasa. Si las isapres se reforman antes y no hay un período de transición, sería antes. Pero creo que es un camino paralelo y hay acuerdo en que debe haber una transición en ambos modelos.
¿Comparte la idea de que a futuro exista un solo gran asegurador?
No. Comparto que haya un solo gran mercado. Que el sistema sea un plan universal y que haya uno o varios seguros que uno pueda elegir. Hay consenso en el plan universal. Donde aún hay discusión es si ese plan lo vende un solo asegurador o muchos aseguradores, si son todos privados o públicos, eso hay que discutirlo. La dualidad de mercados de Chile no existe en otros lados. En general es uno. Y ahí hay distintas miradas que pueden ser más o menos ideológicas respecto de qué es lo mejor: si un gran asegurador público, solo privados o privados mezclados con públicos.