Cristóbal tiene 16 años, va en tercero medio y dice usar regularmente un cigarrillo electrónico. El aparato es una moda entre sus compañeros y según cuenta, les atraen las diversas características de los aparatos y líquidos con los que se rellenan, entre ellos, diferentes colores, aromas y grados de nicotina.
El joven dice creer que el producto es menos dañino que el cigarro. Aún así, cuenta que ve con preocupación los hechos ocurridos en Estados Unidos, donde el uso de vaporizadores ha puesto en alerta a las autoridades por su posible relación en más de 800 casos clínicos.
Cristóbal es uno de los 92 mil jóvenes escolares de entre séptimo básico y cuarto medio que utilizan estos dispositivos en Chile, según la última Encuesta Mundial de Tabaquismo en Jóvenes del 2016.
Las cifras oficiales del registro nacional de Aduanas, a las que tuvo acceso La Tercera, confirman el aumento. Los datos señalan que en los últimos cuatro años ingresaron más de un millón 300 mil cigarrillos electrónicos, siendo el peak de ingresos el año 2018 donde fueron importados cerca de 400 mil. Según el mismo reporte, en lo que va del año ya han ingresado 211 mil cigarrillos electrónicos, en su gran mayoría proveniente desde China.
Otros datos entregados la empresa investigadora de mercados Euromonitor señalan que el comercio del vapeo facturó en Chile 15,5 millones de dólares en 2018 y proyecta un alza que llevaría este monto a los 20 millones de dólares para el 2022.
¿Cómo se configuran estos productos en Chile?
La única regulación vigente respecto del uso de vaporizadores es un decreto de ley del año 2010 que estipula que estos dispositivos deberán "someterse a la regulación propia de los productos farmacéuticos". En este se detalla que los "cigarrillos electrónicos, sus respectivos cartridges, componentes y cualquier otro dispositivo que sea formulado sobre la base del principio activo nicotina, es el propio de los productos farmacéuticos". Es decir, hace nueve años los cigarrillos electrónicos que contienen nicotina mantienen una regulación similar a la de los parches o chicles de nicotina. Por su parte, los aparatos que no contienen este componente no cuentan con ninguna regulación.
Debido a esta normativa, el Instituto de Salud Pública tiene las facultades para fiscalizar y certificar los productos con nicotina, no obstante, hasta la fecha, según indican desde el Ministerio de Salud, el organismo no ha certificado ninguno de estos dispositivos pese a que se pueden encontrar con facilidad en el comercio formal e informal.
Carlos Naranjo vende cigarrillos electrónicos como un ingreso extra. Dice que encarga los productos a China a través de internet y que los vende por Instagram al doble de su valor. "Jamás me han pedido papeles", señala el joven, quien reconoce no saber sobre los componentes químicos de los productos que vende. "Gran parte de lo que vendo son imitaciones de marcas conocidas en Europa", dice.
El debate sobre los vaporizadores es amplio. Si bien hay estudios que señalan que los productos serían considerablemente menos perjudiciales que el cigarrillo convencional, la OMS advirtió que estos dispositivos son "indudablemente dañinos" y señaló que "se han convertido en una puerta de entrada del tabaco para la gente joven. Nuestra recomendación a los gobiernos es que los traten y regulen como productos de tabaco".
Para la epidemióloga de la Universidad de Chile María Paz Bertoglia, las recomendaciones de la OMS debiesen aplicarse en el país. "La experiencia dice que estos productos no son inocuos. Por lo mismo, creemos que la reglamentación es regularse como productos relacionados al tabaco".
La misma visión es sostenida por el Minsal, que este mes ingresó a la Comisión de Salud del Senado una reforma que ya fue aprobada en esa instancia y que busca modificar la ley de tabaco ya existente para que los dispositivos vaporizantes se rijan bajo misma regulación del cigarrillo convencional. Es decir, busca que se prohíba su publicidad, la venta a menores de edad, su consumo en lugares cerrados y considere un impuesto. Eso, además de la prohibición de saborizantes que incentiven el consumo. "Antes no había evidencia científica tan sólida de que esto es dañino para la salud. Recién, hace dos mese atrás, la OMS recomendó a todos los países miembros que regularan productos", dijo la subsecretaria de Salud Pública, Paula Daza.
Agregó que "hoy lo que sabemos es que no conocemos la gravedad ni la magnitud del problema de salud pública que está produciendo esto".
Es por esto que a petición de la cartera y desde el 13 de septiembre los médicos, tanto del sector público como privado, deben informar sobre uso de vaporizadores en sus pacientes. Sin embargo, hasta la fecha el ministerio no ha recibido alertas clínicas por el uso de vaporizadores.
Tabacaleras
British American Tobacco (BAT), compañía que comercializa siete de las marcas más conocidas de cigarrillos en el país, no vende vaporizadores en Chile como lo hace en Europa, Canadá o Colombia, entre otros. Jorge Irribarra, director de BAT en el Cono Sur, dice que esto se debe a que acá no existe una regulación que garantice el control de calidad de los productos, la cual diferencie el mercado informal de los productos de calidad y certificados.
Irribarra discrepa de las medidas que está tomando el gobierno, ya que asegura que estos aparatos no son iguales a los cigarros tradicionales.
"Creemos que el ministro de Salud quiere hacer una medida extremadamente simple para un problema que es infinitamente más complejo", dijo el empresario. Agregó que esto "se debe regular correctamente para proteger a los consumidores y a la gente adulta que responsablemente quiere usarlos, para que no se vean contaminados con productos que son falsos o de mala calidad o que no hacen lo que prometen hacer".
Los vaporizadores no solo han sido foco de críticas, sino también son considerados como una alternativa para dejar de fumar por parte de exfumadores. De hecho, en junio de 2019, 26 personas constituyeron la Asociación de Consumidores de Vapeadores de Chile, con el objetivo de proteger y defender los derechos de los usuarios mayores de edad, para consumir y adquirir estos productos, apelando a que según la evidencia que ellos manejan, los productos certificados son menos dañinos que el cigarro.
"Nosotros buscamos que esto se regule, pero no queremos que con los impuestos estos productos sean más caros que los cigarrillos y que se le quite a la gente la posibilidad de acceder a ellos", señala Alberto Fisher, vicepresidente de la agrupación.
Marcela Gómez, médico broncopulmonar de la Clínica Alemana, tiene otra opinión. "Hace años pasó algo parecido con el cigarro, muchos defendieron su uso y las consecuencias son conocidas por todos. No queremos que con el vapeador la historia se repita", dijo.