María del Pilar Pérez, 10 años después
El 23 de abril de 2008 fue asesinado Francisco Zamorano, exmarido de quien sería conocida como "la Quintrala", y la pareja de este. Seis meses después mataron a Diego Schmidt-Hebbel. A una década de esos hechos, así es la vida de la mujer condenada por haber ideado estos crímenes.
En el pabellón de custodia directa de la cárcel de mujeres de San Joaquín, el día comienza a las 6.30. Para las 12 internas que comparten esa unidad, donde se reparten en dos piezas que cuentan con camas de una plaza, las jornadas tienden a ser una igual a la otra. Algunas deben limpiar los baños, otras ordenan el comedor o barren el patio. Entre estas mujeres está la "Pili", con su pelo teñido completamente rubio y procurando siempre cuidar que nunca se le vea una cana. Asiste a misa todos los domingos y parte de su tiempo libre lo dedica a hacer rosarios a crochet y manualidades en el taller de pastoral, donde sus habilidades la llevaron a ganarse el puesto de asistente monitor. Incluso, fue parte del comité organizador de la visita que el Papa Francisco realizó a este penal, en enero pasado, aportando en la confección de afiches.
El verdadero nombre de "Pili" es María del Pilar Pérez López (67) y hace 10 años fue protagonista de uno de los casos policiales que ha generado mayor impacto en la opinión pública chilena: el asesinato del economista Diego Schmidt-Hebbel, el 4 de noviembre de 2008.
El autor de los disparos que mataron al joven fue el sicario José Ruz, quien -según la investigación del Ministerio Público y que fue ratificada por la Corte Suprema- había sido contratado por María del Pilar Pérez. El crimen dejó al descubierto una trama que incluía disputas familiares por herencias, envidia y codicia. Conflictos que, de acuerdo con los jueces, Pérez zanjó a su favor a través de despiadados mecanismos. Fue en este periodo cuando empezó a circular el apodo por el que es reconocida: "la Quintrala".
Según estableció la fiscalía, Pérez contrató a José Ruz para matar ese 4 de noviembre de 2008 a su madre María Aurelia López, su hermana Gloria, su cuñado Agustín Molina y su sobrina Belén. También el sicario declaró que Pérez lo había contratado meses antes para asesinar a su exmarido y padre de sus dos hijos, el arquitecto Francisco Zamorano, y su pareja, el tecnólogo médico Héctor Arévalo. Este doble crimen se concretó el 23 de abril de ese año.
A 10 años de los homicidios, la "Pili", como es conocida por las amigas que hizo en prisión, divide sus horas en dos adicciones. Quienes tienen acceso a su círculo más íntimo, cuentan que fuma cerca de 30 cigarrillos Lucky Strike al día, lo que va alternando con otras tantas tazas de café. Su preferido es el colombiano. Además, está en tratamiento de kinesiología por artrosis.
Hasta el día de hoy, quienes hablan con ella aseguran que se declara inocente. Por ello es que desde hace tres años prepara el recurso de revisión de su condena, que planea presentar próximamente en la Corte Suprema.
Entre sus amistades en la cárcel, una de las más cercanas es Clara Tobar, pareja de Alejandro Cavieres, el líder de la banda de los "Car'e jarro". Tobar fue condenada por narcotráfico el mismo año en que Pérez terminó sentenciada a presidio perpetuo calificado por los tres homicidios. Fue en esa época que se conocieron: coincidían en los carros celulares de Gendarmería y compartían es los calabozos de los tribunales, antes de ingresar a sus respectivas audiencias.
Con quien no ha logrado entablar una relación de amistad, pese a compartir el mismo pabellón, es con la madre de los hermanos Rojo, Jeannette Hernández, condenada por el asesinato de sus hijos en 2009. De hecho, más de alguna vez han tenido peleas por problemas de convivencia. A este "selecto" grupo de internas con las que comparte pabellón María del Pilar, se suma una recién llegada: Marcela Mardones, la expareja de Raúl Escobar Poblete, exmiembro del Frente Patriótico Manuel Rodríguez, condenada a 10 años de prisión por el homicidio del senador UDI Jaime Guzmán.
La sección de "las 12" solo tiene a mujeres que cometieron delitos de alta connotación pública y están separadas del resto de la población penal.
Del patrimonio que logró poseer en su mejor momento, constituido principalmente por varias propiedades, Pérez hoy vive con una pensión de $ 200 mil que recibe mensualmente por sus años de trabajo como arquitecta. Es justamente la pasión por su profesión la que hoy marca uno de sus mayores intereses. Siempre que puede, pide que le cuenten cómo se han ido renovando las normas de construcción. De hecho, una de las pocas personas que la va a ver es un amigo que hizo cuando trabajaba en una empresa de arquitectura.
Otro de sus intereses, según quienes comparten con ella, es la religión. "Ella viene a misa todos los domingos en la mañana. Eso que han dicho de que ella se había convertido a la religión evangélica, nunca ha sido así. Llegó aquí como católica y se ha mantenido como católica", dice Nelly León, la capellana de la cárcel de mujeres. Agrega que "hay un agente pastoral que la acompaña semanalmente y conversa con ella".
No recibe visitas de ningún familiar. Por lo mismo, Gendarmería le asignó un encargado para que la asista en sus compras personales.
La familia que dejó
"Había que seguir nomás. ¿Qué vamos a hacer? Seguimos, y lo hacemos bastante bien. La que está más mal es mi mamá. Creo que es lo que nos tocó nomás", dice Verónica Zamorano, hermana de Francisco, exmarido de María del Pilar.
Explica que mantiene una relación de cercanía con sus sobrinos, especialmente con Rocío Zamorano, quien es médico general, tiene una hija y es amante del paracaidismo. Juan José, en tanto, tiene cuatro hijos, es traumatólogo, se fue por un tiempo a Canadá a estudiar y hoy vive en Chile. "Tienen dolor los dos, son como bien retraídos. Tenemos a mi mamá viva, tratamos de celebrar esa parte. Creo que somos una familia muy hacia dentro, pero estamos bien. Ya son 10 años también", indica. Verónica destaca la labor de quien puso tras las rejas a Pérez: "Sigo admirando a Carlos Gajardo, para mí fue el mejor fiscal y gracias a él se descubrió todo".
Hoy, el cuerpo de su hermano está en el mausoleo de la familia Pérez. Verónica cuenta que quieren sacarlo de ese lugar, para luego cremarlo y lanzar sus cenizas en Coltauco, un pueblo cercano a Rancagua donde creció junto a sus hermanos. "Había que cumplir 10 años por un reglamento de sanidad del cementerio. Así que ahora, probablemente, se empiece a hacer (el trámite para trasladar el cuerpo). Los hijos tienen que hacerlo. Es un tema delicado y es decisión de ellos, pero mi mamá quiere que lo saquemos", dice.
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